Víctor Samuel Rivera

Víctor Samuel Rivera
El otro es a quien no estás dispuesto a soportar

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Doctor en filosofía. Magíster en Historia de la Filosofía. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Crío tortugas peruanas Motelo y me enorgullezco de mi biblioteca especializada. Como filósofo y profesor de hermenéutica, me defino como cercano a lo que se llama "hermenéutica crítica y analógica". En Lima aplico la hermenéutica filosófica al estudio del pensamiento peruano y filosofía moderna. Trabajo como profesor de filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; he trabajado en Universidad Nacional Federico Villarreal desde 2005. He sido profesor en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima hasta 2014. He escrito unos sesenta textos filosóficos, de historia de los conceptos, filosofia política e historia moderna. Tengo fascinación por el pensamiento antisistema y me entusiasma la recuperación de la política desde el pensamiento filosófico. Mi blog, Anamnesis, es un esfuerzo por hacer una bitácora de filosofía política. No hago aquí periodismo, no hago tampoco análisis político de la vida cotidiana- De hecho, la vida cotidiana y sus asuntos no son nunca materia del pensamiento.

jueves, 29 de marzo de 2012

El evento: Marxismo y Cristianismo renovados. Alianza entre la religión y los marginados del pensamiento único


El evento: Marxismo y Cristianismo renovado. Alianza entre la religión y los marginados del pensamiento único

Nota
Víctor Samuel Rivera

Por vía particular, sabemos que Fidel Castro está muy cerca del Cristianismo, del que se rumorea ha recibido, a través del Papa, la recuperación de su condición de creyente.

El Patriarca de Occidente se reúne con Fidel Castro. Éste diserta sobre el rol de la nueva Iglesia y la revolución: la Iglesia renovada por una nueva hermenéutica, por la recuperación de la liturgia, el regreso de los estudios de San Agustín y los antiguos padres de la Iglesia y místicos. El comunismo, el nuevo comunismo, reconoce en el Cristianismo su aliado para enfrentar el poder declinante del nihilismo, al que debemos la cercanía del fin final de la Tierra. Hugo Chávez, convocado a La Habana por una enfermedad terminal, hombre religioso y católico, líder indiscutible de la nueva América expecta, tal vez desde una discreta oficina de una clínica. Una llamada divina lo hizo partícipe -como ya es- de la integración de religión y política progresista en el nuevo orden, el nomos nuevo de la Tierra después del fin del liberalismo.

El video habla por sí solo.

Caetera desiderantur...

martes, 27 de marzo de 2012

La revolución del Papa (notas de ontología de la actualidad más actual). ¡El nihilismo ha muerto!





El Papa en Cuba

Del fondo del abismo sale el rumor: "¡El nihilismo ha muerto!"

Víctor Samuel Rivera


Lamento estar demasiado ocupado y no tener la disponibilidad de tiempo que requeriría un post filosófico, uno que muestre y exprese en el brillo peculiar del rayo la gran revolución que se anuncia, y que se hace. El Papa es recibido en América Latina. Un atroz terremoto de grado 7.9 lo esperó primero, los elementos en anuncio de un nuevo horizonte sacude México, la antigua Nueva España. En El Origen de la obra de arte (1934), un ensayo de Heidegger que citamos aquí concierta frecuencia, su autor toma una ruptura de la Tierra para significar un horizonte nuevo de interpretación, en particular del mundo histórico-social. La apertura del abismo, el quiebre, la ruptura que, de pronto, hace visible lo oculto bajo el suelo simulador. Un novum asuma desde el abismo, allí donde había llanura hay hoy una mirada penumbrosa y fascinante.

