Datos personales
- Doctor en filosofía. Magíster en Historia de la Filosofía. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Crío tortugas peruanas Motelo y me enorgullezco de mi biblioteca especializada. Como filósofo y profesor de hermenéutica, me defino como cercano a lo que se llama "hermenéutica crítica y analógica". En Lima aplico la hermenéutica filosófica al estudio del pensamiento peruano y filosofía moderna. Trabajo como profesor de filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; he trabajado en Universidad Nacional Federico Villarreal desde 2005. He sido profesor en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima hasta 2014. He escrito unos sesenta textos filosóficos, de historia de los conceptos, filosofia política e historia moderna. Tengo fascinación por el pensamiento antisistema y me entusiasma la recuperación de la política desde el pensamiento filosófico. Mi blog, Anamnesis, es un esfuerzo por hacer una bitácora de filosofía política. No hago aquí periodismo, no hago tampoco análisis político de la vida cotidiana- De hecho, la vida cotidiana y sus asuntos no son nunca materia del pensamiento.
martes, 13 de mayo de 2008
Maurras y Montealegre
Maurras y Montealegre en 1914
Notas breves sobre el monarquismo del Marqués de Montealegre
Víctor Samuel Rivera
Recibí hace un par de meses una consulta de un estudiante de Gobierno de Science-Politique, también conocida como Science-Po, a quien conocí en París. Gabriel Dubois: Un lector maurrasiano (los tengo comunistas y monárquicos, schmittianos y socialdemócratas). Por desgracia –debo decir-, un lector que sufre algo para leer filosofía política y está interesado más bien en el pensamiento político, la franja intermedia entre la ciencia política de los abogados y la esfera propia de los filósofos. Su sufrimiento se acrecienta por un modesto dominio del castellano, que es bastante menos feliz que el mío del idioma de Napoleón III. Le dediqué en atención a su amistad y a las largas charlas en el Barrio Latino de París la versión francesa de mi “Alegato de la Reina de la Noche”, que es de lo más maurrasiano que haya podido yo escribir y se halla en francés, justamente, en este blog. Pero volvamos a la consulta. Gabriel Dubois deseaba que le explicara si era cierta una información que circula en Internet según la cual el Marqués de Montealegre de Aulestia (1885-1944) conoció y trató al monarquista y nacionalista francés Charles Maurras en fecha 1913-1914. Esta nota es para contestar esa pregunta.
José de la Riva-Agüero y Osma, Marqués de Montealegre de Aulestia, viajó a Europa en 1913 en compañía de su madre y su tía la Marquesa de Casa Dávila. Su madre deseaba introducirlo al circuito familiar de los Osma españoles, en particular con los Condes de Casa Valencia, una historia de la que he redactado un largo texto que espero ver impreso en España estos meses. Montealegre –que aún no portaba oficialmente el título de Castilla- deseaba en realidad visitar a los hermanos Francisco y Ventura García Calderón, compañeros de colegio y para entonces reputados intelectuales que estaban en París. Breve sería la estadía familiar en la España de Don Alfonso XIII. En París había un entorno literario francés y latinoamericano que articulaba Pancho García Calderón, que había incluido desde personajes como Alfred Fouillée y el sicólogo Ribot, hasta los americanos Gonzalo Zaldumbide, Rufino Blanco y Rubén Darío. Era un circuito amplio y heteróclito y, por alguna razón que aún no me explico, Montealegre no terminaría de cuajar en él. Creo que es porque Montealegre estaba del lado de los Imperios en la guerra de 1914, un motivo más que notorio para distanciarse de Francia, su enemiga y aniquiladora. Aunque volvería a París muchas veces, las amistades calderonianas no serían más objeto de su amabilidad social. Pues bien. En ese círculo de relaciones de intercambio intelectual estaba incluido Charles Maurras y sus compañeros Camelots du Roi, en ese momento en plena fama, en particular desde la célebre (y hasta hoy proscrita del mundo “correcto”) publicación de “l’Enquéte sur la Monarchie” (1902). Creo que es interesante decir –sobre todo porque es la primera vez- que García Calderón era frecuentador y lector de Maurras y que lo cita explícitamente en sus obras escritas en lengua francesa de principios del siglo XX: Lo cita al nivel de sus sin duda más caros Fouillée o Gustave Le Bon, por ejemplo. Aunque para los peruanos Maurras no significa nada, la historia europea lo tenía, hacia el primer tercio del siglo XX, como la figura más prominente del pensar político después de Carlos Marx.
