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Progresismo desde el 11 de setiembre
Apuntes de ontología de la actualidad
Víctor Samuel Rivera
Universidad Nacional Federico Villarreal
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El 1 de abril la Agencia EFE hizo circular en el mundo la noticia de que el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, acusó a la Presidente de Chile, Michelle Bachelet de poner en peligro la unidad latinoamericana. El nudo de la polémica es que Bachelet invitó al Vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden y al Premier de la Reina de Inglaterra, el socialista Gordon Brown, a la cumbre de países progresistas.
Lo primero que uno puede destacar en la afirmación de Chávez del 1 de abril es que en realidad subyace un problema de semántica política: sobre qué o quién define a alguien o a algo como “progresista”. En realidad se trata de una cuestión ontológica, pues es referida a los criterios de algo, definir qué es o no algo; en este caso ser progresista o ser liberal. El ya preguntarnos por estros límites manifiesta una incertidumbre, y es esa incertidumbre en la que tiene lugar una verdad, una verdad acerca de quién, qué y cómo es posible la realidad de ser progresista. Ocurre, pues, un milagro: Nos guía lo que no entendemos; vamos donde no entendemos y tal vez no queremos. Respecto de los límites del progreso, su ingreso en la incertidumbre significa que están descentrados, esto es, que puede haber progreso en direcciones que se relacionan entre sí de manera polémica, incluso de manera altamente política en la línea de la oposición amigo-enemigo. No estamos sólo ante una terrible irregularidad semántica; estamos ante el ser del acontecer, pues tenemos progreso, y lo tenemos en varias direcciones que, por ser antagónicas políticamente, implican la desarticulación de la idea más básica de que un evento político es “progresista”. Por eso no entendemos y no queremos. Desde la hermenéutica creemos que a todo esto subyace en realidad una cuestión ontológica más profunda en la que se instalan los límites que buscamos, en la que lo que no entendemos, para que ocurra, debe ser comprendido. Como hermenéutica es de la interpretación histórica, en este caso de la izquierda y la derecha, de lo progresista y de su opuesto que gira en torno de una patencia extinta. Nos interesa aquí establecer los límites de la incertidumbre, aclarar el bosque de un progreso que no es ya el mismo para todos, en parte para hacerlo el mismo. Esto es ontología de la actualidad.
Estamos ante una experiencia presupuesta conflictiva respecto de la idea del progreso y lo liberal que vamos a intentar tratar ahora. Se trata de una apertura de sentido para “progresista” que lo sitúa fuera de los márgenes de lo “liberal”.
Nuestro problema subyace a una apertura de conflicto político. Para Estados Unidos e Inglaterra, el “progreso” se define con los rasgos criteriales de lo que hace tan sólo una década se consideraba “el pensamiento único”, la koiné política de la aldea global. Esto se traduce en la imposición de los criterios de democracia liberal, los derechos humanos liberales y el libre mercado; estas palabras expresaban realidades normativamente comprometedoras, pero “progresistas”; eran comprensibles en los países progresistas y no lo eran en los canallas: Allí su modelo de “progreso”. Como fenómeno del acontecer, es fascinante que Chávez tenga en su agenda de Estados que hay que llamar “progresistas” hoy a los mismos Estados Canallas y sus aliados, países políticamente incorrectos, que notoriamente no son democracias liberales, sino teocracias, regímenes políticos totalitarios, Estados étnicos nacionalistas o –en el más feliz de los casos- países que tienen buenas razones para desconfiar del libre mercado (los países latinoamericanos del ALBA), que estimulan la vida religiosa (como Rusia), la adhesión nacionalista, sea como fuere ésta entendida (Bolivia o Rusia), no hay ya respeto a la libre propiedad (Venezuela) y hay una tendencia marcada al control de la información. Pero estos Estados son progresistas y Estados Unidos no es progresista.
Tratar del progreso y el liberalismo, la modernidad, el nihilismo u otros términos en filosofía política es un motivo lícito de desconfianza en el lector especializado, en particular porque hay una larga tradición académica que atiende a la precisión como un requisito del pensamiento, un requisito originalmente tomado de las ciencias naturales, pero que no por ello puede desatenderse. Esto ocurre de manera particular en los términos políticos que, cuando se transponen a la hermenéutica de la vida cotidiana se refieren de modo inevitable a oposiciones polémicas, muy en particular con los deudores de las tradiciones de lenguaje conceptual liberal que se relacionan con la filosofía analítica. Las oposiciones polémicas son importantes en política, pero son indeseables en filosofía. No puede haber filosofía de la política, sin embargo, si esas oposiciones son olvidadas.