De pronto, el abismo es encuentro de los contrarios. Entre la bruma extraña de los antiguos enemigos, una nueva historia de los vencidos se emplaza en el hoyo del abismo. Hubo un tiempo, ¡tan cercano! en que el lenguaje de la "Aldea Global" y "el fin de las ideologías" aplastaba en un solo movimiento no ya a unos vencidos, sino a la totalidad del género humano. Pero hoy los derrotados que el liberalismo quiso aplastar hasta ayer se muestran triunfantes. Un cataclismo es la atmósfera ideal para mostar el carácter milagroso de esta sociedad, que es también fundación y don. El Papa defiende la Isla ahora del embargo que durante décadas la Gran Ciudad, la Ciudad del Comercio, había usado para erradicar a su enemigo, la Gran Isla, la Heroica. El terremoto es fiesta de la Tierra ante un nuevo lugar para lo santo. Ya en América, el Santo se dirige allí a una isla en forma de nave, que viaja oronda llena de regalos para el heraldo. Una nave: una nave que viaja frente al mundo nihilista, que le sonríe desde sus riquezas caducas. Hasta hoy la Isla era sola, lo que en la Biblia sabemos significa desamparada, sin marido. Eso era, pero ya la mujer sola no lo estará más.


Llega el Papa a la Isla, esa heroica, la Gran Isla, la nave del evento. Ha resistido 40 años las embestidas de la terrible marejada del nihilismo, sola, en su nave. 40. El tiempo bíblico de la prueba. Pues 40 días vagó Noé sobre la nave por entre la Tierra devastada por el Diluvio. 40 días pasó Jesús en el desierto. La Isla, la Grande y heroica Isla, ha sobrevivido al nihilismo y al pensamiento único a su manera, en la forma del comunismo. Hoy la Isla es el lugar de un nuevo comunismo: el comunismo que tardó una prueba de 40 años para encontrarse con el Papa. En la Isla el régimen de la revolución ha decretado tres días de asueto, para que ningún obrero tenga motivo para desairar al Santo Padre. Y el Papa, que en América Latina es también el padre de los pobres, representa lo santo al que la Tierra hace una incontrastable reverencia al anunciarlo con un cataclismo. 


El que entienda, que se alegre.

¡Vivan los tiempos nuevos, donde resuena eterno el Evento! ¡El misterio y la disidencia en nupcias! Alianza de los vencidos en la nueva historia donde, desde el pasado común de la nave y su visitante donde cundió alguna vez el dinero, los sobrevivientes portan el mensaje: ¡El nihilismo ha muerto! Un nuevo rumor corre ahora, aunque no por Europa, sino por esta América, cuyo rumor juntó en una misma visita al Presidente Hugo Chávez, a la familia reinante de Cuba y al Patriarca del Occidente. Atentos al cataclismo del acontecer.

Caetera desiderantur...

viernes, 23 de marzo de 2012

Hans-Georg Gadamer/ Recordatorio de Santiago Zabala


Ten years without Gadamer
Santiago Zabala


Tomado de Aljazeera

Hans-Georg Gadamer, one of the greatest philosophers of the 20th century, died ten years ago, at the age of 102. As the last representative of the great German philosophical tradition of Leibniz, Hegel and Husserl, he is remembered all over the world with conferences, publications and tributes. This is a man who not only witnessed the sinking of the Titanic and the terrorist attacks of 9/11, but also wrote one of the last texts that could be considered a classic in the true meaning of the word: Truth and Method. This book, which he published at the age of 60, has been translated into a dozen languages. It outlined a new philosophical position that responded to our time by evading solutions that were hierarchically ordered in an absolute transcendental system: hermeneutics, the philosophy of interpretation.

Gadamer was not simply an academic who managed to attract a number of followers, but a true philosopher whose interlocutors were such distinguished thinkers as Jean Grondin, Gianni Vattimo, Jacques Derrida, Jürgen Habermas and Richard Rorty.

