Víctor Samuel Rivera

Víctor Samuel Rivera
El otro es a quien no estás dispuesto a soportar

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Doctor en filosofía. Magíster en Historia de la Filosofía. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Crío tortugas peruanas Motelo y me enorgullezco de mi biblioteca especializada. Como filósofo y profesor de hermenéutica, me defino como cercano a lo que se llama "hermenéutica crítica y analógica". En Lima aplico la hermenéutica filosófica al estudio del pensamiento peruano y filosofía moderna. Trabajo como profesor de filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; he trabajado en Universidad Nacional Federico Villarreal desde 2005. He sido profesor en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima hasta 2014. He escrito unos sesenta textos filosóficos, de historia de los conceptos, filosofia política e historia moderna. Tengo fascinación por el pensamiento antisistema y me entusiasma la recuperación de la política desde el pensamiento filosófico. Mi blog, Anamnesis, es un esfuerzo por hacer una bitácora de filosofía política. No hago aquí periodismo, no hago tampoco análisis político de la vida cotidiana- De hecho, la vida cotidiana y sus asuntos no son nunca materia del pensamiento.

domingo, 27 de marzo de 2011

Artículo sobre Charles Maurras y el Marqués de Montealegre de Aulestia en la Revista de la Sociedad Italiana de Filosofía Política

Estimados lectores: Les hago presente con júbilo de mi última publicación en la Rivista de la Società Italiana di Filosofia Politica, que aparece en versión electrónica. Se trata de mi primer artículo escrito en francés y publicado por una revista indexada. Como la mayor parte de mis publicaciones, ha pasado por la revisión de un jurado ciego, en este caso formado por tres miembros, académicos europeos que han calificado y aprobado mi trabajo. Debo la traducción a un joven lector de mis trabajos de Sciences-Po (París) a quien expreso mi gratitud de esta manera a la vez abierta y anónima. Para tener acceso al artículo en versión electrónica pdf (listo para imprimir), haga click aquí.

jueves, 24 de marzo de 2011

Marius André cuenta la independencia (Montealegre y Hebdomadaire, III parte)


Montealegre y la Revue Hebdomadaire (III)
La historia de José de la Riva-Agüero gran papá contada por Marius André

Víctor Samuel Rivera
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía

Marius André redacta la crónica de la independencia americana. Explica de manera feliz cómo la Monarquía Española fue invadida por Napoleón. Los grandes virreinatos americanos de Méjico y Perú son fieles a los monarcas depuestos, y se identifican con la defensa de España y el catolicismo, al que ven amenazado por la ola de liberalismo despótico del corso de pequeña estatura y grandes batallas. No se pliegan a las ideas revolucionarias de Francia, sino que las rechazan. El tirano de Europa les envía representantes del gobierno títere que ha establecido en Madrid, pero los americanos son fieles al Consejo de la Regencia. Entonces comienzan las exageraciones y las impertinencias del provenzal. Se establecen las Cortes de Cádiz y éstas promulgan una Constitución liberal. Para André los americanos “veneran al Rey legítimo”, así que ofrecen su fidelidad a cambio de unas libertades que no es muy seguro que el común de los súbditos españoles de América realmente hubieran deseado. Y luego llega 1814. El Rey Don Fernando VII, el deseado, regresa a su trono. Las profecías de Joseph de Maistre se cumplen y la contrarrevolución triunfa en todas las líneas. Napoleón tiene su merecido. Llega el retorno del absolutismo y el fin de las reformas liberales de los de Cádiz. “La separación completa es inevitable”, remata André. Éste es el punto de inflexión en que la lectura debe habérsele hecha a José de la Riva-Agüero indigesta, demasiado francesa.


El Virreinato del Río de la Plata devino –entre tanto- una república turbulenta e ingobernable. José de San Martín partió de Buenos Aires con una expedición hacia el Reino del Perú cuya finalidad era salvar lo que hoy es la Argentina de lo que en 1820 parecía el inminente retorno de los Borbones con la bandera peruana, roja y blanca, aunque algo diferente a como la conocemos ahora. Había que impedir que esa bandera ondeara nunca en Buenos Aires. Al argentino le va bastante bien. André olvida contar que en el mismo periodo una revolución liberal dejó al Perú con una guerra civil, pero José sonríe al leer que “la mayor parte de la población seguía siendo leal a la monarquía”. A los españoles les va muy bien y reocupan Lima, donde son recibidos por la nobleza, el clero y el pueblo. El pobre argentino quiere el apoyo de Simón Bolívar pero –como ya sabemos- este hombre cree que es Napoleón y baja desde el norte decidido a conquistar el mundo. El argentino debe regresarse de donde vino. En el camino, una minoría de nobles irresponsables “hace la Constitución democrática perfecta” y proclama la República: “el gobierno fantasmal de Lima” –escribe André en referencia a los rebeldes republicanos- llama a Bolívar en su auxilio. Y entonces aparecen dos traidores en esta historia. Son dos traidores a las nuevas ideas políticas. Ahora, de pronto, todo aparece de cabeza. Los malvados son los españoles, que se niegan a conceder libertades; los buenos son los republicanos, pues quieren la independencia.

