Víctor Samuel Rivera

Víctor Samuel Rivera
El otro es a quien no estás dispuesto a soportar

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Doctor en filosofía. Magíster en Historia de la Filosofía. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Crío tortugas peruanas Motelo y me enorgullezco de mi biblioteca especializada. Como filósofo y profesor de hermenéutica, me defino como cercano a lo que se llama "hermenéutica crítica y analógica". En Lima aplico la hermenéutica filosófica al estudio del pensamiento peruano y filosofía moderna. Trabajo como profesor de filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; he trabajado en Universidad Nacional Federico Villarreal desde 2005. He sido profesor en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima hasta 2014. He escrito unos sesenta textos filosóficos, de historia de los conceptos, filosofia política e historia moderna. Tengo fascinación por el pensamiento antisistema y me entusiasma la recuperación de la política desde el pensamiento filosófico. Mi blog, Anamnesis, es un esfuerzo por hacer una bitácora de filosofía política. No hago aquí periodismo, no hago tampoco análisis político de la vida cotidiana- De hecho, la vida cotidiana y sus asuntos no son nunca materia del pensamiento.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Hacker en Google



Hacker en Google

Víctor Samuel Rivera

Unas breves observaciones sobre la manera en que se hackea el Google. Vigente la prueba hoy que redacto, 26 de diciembre de 2010, 1:00 pm. Hora de Lima. ¿Quiere usted ingresar al portal de la famosa revista Araucaria, número 24? Coloque usted en la banda del buscador Google la expresión entrecomillada “Araucaria 24” en búsqueda especializada. Podrá comprobar usted mismo que en las dos páginas de resultados no contienen ninguna referencia a la famosa revista de pensamiento político en lengua española “Araucaria”, posiblemente la más famosa e importante en su género. El número 24 es el del número más reciente, que está colgado en la red desde hace seis meses. Usted puede ver, en la segunda hoja, un link que permite ir a “resultados omitidos”. Aplaste allí y entonces ¡sorpresa! El buscador indicará en el segundo y tercer lugar “Araucaria, Nº 24, institucional”. Esto es: aparece al punto la revista famosísima en su último número… que antes permanecía oculta. Evidentemente, porque la han ocultado. Pruebe usted en el buscador con otros números de Araucaria, y comprobará que éstos sí aparecen. Si Google fuera un ser inteligente, no podría omitir Araucaria 24 de la lista de “Araucaria 24”. Y Google es inteligente. Pero no es un miserable mañoso, como el canalla potoaudio que ha ocultado la revista con algún truco sobre el programa que Google usa. No es la primera, ni será la última, pero al menos esta vez deseo que lo sepa Google mismo, dado que es su programa el que es hackeado.

Debo resaltar que hace un par de meses me consta no haber tenido ningún problema en acceder a la mencionada revista.

Recibo una multitud ya aburrida de intervenciones por Internet y las asumo como parte de mi vida cotidiana. Es una especie de mafia informática. Me aburre la sola idea de detallar el asunto. Si le doy algo de prensa al caso presente es por la incomodidad que me causa en particular. Abreviaré los precedentes, entonces.

Ayer remitía saludos por fin de año a diversos amigos, sobre todo españoles, algunos de los cuales ya me habían advertido que no aparecía un artículo mío impreso en la revista “omitida” y que ésta difunde especialmente por Internet en formato pdf, pues es una publicación académica internacional con sede en varios países Iberoamericanos cuyo objetivo es difundir su contenido. La versión impresa, indexada debidamente y registrada en la Universidad de La Rioja, es remitida a las principales universidades del mundo, en cuyos catálogos puede confirmarse mi aserto. Es evidente que se trata de un link de la mayor relevancia. ¡Vaya usted a ver lo que aparece en el lugar de “Araucaria 24”!



Pues bien. Mis amigos deseaban que, dada la dificultad que parecían tener en hallar ciertos textos míos por el buscador de Google, fuera yo quien les proporcionara el link respectivo. En Araucaria 24 he publicado yo en este año que se va “Dios, patria y Rey. José de la Riva-Agüero y Javier Prado”. Primero, por inercia, busqué el link por nombre del Marqués de Montealegre de Aulestia, tema del trabajo. Nada. Ningún resultado que remitiera a Araucaria 24. Entonces opté por escribir “José de la Riva-Agüero y Osma”, pensando en que es más usual anotar al marqués por su nombre corriente. Entonces nada tampoco, nada de nada. Debo reconocer que aparecía un link a una biblioteca mejicana en que, curiosamente, mi nombre está redactado mal. Indicio curioso de maña. Mi nombre no sale bien, entonces no ha sido omitido. Como no encontré la revista, entonces pedí, en este orden: el título del artículo, el mismo título y mi nombre, el título, mi nombre y el de la revista, y luego el título, mi nombre, el nombre de la revista y el número de la revista. Entonces me hallé con que no salía nada. Era como si nunca hubiera yo escrito nada. Sólo había notas sobre mi blog, lo cual no está mal, pero nada sobre la revista misma. Fue entonces que me dije, ¡va! Busco la revista y punto. Una vez dentro, hago clic en mi artículo y recojo el vínculo. ¡Cuál no sería mi sorpresa cuando comprobé que no salió nada! Al canalla no le había bastado con “omitir” mi nombre, y el de mi trabajo, sino que, por lógicas razones, debió programar que la revista misma fuera excluida del buscador.