When Gadamer turned 100 on February 11, 2000, my philosophy teacher told me to drop everything to travel to Heidelberg, where the last living German master was being honoured by many of the world's philosophers, intellectuals and politicians, including the president of Germany. It was incredible to see a philosopher who worked together with Paul Natorp, Nicolai Hartmann, Martin Heidegger, Hannah Arendt and Theodore Adorno signing volumes of his complete works and shaking everyone's hand as if they were all friends. But what must we remember about Gadamer today?

As with so many great philosophers, Gadamer was also a convinced traditionalist who believed that one of the unfortunate widespread characteristics of our age is that it has lost touch with the interpretation of the great texts of Western culture. He was convinced that only by re-establishing ties with the classics could humanity save itself from permanent annihilation caused by techno-scientific progress. Although Gadamer never induced anyone to denigrate science, he was concerned with the exaggerated fascination that idolising it engenders - as that which can be methodologically analysed is only a tiny part of our experience. Truly knowing does not simply mean certifying and controlling, but also interpreting and dialoguing, that is, critically engaging with the truths and methods that artificially sustain our beliefs.

Human beings, for Gadamer, are creatures who must continually interpret their world, since they are not neutral, independent or objective observers, but rather existential finite interpreters, always expressing linguistically their relation to the world. If the realm of language was so important for the German master it's because it is impossible for us to know ourselves once and for all; self-understanding is a never-ending process, an activity that must be repeated, a task always still to be performed. Thus Gadamer's most famous dictum: "Being that can be understood is language," was meant primarily to underscore a crucial drawback that still today determines the limitations of many contemporary philosophers: ignorance of the other.

"The soul of hermeneutics," Gadamer always said, "consists in the possibility that the other might be right." This is why the concept of dialogue, that is, the necessity to "understand other people", was so important for him; after all, he lived through a violent century of wars, during which nobody seemed to be listening or recognising others. Probably this is what moved Gadamer in the first place to pursue and develop the hermeneutic tradition, which has always been concerned with the interpretations of others, that is, with pursuing a conversation with our tradition.

In this decade since Gadamer's death, hermeneutics has expanded internationally to the point of becoming not only one of the most respected representatives of continental philosophy, but also the greatest enemy of analytic philosophy, a philosophy fascinated precisely with what the German master feared most: science's unfettered methodological development.

Although analytic philosophy continues to control many philosophical departments in the United States and the United Kingdom by allying itself with private scientific corporations, Gadamer gave us the tools to respond to this technocratic age - by inviting us to respect and learn from others' interpretations of classic texts and authors. Although it is now ten years since Heidelberg gave sanctuary to the father of hermeneutics, hermeneutics keeps him alive by warning us of the political dangers of a technocratic culture and its submission to scientific methods.

Conferencias por el décimo aniversario de la muerte de Hans-Georg Gadamer

Conferencias de filosofía

Décimo aniversario del fallecimiento de Hans-Georg Gadamer

Se dictarán en su honor dos conferencias a cargo de los doctores Dick Tonsmann y Víctor Samuel Rivera.

Fecha: Martes 27 de mayo de 2012

Lugar: Auditorio de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, Carlos Bondy 700, Pueblo Libre (Lima)

Hora: 11:00 am

Hans-Georg Gadamer (Marburgo, 11 de febrero de 1900 – Heidelberg 13 de marzo de 2002). Es reconocido como fundador de la hermenéutica filosófica. Su obra más representativa es Verdad y método.

Rudolf Otto (Hannover, 25 de septiembre de 1869, Marburgo, 6 de marzo de 1937). Eminente teólogo alemán y un gran erudito en el estudio comparativo de las religiones. Conocido por su obra de fenomenología religiosa Lo Santo.

jueves, 15 de marzo de 2012

Actas de las II Jornadas Internacionales de Hermenéutica


Actas de las II Jornadas Internacionales de Hermenéutica
La hermenéutica en diálogo con las Ciencias Humanas y Sociales:
Convergencias, contraposiciones y tensiones

Adrián Bertorello, Luciano Mascaró (compiladores)

6, 7 y 8 de julio de 2011

ISBN 978-987-27903-0-1

Declaradas de interés cultural por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de La Nación

Estas Actas incluyen la versión más antigua (para ser leída en público) de Víctor Samuel Rivera, Evento, metapolítica y violencia fundante, aquí en pp. 476-484

sábado, 10 de marzo de 2012

La rebelión monarquista de 1911 (Parte VI)



La rebelión monarquista de 1911
Parte VI

¿Traición de José de la Riva-Agüero en 1911?