Malos, los malos, los que nos interesan. Ésos son, en la historia de André, no los españoles, ni los monarquistas, sino los traidores a la República. Son los republicanos, los que se impulsaron la república y luego echaron marcha atrás. Se entiende que son malísimos porque se interpusieron en el proceso de independencia, que es lo que André está conmemorando con su crónica. Uno de los malvados traidores era el Primer Presidente de la República, José de la Riva-Agüero y Sánchez Boquete. El otro traidor era el Marqués de Torre-Tagle. El primero era nada menos que el último Marqués de Montealegre y el bisabuelo de José, cuyo crimen era haber intentado negociar una solución con el último virrey absolutista. El gran papá Riva-Agüero “pacta con los enemigos” por lo que “resulta depuesto”. Su traición “libera la capital y las tres cuartas partes del país a los españoles”. En rigor, todo lo que está escrito en este último párrafo es más o menos cierto, sólo que es excusable y no es tan espantoso como André lo hace aparecer, atendiendo a las circunstancias. Pero el texto tiene sus propias circunstancias. La revista Hebdomadaire era leída en Lima y el abuelito quedaba como un miserable. Claro está, no es que todo el mundo comprara en el quiosco su revista Hebdomadaire. La leía la élite de Lima, esto es, por los descendientes de Torre-Tagle y Riva-Agüero, por los Osma, los Pardo, los Puente y las demás familias de la antigua nobleza. Esto quiere decir: trataban al abuelito como un canalla delante del sector social al que el propio Montealegre pertenecía. Para colmo, lo hacían a través de un escritor monárquico, en una revista que tenía relación con Ventura y Francisco García Calderón, donde además el tema era un ejemplar de homenaje a la nación peruana por el centenario de su independencia. José era historiador. Estaba siendo dejado en ridículo. Para colmo de males, Riva-Agüero estaba en ese mismo momento en París, donde llevaba apenas unos meses instalado. Montó, pues, en cólera, y escribió una refutación del artículo de André. Lo más probable es que haya ido personalmente a quejarse a las oficinas de la revista. Pero Hebdomadaire nunca publicó nada de Riva-Agüero. Literalmente, debe haber ido a quejarse, haber tenido un altercado y los franceses lo mandaron al diablo.

Caetera desiderantur…

jueves, 17 de marzo de 2011

El compromiso del espíritu actual


El compromiso del espíritu actual

con Gianni Vattimo en Turín


Otros autores:
Editor literario: Oñate, Teresa

20,00 €

Lugar y fecha de edición: Cuenca 2010
Editorial: Alderaban Ediciones, S.L.
Páginas: 351
Encuadernación: Rústica
Medidas: 24 cm. Idioma: Español
ISBN(13): 9788495414779


Estimados lectores y amigos

Les hago presente que ya se halla en circulacíón en el Reino de España y la República Argentina un colectivo en honor al pensamiento de Gianni Vattimo en el que participo, junto con otros autores europeos y latinoamericanos. El mío es un comentario grande sobre los temas de actualidad filosófica desde el punto de vista de la hermenéutica. Trato allí sobre el nihilismo, la secularización, el liberalismo y otros temas, en el formato que se me solicitó para la ocasión. Entiendo que el libro no ha llegado aún a Lima.

Aquí el enlace con la Librería Marcial Pons, una de las distribuidoras.




Materias a las que pertenece:
Filosofía > Obras generales. Teoría. Metodología

Eds. Teresa Oñate...[et al]. Con motivo de un acontecimiento tan señalado como la última Lección Magistral de Gianni Vattimo en su universidad, nos reunimos en el paraninfo de la misma, profesores e investigadores venidos a Turín desde todo el mundo, con la intención de acompañarle. Ha sido Gaetano Chiurazzi quien amablemente nos ha cedido la posibilidad de traducir y publicar en castellano la 'Lección' de Vattimo de aquel solemne día, en torno a la cual ha surgido este libro. Ustedes mismos pueden asistir, de alguna manera, a esta 'Lección' gracias al libro que les estoy presentando, donde ella ocupa, como es lógico, el lugar de honor; y en este caso, también el lugar de origen, pues fue allí mismo y en ese mismo día cuando nació este libro. Cuando se nos ocurrió dotar a aquellas controversias, que habían surgido encendidas por el brío del fuego de la frente de cristal de Vattimo y su Lección Magistral: 'Del Diálogo al Conflicto', llegándonos hasta el corazón noético del pensar, la forma de un libro que diera memoria y testimonio de nuestro amor, de nuestra philia, de nuestra pasión libre y crítica por la Filosofía, por el debolismo de Vattimo, por su querida persona, y por las problemáticas de hondo calado que su discurso había suscitado.