En primer lugar, intentamos articular un lenguaje hermenéutico político referido a la actualidad del acontecer. Pero esto presupone desde siempre las oposiciones no deseadas por el especialista. No hay que preocuparse mucho por eso. Pero las oposiciones son interesantes aquí porque constituyen un acontecer, esto es, son el despliegue de una realidad que pasa, que en este caso es la de los criterios de “progresista” que hay que seguir para ser incluido en la lista de “países progresistas”, en ninguno de los casos expresión apropiada para Estados Unidos. Hay un rasgo peculiar en la expresión citada del Presidente de Venezuela que sugiere una ambigüedad particular relacionada con el contraste progresismo/ liberalismo, que es el que se haya en realidad detrás de sus declaraciones. Chávez nos hace pensar en la manifiesta contraposición conceptual liberalismo/ revolución. Resulta que lo liberal no es revolucionario. ¿Quién ha olvidado –sin embargo- que el origen del liberalismo es la revolución? El liberalismo es para los filósofos la filosofía que puso en marcha la revolución de las Luces, la Ilustración, “el programa normativo de la Ilustración”. Pero el sentido revolucionario de la Ilustración viene afectado –como ha sido puesto ya de relieve por Vattimo- por la situación hermenéutica. En esta situación es un hecho que el programa entero de lo significado por “liberalismo” manifiesta la verdad de su opuesto como vigente y no importa quién sea el opuesto. Allí donde está el liberalismo es verdad la vigencia de su opuesto, sea lo que sea su opuesto. Por alguna razón lo revolucionario y lo progresista se intenta definir en una situación histórica en la que resulta que es más progresista lo que puede explicarse desde la Ilustración, pero no hacia ella.
En filosofía es notorio que esta situación hermenéutica que referimos es reciente, y por eso nos admira. En la teoría pudimos constatar el triunfo social del liberalismo en la década de 1990, en que el pensamiento único parecía exitoso tanto en la teoría como en la práctica. Coloquemos un hito en el ataque antiliberal del 11 de setiembre contra las Torres Gemelas de Nueva York. Para el espectador, cualquier acontecimiento imaginable no comprendía este hecho, pero este hecho sucedió. En hermenéutica reconocemos el ser en los hechos significativos; en los hechos inolvidables y terribles. La muerte de alguien querido, la traición de un amigo entrañable, un hecho factual que transforma el significado de los hechos futuros. En el mundo político estos hechos se identifican polémicamente, se reconocen en contextos en los que cambian las expectativas de ciertos agentes. “Ya no es lo mismo después de esto”, decimos. Nada es igual si la Bolsa de Nueva York ha quebrado. No es lo mismo, por ejemplo, si el calentamiento global hace desaparecer violentamente el agua potable en unos meses, que si tarda lo mismo 40 años, si nuestros parientes mueren de cáncer en semanas a que tarden en morirse por la misma causa la vida entera. Los acontecimientos cambian las “chances” –diría Vattimo. Incluso para el más conservador, que desea que todo siga igual, cambia la perspectiva de sí mismo. En algún sentido el ataque del 11 de setiembre fue una chance y, en ese sentido, hizo vigente lo que esa chance iba a significar. Después del 11 de setiembre del 2001 no tiene ya sentido pensar que el liberalismo es el pensamiento único, porque otro pensamiento ha destruido las Torres Gemelas. El otro pensamiento, pues, es vigente. Es importante observar que no necesariamente estamos de acuerdo con lo que efectivamente ocurrió esa fecha tan trágica para los habitantes de Nueva York. Lo importante es que ese evento impensable cambió el significado del pensamiento del liberalismo, lo mismo que la caída del muro de Berlín cambió el significado del comunismo para siempre.
En la hermenéutica la facticidad guarda una relación con la deliberación y el cálculo racional de ventaja. Esto quiere decir que la praxis impone razones. Cuando esas razones transforman el significado de las expectativas el carácter normativo de los hechos se transforma, gira, se bifurca o se trastoca. En el trasfondo del 11 de setiembre se hizo real una vigencia de la radicalidad del otro, que se legitima así por la fuerza en el orden de la praxis. Fue el acontecer de lo ilustrado como algo en competencia con lo ilustrado. En la vigencia plena del pensamiento único este acontecimiento no tiene sentido; una vez ocurrido, es el pensamiento único el que deja de tener sentido y, por tanto, lo que ha perdido su sentido es el liberalismo como expectativa, que, en el mejor de los casos, ha dejado de ser la única expectativa. En los usos ordinarios de “liberalismo” se da por hecho una referencia a la Ilustración y, de manera más amplia, al programa normativo de la modernidad, que fenómenos como los atentados de Al Qaeda ponen en cuestionamiento. No se trata de que Al Qaeda sea vigente, sin embargo, sino que la negación es vigente, pues aunque el horror del hecho dificulte aceptar a Al Qaeda, es un hecho irreparable que existe la negación, que puede haber un no, y que ese no tiene una realidad. Hasta antes del 11 de setiembre, el no era teoría. Desde el 11 de setiembre, el no es la hermenéutica de la práctica humana. Hablar del liberalismo es también hacer frente a su oposición. Es claro que ésta no es meramente retórica, sino que apunta a ejercicios efectivos de resistencia, oposición o alternidad con los otros, que toman rasgos del 11 de setiembre. Esta afirmación pretende extenderse incluso aun cuando en los usos ordinarios hay una contraposición retórica, por ejemplo, el liberal puede referirse al Jefe religioso de Irán como un reaccionario, pero eso es cierto en una semántica de oposición polémica frente al liberalismo. A nadie escapa que Irán es aliado del régimen de Chávez y que quienes apoyan a Chávez de una u otra manera son también aliados de la teocracia iraní. Pero he aquí el punto: Para Chávez tanto como para los clérigos de Irán tomarse en serio ser progresista es tanto como asumir el significado destinal del 11 de setiembre.