Víctor Samuel Rivera


Es significativo que la composición de Ventura de 1935 no sea la versión definitiva de Nosotros. Ésta sale a la imprenta más bien en 1946. La Segunda Guerra Mundial había terminado el año anterior y Alemania, el país de Fichte, había sido derrotada. Las perpetuas tensiones entre Francia y Alemania se habían acentuado y para entonces Francia ocupaba militarmente territorio alemán. Para colmo de males, muchos miembros de l’Action Française, incluido su líder, Maurras, habían adquirido algún grado de compromiso con la ocupación alemana de Francia durante el régimen nazi. En 1944 José había muerto. Desde la época en que Sánchez escribió Ecce Riva-Agüero, José, el Marqués de Montealegre de Aulestia, había tenido una extensa militancia nacionalista-fascista; ésta se prolongó desde el final del Oncenio hasta su muerte. Durante esa década de 1934-1944 todos los nacionalismos, desde el español hasta el japonés, encontraron en Montealegre a un baluarte intelectual y moral. No faltaron ni discursos ni dinero que no fueran dedicados a la causa del nacionalismo mundial, incluso al nacionalismo alemán tal y como éste se desarrolló entre 1934 y 1945. La gran crónica de defensa del 900 ya no resultaba muy pertinente. Su pensamiento “nacionalista doloroso” requiere ahora de un deslinde. Pero no sería un deslinde con de Maistre ni Maurras, sin embargo. Sería un deslinde con Riva-Agüero.

En la edición de Nosotros de 1946 Ventura incorporó una sub-crónica a la gran crónica de 1935. Son tres páginas en letra pequeña al pie del texto sobre José. Es remitido a un episodio de 1911, al que vamos a volver en la sección siguiente. En el texto amplio de una crónica del nacionalismo del 900 el lector comprende que se trata de un momento central en la historia del “nacionalismo doloroso”. Antes Riva-Agüero aparecía en el diseño del pensamiento generacional, que se halla en Carácter de la literatura. Pero surge ahora también como responsable de la historia de fracasos y mediocridades que en 1935 estaba reservada a los cristianos y a los personajes oscuros de la multitud. “Evoco tales hechos lejanos para dolerme de que ese gran espíritu se acobardara ante cualquier fracaso eventual”. Ventura no se lamenta de Maurras, ni del Conde de Maistre, ni del nacionalismo de Fichte, ni suprime del texto grande una alusión amable a Guillermo II. Se queja de que Riva-Agüero, quien –entendiendo a Maurras, de Maistre y Fichte-no habría aceptado en su momento que “la política es un riesgo”. De José termina deslindando no por su pensamiento, que sigue siendo el suyo propio, sino por su fracaso, en lo que termina asociado con el devoto Víctor Andrés . Este fracaso no es el de una idea, sino el de una persona. No es el fracaso del 900, sino el fracaso personal de Riva-Agüero. Todo se remite de alguna manera hasta un periodo que va entre 1911 y 1914. La sub-crónica se convierte ahora en la historia de un fracaso que sucede en 1911, cuando el Emperador de Alemania estaba aún sentado en su trono. El fracaso define el horizonte de esa historia política que se cerró para siempre entre Ventura y José cuando, en 1919, el Emperador se fue para Holanda.