Bien. Aunque cueste creerlo, debido a la distorsión a la que está sujeto el pensar histórico peruano, Montealegre fue desde muy joven un firme monárquico institucional. Defendió la monarquía como el sistema más apropiado de gobierno para el Perú en 1905 y luego –de manera más interesante- en 1910, en su célebre La Historia en el Perú (cuyo ejemplar original tengo. Esta defensa, que parece algo desafortunada, era el resultado de sus estudios en filosofía de la sicología colectiva de esos años, sumados a un diagnóstico contrarrevolucionario de la entonces apenas centenaria historia política de esos pedazos infelices del Imperio Español que son las repúblicas latinoamericanas. Sabemos del propio marqués que para esa fecha (o sea, tres años antes de ir a Francia) aún no había leído a Maurras. Eso no importa, sin embargo, pues las tesis maurrasianas las conocía a través del libro Le Pérou Contemporain de García Calderón (1907)y, en todo caso, volvería a leer de ellas en 1912 y 1913, en que su amigo volvería a la carga con argumentos maurrasianos en otros libros. Debemos situar para el tiempo posterior de la estancia europea de 1913-1914 su acercamiento al tradicionalismo monárquico y, posteriormente, al religioso, esto por la influencia de los españoles Vásquez de Mella y el Marqués de Cerralbo, proceso que culminaría en posturas sin más propias de la contrarrevolución europea a la vez antimoderna y antidemocrática.
Aquí viene el episodio que nos interesa. Montealegre se fue de París a Roma una primera vez en enero de 1914. Ignoro cuándo regresó a la antigua capital de los Capetos, pero estuvo allí hasta setiembre de 1914, ostensiblemente del lado del Káiser y el Emperador de Austria y Rey de Hungría Francisco José, de buenas a primeras, sin interés de hacer polémicas con la gente francesa. No mucho tiempo después preguntó en París cómo hacer para entregarle sus libros a Charles Maurras, en carta perdida, pero cuya existencia sabemos por la publicada Carta a Francisco García Calderón del 7 de marzo de 1917, incluida en las obras completas del Marqués de Montealegre impresas en Lima, t. XVI pp. 718-719. Es evidente que quería mandarle a Maurras su “Elogio al Inca Gracilaso”, salido de la imprenta en 1916, con la intención de ofrecerle, además, ejemplares de las obras de fechas anteriores. Maurras no sabía español, así que el regalo no podía albergar propósitos académicos, ni podía ser una presentación personal o una manera de darse a conocer, sino que constituían un halago personal, una ofrenda, un detalle. El sentido común dicta que una acción de esta naturaleza sólo tenía sentido si ambos personajes se habían conocido personalmente. En 1917 no hubiera bastado con que se conocieran de oídas –digamos- pues eso no justifica que Riva-Agüero albergara la esperanza de que Maurras conservara sus tan valiosos (e inútiles) obsequios y no los tirara a la basura, por ejemplo. Si Maurras hubiera sabido español, sin duda, otro sería nuestro dictamen, pero no lo sabía. Uno podría preguntarse por qué, si estaba tan dispuesto a halagar a Maurras, éstos no se habían escrito entre sí, por qué no se hicieron amigos, por qué no aunaron fuerzas, cruzaron materiales o contactos, pues no hay rastro razonable ni siquiera de meros saludos entre ellos, algo bastante más extraño si se considera que Montealegre, desde 1921, regresó innumerables veces a París. Para cualquier historiador de las ideas queda claro que la distancia con Maurras obedece a las mismas razones que alejaron a Maurras, nacionalista y antigermanófilo, debía haber tenido algún punto tenso en su trato con Montealegre poco antes de la Primera Guerra Mundial, tan favorable el marqués a la causa de la Europa de los grandes imperios y tan pronto deplorador de la política nacional francesa de esa época.