La semántica común que se presenta como apertura histórico destinal del liberalismo ha sufrido una extraña revolución. Lo progresista se vincula con un acontecer de ruptura frente y en contraste con lo liberal. El ejemplo dramático con que he intentado explicar este asunto no implica una adhesión ni una simpatía con sus consecuencias morales personales. Implica sí la exposición que hace el hermeneuta de la alternidad entendida como un claro que se hace manifiesto en el bosque. La alternidad - parece querer decir Chávez- se instala como un factum hermenéutico fundamental que es también el acontecer frente al otro más primigenio de las oposiciones políticas en la actualidad. “Liberalismo”, que parece una palabra vacía, es el fondo hermenéutico de las iniciativas por un mundo futuro que se presenta bajo expectativas no ilustradas. El 11 de setiembre vino al caso que la utopía liberal de mostró ser enemiga en el seno de su tragedia, lo que hace sospechoso incluso aceptar las consecuencias normativas del programa con el que se identifica. ¿No es acaso ese programa el trasfondo de la violencia del otro?
Es un hecho manifiesto que aún un sector de la humanidad –y más aún la humanidad occidental- se identifica con el programa de la Ilustración, y ve el progreso y lo progresista en el avance de lo liberal en una historia liberal, en la que los derechos humanos liberales, la democracia liberal y la liberal economía de mercado triunfan inmutables en una expectativa de un mundo único e irrebatible. Pero es manifiesto en la experiencia histórica y en los lenguajes político sociales que una agenda progresista corre paralela al evento de no, que dice que no, y ese no no es una teoría, sino es el acontecer efectivo de la negación, sombra que se extiende sin límite, como una marcha para evitar o saltar por sobre las consecuencias del mundo liberal. Al Presidente Chávez la “unidad latinoamericana” le parece más “progresista” que los programas fácticos del Parido Demócrata y la socialdemocracia inglesa. Su sentido de lo progresista es también la apertura histórico destinal de un camino, de múltiples caminos para la praxis humana que no se conciben ya a sí mismos bajo nada que sea históricamente “único” y donde lo único ha literalmente saltado por los aires. La ontología de la actualidad vislumbra otros caminos cuyo acontecer, sin embargo, cuyo significado y cuya práctica dejaremos que muestre el Ser mismo.
Datos personales
- Doctor en filosofía. Magíster en Historia de la Filosofía. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Crío tortugas peruanas Motelo y me enorgullezco de mi biblioteca especializada. Como filósofo y profesor de hermenéutica, me defino como cercano a lo que se llama "hermenéutica crítica y analógica". En Lima aplico la hermenéutica filosófica al estudio del pensamiento peruano y filosofía moderna. Trabajo como profesor de filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; he trabajado en Universidad Nacional Federico Villarreal desde 2005. He sido profesor en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima hasta 2014. He escrito unos sesenta textos filosóficos, de historia de los conceptos, filosofia política e historia moderna. Tengo fascinación por el pensamiento antisistema y me entusiasma la recuperación de la política desde el pensamiento filosófico. Mi blog, Anamnesis, es un esfuerzo por hacer una bitácora de filosofía política. No hago aquí periodismo, no hago tampoco análisis político de la vida cotidiana- De hecho, la vida cotidiana y sus asuntos no son nunca materia del pensamiento.
jueves, 2 de abril de 2009
Liberalismo y progresismo
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12 comentarios:
Samuel
he leido completo tu articulo y como que ha quedado en el aire la ontologia de la actualidad, siempre acuérdate que no todos somos filósofos
felicitaciones
Estimado Victor Samuel:
Siempre es un gusto leerte.