Ventura –ese genio de las crónicas que era- se figura ahora 1911 como una “noche triste”. La pasaron él, Víctor Andrés y José en “un cuarto de estudiante a las seis de la mañana”. Era el contexto de una asonada revolucionaria, era el momento de los jóvenes que eran en 1911 (José y Ventura tenían 26 años); habían compartido juntos una explosión de su entusiasmo nacionalista. Ventura había regresado a Lima desde París para visitar a José. Éste se hallaba en plena redacción de un libro de filosofía política que se titulaba Concepto del Derecho. Era un texto manifiestamente nietzscheano, que se había robado una cierta retórica de Juan Donoso Cortés en torno a la legitimidad jurídica de la dictadura en momentos de excepción. La doctrina jurídico-filosófica de José se puede resumir en la frase “Todo Derecho es fuerza”; su versión definitiva enmarcaba esta fuerza en la tradición y la comprensión del pasado.

José puso en práctica la doctrina filosófico jurídica que venía elaborando en 1911 convocando una insurrección contra el Presidente Augusto Leguía, el mismo personaje del Oncenio, que en ese año cumplía su primer mandato presidencial. Leguía hizo detener a José por apología al golpe de Estado el 11 de septiembre de 1911. En función de la figura de su amigo, Ventura movilizó entonces a miles de personas en toda la ciudad. José fue liberado de la prisión como consecuencia de las acciones de Ventura. Luego Ventura –según testimonio propio- quiso coronar la victoria con un banquete para 500 invitados, “con sus cincuenta chalacos bien armados” en el Club Nacional. Era la cena en el club de la nobleza. Inicialmente, José se negó al agasajo. Volviendo al “cuarto de estudiante a las seis de la mañana” escribe Ventura: “Había yo cosechado en la tarde las primeras negativas de prudentes hombres públicos, pero estaba seguro de que mi pertinacia vencería. En cambio Víctor Andrés y José (estaban) desanimados, desencajados”. “Hasta el alba me di cuenta tristemente de que el más sutil o poderoso talento puede no estar unido a la voluntad” . Ventura no se estaba refiriendo a Víctor Andrés, que pensaba que leía al Cardenal Mercier y pensaba que “el Cristianismo es amor”. Pensaba en José, el teórico de la dictadura y los actos de fuerza. José, a cuyo libro de 1905 debía Ventura gran parte de lo que había escrito en 1935, estaba ahora en la genealogía de un concepto de nacionalidad que había fracasado por “no estar unido a la voluntad”.

El maurrasianismo peruano (esto es: Ventura) había puesto su esperanza en José, pero algo había salido mal. No sólo era un problema personal de José. Como vamos a ver, fue algo que tuvo su historia entre 1911 y 1914; aunque tal vez habría que remontarse antes, hacia 1909.

Caetera desiderantur...

martes, 6 de marzo de 2012

La rebelión monarquista de 1911 (Parte V)


La rebelión monarquista de 1911
Parte V
Víctor Andrés Belaunde en medio de maurrasianos

Carácter de la literatura del Perú independiente
Nosotros (1934-1946)