Hasta aquí, querido Gabriel, el misterio de si se conocieron Montealegre y Maurras o no. Es evidente que sí se conocieron. Si Montealegre era el mejor amigo de García Calderón, y éste era del circuito de Maurras (y afines), su lector y consumidor editorial, resultaría increíble que no le presentara en París, en 1913 o 1914 a su mejor amigo, el monarquista peruano, la gran promesa reaccionaria de las letras americanas, quizá la única de su tiempo. Quien no pareció perdonar el incidente sobre Alemania, curiosamente, fue Maurras, quien sobreviviría a la Segunda Gran Guerra de parte de la República de Vichy. Sólo deseo agregar que, a pesar de no cultivar la cercanía personal de Maurras, Montealegre llegaría a ser virtualmente un agitador maurrasiano, trabajó en las décadas siguientes en el circuito de la contrarrevolución española del bando maurrasiano, justamente, contribuyendo a la difusión de las ideas de Maurras en círculos españoles. En el Perú, claro está, Montealegre era maurrasiano en privado, como no cabe de otra manera en un país signado por la revolución, como lo son los países de América Española; hay que tener muchas claves históricas, filosóficas y políticas para –como yo- ver la inmensa cercanía y la admiración por sus ideas. Ésta se haría patente más que nunca en 1936, en la fundación del partido peruano Acción Patriótica, una entidad cuyo modelo es la Acción Francesa de Maurras. Prometo escribir del asunto en otro momento.
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12 comentarios:
He leído el nuevo articulo con gran interes y aunque no domino muy bien estos temas, me parece muy interesante y lo felicito.
He leído también su artículo y me hice una pregunta que para ser sincera no he sabido cómo responder, ésta sería: ¿Qué relevancia tiene Charles Maurras en el pensamiento político peruano?, ¿no será una pura exquisitez europea de su parte?
Queridos alumnos:
¡Un verdadero asalto estudiantil!
Hablaremos de eso que plantean en clase. Les agradeceré no publicar comentarios banales.
Un abrazo,
Víctor Samuel Rivera
Vaya , que sorpresa
mire usted y no será esa una pregunta incauta. Pero como tu enseñaste a no hacer caso a las zonzeras pues creo y un blog, al cual todos tenemos acceso, se lo merece , lo patético o cojudo es que sea un tema tan interesante como Riva aguero; al cual sabe usted bien que le he dedicado algun tiempo para repasarlo, así como al celebrado antropologo Maurras
Estimado Miguel Coronado;
Como usted habrá visto, nunca he suprimido sus comentarios. Mi política es que si alguien tiene el valor de firmar un comentario, bien vale la pena que asuma su responsabilidad. Respecto de los temas que usted dice leer, creo que cualquiera que lo conozca puede saber de la seriedad de lo que sobre el tema afirma.
Ya que usted firma sus cosas, ahí las dejaré.
Te regalo con esto:
http://es.youtube.com/watch?v=P_jI15Hb9P4&feature=related
http://es.youtube.com/watch?v=P_jI15Hb9P4&feature=related
Dosifica los comentarios. En otro momento tre daré mis alcances. Te felicito por la novedad de tus temas.
Estimado profesor Rivera:
Usted enseña que hay pruebas definitivas de la amistad de Montealegre con este Maurras. ¿Podría darlas a conocer? Resulta qe googlenado se descubre que Maurras era un intelectual francés famoso y como que este tratamiento suyo deja las cosas a medias.
Sus alumnos
Lo que aquí he adelantado es parte de un texto grande que está en proceso de composición, y les imploro tengan paciencia. Maurras fue un pensador político muy importante, cuya situación en la cultura francesa y europea cayó en desgracia como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Él colaboró en la República de Vichy. Fue un gran nacionalista, influenció notoriamente en la Generación peruana del 900 y hoy su obra está en plena recuperacioón en el ambiente universitario, en búsqueda de respuestas nuevas a los retos de la posmodernidad política y la crisis global de la democracia.
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