sábado, 12 de marzo de 2011

José de la Riva-Agüero y Marius André

Montealegre y la Revue Hebdomadaire (II)
José de la Riva-Agüero y Marius André


Víctor Samuel Rivera
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía

El maurrasiano provenzal Marius André publicó “À propos d’un centenaire. L’Émantipation du Pérou et la solidarité Sud-Américaine” en Hebomadiare en el Nº 30, Año 17 (Nueva Serie), de julio de 1921. Las diez páginas de la composición estaban dedicadas a narrar el periodo final de la monarquía española en el Perú. Desde el punto de vista de José de la Riva-Agüero la obrilla comenzaba pateando mal. André defiende una versión de las guerras de Independencia como un proceso de emancipación. Para el marqués había sido una guerra civil entre los patriotas peruanos y unos invasores extranjeros: rioplatenses, grancolombianos y chilenos. Para André era la guerra de la Ilustración contra el oscurantismo; para José el inicio de la vida independiente como el resultado de una violencia.

Marius André era un publicista, esto es, la clase de persona que escribe de todo, incluso de lo que no sabe nada. Mientras el “opinâtre” que escribía cuchuflunía periodística, el marqués de Montealegre de Aulestia era historiador de profesión. El más importante del Perú en 1921. Es más, una de sus especialidades era lo que llamó después el historiador Jorge Basadre “La iniciación de la República”, el periodo que va de 1820 hasta 1825. En eso era experto, así que la versión de los hechos contada por un ignorante debió parecerle una aberración. Al inicio llegan las tropas del Río de la Plata al Reino del Perú; hacia el final se rinde el último reducto del régimen antiguo en lo que hoy es Bolivia. Las monedas del Perú siguieron siendo acuñadas en Potosí hasta abril de ese último año. Para José se trataba de una guerra civil, en que “la nobleza boba” se había aliado con los invasores extranjeros. Para el maurrasiano provenzal era un proceso de emancipación nacional, en que los peruanos se liberaban del dominio extranjero. Más o menos al revés. Pero esto, siendo irritante, no lo era tanto. No era el límite.



A Montealegre debe haberle disgustado a más no poder las preferencias que daba el provenzal a Simón Bolívar. Los maurrasianos en general eran unos admiradores consumados de Bolívar, en quien veían una suerte de Napoleón de los Andes. Era el modelo de gobierno autoritario moderno, como lo es aún en la llana Venezuela. A los maurrasianos les fascinaba la idea de un gobernante perpetuo, “vitalicio”, con Senadores de por vida y no demasiada participación pública. En su historia de conquistador de Colombia y fundador de países veían un reflejo, una analogía de la gloria de Napoleón I, el gran Emperador. Así que André hizo de Bolívar el héroe de la historia. Insoportable para el pobre Riva-Agüero, que admiraba a José de San Martín, el general de Río de la Plata, por razones completamente distintas.


La historiografía de la Independencia habla siempre de dos “expediciones libertadoras”. Si se aceptaba la independencia (ya qué más se podía hacer) al menos había que honrar la memoria correcta. Entre Bolívar y San Martín, José estaba con el argentino. El de Buenos Aires invadió el Perú por la fuerza, como el otro, pero no gobernó Lima solo, sino con la complicidad de la parte “ilustrada” de la nobleza peruana: con el Conde Vista Florida, el de San Donás, con el Marqués de Montealegre de Aulestia y el de Torre Tagle; también con algunos curas, cuya suerte eterna es sospechosa. Mientras Bolívar quería ser Napoleón, San Martín era un monarquista bastante sensato, y si la mala suerte no hubiera interpuesto al llanero de Venezuela, el Perú hubiera se hubiera convertido en una monarquía independiente, transformando la historia de la modernidad Occidental. Nunca hubiera perdido Ecuador ni Bolivia ni se hubiera hundido en el siglo XIX en el caos y la miseria. Esta historia de Bolívar como el gran difusor de la modernidad que André estaba contando le debió parecer el colmo, si no hubiera sido porque Marius André –así son los ignorantes- dedicó un párrafo especial para atacar al Marqués de Montealegre de Aulestia, esto es, no a nuestro José, sino a su gran papá.

Pero el resto de la historia va a tener que esperar…


Caetera diserantur…
 
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