Víctor Samuel Rivera

Víctor Andrés aparece en la crónica frente al estandarte de una concepción laica de la nacionalidad; aparece bajo la sombra del maurrasianismo, el tradicionalismo positivista. En términos muy generales, toda la generación de Ventura había pasado por la lectura del folleto de Ernest Renan ¿Qué es una nación? [1882]. Renan había desarrollado una lectura liberal del concepto de nacionalidad, que interpretaba la nación como una empresa colectiva voluntaria, en la que la cohesión tenía su acento en la libertad. Esta concepción del nacionalismo debía oponerse al nacionalismo alemán, que apelaba a compromisos sustantivos, “espirituales”, esto es, de naturaleza histórica y cultural, y cuyo representante era Johann Gottlieb Fichte. Fichte se convirtió de alguna manera en la figura ideológica del nacionalismo alemán de la misma época, encarnado en la persona del Emperador Guillermo II. En el retrato de Ventura, los del 900 son unos desconfiados sistemáticos frente a una nacionalidad fundada sólo en la libertad. De hecho, en Nosotros Ventura coloca énfasis en Fichte y Guillermo II; cita el Discurso a la nación alemana (1808), que es la obra emblemática de Fichte en relación con el tema de la nacionalidad. Como en Fichte, el programa genérico del “doloroso nacionalismo” del 900 consiste en “fundar nuestro futuro optimista en nuestro más lejano pasado”; Ventura justifica esta elección en “el muy reciente era tan triste”, motivo por el cual “nos vino a todos una urgente vocación de historiadores”. El pensamiento del “futuro” era fundado “en el más lejano pasado”. Es conveniente aclarar que, en el 900, ese pasado lejano no era el de los Incas. Era el del inicio español del Perú. Lo que interesa subrayar ahora es que, en un contexto como éste, es sencillo comprender que el nacionalismo del 900 fuera “tradicionalista” en el sentido filosófico. Se trataba de fundar la patria en el pasado, en la historia de la nación. Eso es lo que hacía Maurras.

A diferencia del liberalismo de Renan, el “nacionalismo doloroso” de los del 900 no debía construirse como una empresa de libertad. “El verdadero patriotismo consiste” –escribe Ventura añadiendo una cita de Fustel de Coulanges- en “el amor del pasado, en el respeto por las generaciones que nos han precedido”. Ventura concluye de esta manera la sección de Nosotros que se titula “Materiales para un discurso a la nación peruana”. Se trata, como es manifiesto, de un discurso fichteano, pero al que se le añade una cita más de Fustel de Coulanges, con lo que adquiere un cierto toque a la vez maurrasiano y francés. Por toda seña: Fustel de Coulanges era un francés cercano al entorno cultural de Maurras. “Nada puede añadirse a esta perfecta definición de Fustel de Coulanges, que corrige y humaniza el misticismo patriótico de Fichte”. El proceso del pensamiento pasa así de Renan a Fichte. El nacionalismo que Ventura adjudica en 1935 a la Generación del 900, desde Francisco hasta Víctor Andrés, es una especie de término medio entre la empresa colectiva libertaria de Renan y el nacionalismo extremista de Fichte, aunque corrido más hacia Fichte. Pero esto no es otra cosa que una postura maurrasiana. Sería excesivo mostrar que buena parte del texto de “Materiales” es, en líneas generales, un resumen de Carácter de la literatura del Perú independiente que había escrito José. Basta con realizar un cotejo temático. No en vano Sánchez trataba a los del 900 como “generación de 1905”: eran en alusión a ésta, la gran obra a la vez nacional y maurrasiana. Ventura la estaba reivindicando como la encarnación del espíritu de su tiempo.

No es muy difícil darse cuenta de que Renan y Fichte son autores cuyas nacionalidades no habían mantenido una relación muy armónica que digamos. Renan era francés; Fichte, alemán. Entre la época de Fichte y la madurez de Ventura Alemania y Francia venían de tener una centenaria relación de enemistad. Se habían enfrentado primero a causa de Napoleón y su expansionismo revolucionario. Si omitimos el periodo de la Santa Alianza y la restauración, las relaciones entre ambos países se definieron en la guerra franco-prusiana de 1870, que fue el origen del Imperio Alemán y –notoriamente- también el final del Segundo Imperio Francés. Bajo esta consideración, es fácil notar que cada uno de los pensadores de la nación y la nacionalidad representaba una versión alternativa y que ambos eran incompatibles entre sí. El Ventura de 1935 coloca a su generación en el centro del debate, esto es, en una posición moderada, aunque es un centro –por decirlo de alguna manera- bien tirado a la derecha. Ese centro era francés, aunque algo bien distinto de Renan; era semejante en cambio a las ideas de Charles Maurras y l’Action Française.




 
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