Mi primera observación es sobre el problema conceptual de asociar liberalismo político con liberalismo económico. Creo que Chavez y la mayoría de políticos no hacen esa diferencia (precisamente por razones políticas maquiavelicas que no son las razones de la filosofía política). de la misma forma que no se puede identificar capitalismo con liberalismo. Los mercantilistas eran capitalistas y no eran liberales.
Otro asunto es la manipulación retórica del término progresista que, historicamente es una corrupción del concepto de progreso, que, como tu bien sabes. tiene sus raíces en la teología de San Agustín.
Espero tu texto completo para comentarlo mejor
Un saludo
Hola Marina.
La "ontología de la actualidad" es una propuesta de Gianni de la década pasada por incorporar la hermenéutica como pensar del presente, en una analogía a un tipo de filosofía sociológica-empírica de inicios del siglo XX, lo que él considera es resultado del descrédito de las grandes verdades y la posición del pensar en el fin de la metafísica.
VSR
Estimado Dick;
1. En efecto, en mi artículo no se distingue liberalismo económico de político. No por razones teóricas (que las hay: una antropolgía social individualista y escéptica), sino por razones que atienden al evento. O sea: en la realidad efectiva, en la "historia efectual" del liberalismo, ambas posiciones se han fusionado. A eso se llamaba "pensamiento único", que se ha vuelto un paquete. Eso se observa en el libro Tras el consenso de Miguel Giusti, por ejemplo, cuya reseña por mí está por aparecer estos días. Es el liberalismo como pensamiento único el problema aquí, no el capitalismo ni la democracia.
Sin duda Chávez no parece estar enterado ni de las diferencias ni de las fusiones.
2. Sobre el progreso, es una secularización de la idea cristiana de la historia de la salvación. Aquí trato del progreso desde el punto de vista de la historia conceptual y es -por tanto- parte de una hermenéutica del presente.
Siempre es un honor contestar preguntas dichas con inteligencia.
VSR
La visión religiosa ultramontana que usted suscribe desde la política ¿No podría ser coinsiderada pensamiento único?
Estimado anónimo;
1. Sobre el ultramontanismo, he contestado a ese tema en el post anterior, "El evento de Pedro III". Mira allí los comentarios.
2. "Pensamiento único" es un término técnico, no una frase hueca. Se refiere a los supuestos "consensos" globales posteriores a la caída del mjro de Berlín, en particular el de "los países democráticos", esto es, la OTAN. Estos consensos identifican libre mercado y democracia, ésta ultima muy influenciada por lo que John Gray llama "democratismo totalitario". Una derivación del universalismo aplicado a la vida social (planetaria, ya que "global") que se fusiona con el individualismo metodológico de los liberales tradicionales, que sirve tanto a la economía de mercado como a la parte "democrática" del democratismo totalitario.
El marxismo y el anarquismo son las únicas concepciones que pueden ser candidatas a rivales del "liberalismo" como "pensamiento único", pero en la historia social del Occidente nunca hubo tal cosa como un "pensamiento único" comunista o anarquista, pues para eso serequiere un control fáctico planetario que esas ideologías nunca han tenido.
3. No hay nada en el Cristianismo en sí mismo que pueda vincularse con el afán de dominio del pensamiento único. No en vano, el pensamiento único surge como consucuencia de la historia del rechazo epocal y el declive del cristianismo.
El pensamiento cristiano pone la última palabra en Dios; el demócrata totalitario en las instancias humanas del control burocrático global (la Corte Penal Internacional, el Banco Mundial, el FMI, etc., instituciones tan manifiestamente al servicio de ya sabemos quién).
Dispuesto estoy a escuchar alegatos en contrario.
La Iglesia controla a sus fieles (como es natural), los liberales quieren controlar a sus diversos. Nada puedeser mástemible, creo, que una ideología con afán omnipotente y con la capacidad
real efectiva de control a través del estado de la técnica avanzada.
VSR
Víctor Samuel
te aconsejaría revisar el borrador de la conferencia ya que parece que lo has recortado eliminando referencias
Estimados lectores;
He leido atentamente el extracto que les he ofrecido y compruebo que requiere de enmienda. Muchas gracias por la atención en hacérmelo saber y ayudarme en la calidad del resultado. Prometo colocar la versión corregida mañana 7 de abril, la misma que será colgada en pdf después en la versión para la Biblioteca Virtual de Pensamiento Político Hispánico Saavedra Fajardo.
Disculpen la molestia, pues comprendo que mis posts son largos y trabajosos de leer y eso exige de mi parte esmerarme en las ediciones.
¡Estoy tan ocupado!
VSR
Queridos lectores:
El texto presente ha sido sustancialmente modificado con reflexiones sobre el 11 de setiembre desde el 6 de abril de este año.
VSR
Pronto comentaré algo interesante. Estoy sin tiempo ultimamente. Pero pronto.
Saludos... =)
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