Hay quienes deben estarse divirtiendo con la historia. Cuando pasó algo semejante con mi Facebook hace un par de años y yo exhibí queja pública, a través de aquí, justamente, éste me fue repuesto casi inmediatamente, por Facebook mismo, más un sistema de seguridad particular que aún es vigente y agradezco. Espero que Google haga lo propio ahora. Y tú, canalla, el de los potoaudios, dime, ¿no tienes otra cosa mejor en qué dedicar tu tiempo y tu mafioso dinero que en intentar la cancelación del Sol con uno de tus dedos mugrientos?

Google bless You all.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Montealegre y el Ibero-Amerikanisches Institut (1931-1944)


Montealegre y el Ibero-Amerikanisches Institut (1931-1944)
José de la Riva-Agüero y Osma, consultor de Alemania

Víctor Samuel Rivera
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía


“A raíz de su actuación en épocas de guerra y paz” –le escribe Edith Faupel al Marqués de Montealegre de Aulestia en 1933- “todos los alemanes tienen por usted sentimientos de gratitud y amistad”. El Mariscal Paul von Hindenburg le ofrecía la medalla de Arte y Ciencia del Reich. El motivo era haber escrito una extensa conferencia sobre Goethe en el primer centenario de su muerte, en 1932. Un acto de honra a la cultura alemana bastante peculiar, dado que es una singularidad dentro de los trabajos académicos de José de la Riva-Agüero. Montealegre no frecuentaba la obra de autores alemanes. De hecho, no conocía el idioma alemán. Un conocimiento de su obra revelaría sin dificultad que esta mirada a Alemania resultaba algo rara en un autor cuyas preferencias habían recaído siempre en España y Francia. Pero adquiere relieve el único hecho por el cual Montealegre había elogiado públicamente a Alemania. En tiempos de guerra, en la Primera Guerra Mundial, el entonces joven Riva-Agüero había sido un panegirista del Káiser Guillermo II, una auténtica singularidad teutónica en un mundo escandalosamente adverso a Alemania. Sus más cercanos amigos, Ventura y Francisco García Calderón, fueron –desde París- unos entusiastas enemigos del Káiser. Francisco escribió un folleto “Sobre el germanismo”, cuyo ideal debía oponerse al de Francia. Una de las crónicas más atroces que haya recibido el Káiser fue escrita por Ventura, en 1919; se titula, “El emperador se va”. En Lima, los grandes intelectuales cerraron filas en pro de la causa de los vencedores de Alemania, como el filósofo Javier Prado. Pero solitario, el Riva-Agüero de 1919 era solidario con los imperios europeos. Y así lo sabía en su escritorio e Berlín Edith Faupel mientras redactaba la carta.

Inclinemos la mirada hacia la mano agradecida que recordaba en 1933 la valentía por defender a Germania del marqués de la Calle de Lártiga. Edith Faupel era graduada como doctora en Letras por la Universidad Mayor de San Marcos de Lima, y aunque no lo he comprobado con documentos, debe haber llevado sus estudios durante “los tiempos de guerra” en que Montealegre hizo los méritos para una medalla de Alemania. En 1931 Faupel dirigía la Sección Peruana del Ibero-Amerikanisches Institut de Berlín. El razonamiento es muy simple: Faupel contactó a Montealegre, a quien conocía de Lima; sabiendo que éste era un germanófilo, le pidió que hiciera el trabajo sobre Goethe. Montealegre se tomó el trabajo de estudiar un tema que no conocía, sobre el que redactó al final un texto de 35 páginas y 30 notas, que hizo imprimir con su propio bolsillo. El texto se titula Goethe. Homenaje de Lima en el primer centenario de su muerte, Lima, Imprenta Torres Aguirre, 1932. Tanto Faupel como Montealegre ganaban algo.

No hay testimonio escrito de lo que vengo de explicar. Montealegre conservó una serie de cartas con Edith Faupel que van de 1931 hasta 1941. La mayor parte de esa correspondencia es irrelevante: se trata de acusos de recibo o solicitudes de publicaciones para su registro en la biblioteca del Ibero-Amerikanisches Institut de Berlín. Para el que conoce la obra del pensador peruano, que se esmeraba tanto en su imagen en un futuro, resulta evidente que a Montealegre debe haberle incomodado que la posteridad sospechara que hubiera escrito algo a cambio de una medalla que sin duda no necesitaba. El Ibero-Amerikanisches Institut de Berlín se había abierto recién en 1930 y Faupel, como doctora en Letras graduada en Lima, venía perfecta para su cargo. Esto, más la indiscreción de haber revelado de dónde salió el interés de Montealegre por Goethe sería todo lo que tengo que escribir a no ser porque, en 1933, precisamente mientras Hindenburg le ofrecía al marqués la medalla a las Artes y las Ciencias, el general Wilhelm Faupel, el esposo de Edith, era designado por el Reich como el director del Instituto. Exceptuando el periodo entre 1936-1938, en que fue sustituido por Albrecht Reinecke, desde 1934 Faupel fue el celoso guardián de la oficina de su esposa. Es muy sospechoso que el premio de Riva-Agüero haya coincidido en el tiempo con el nombramiento del general Faupel en la oficina del directorio del Ibero-Amerikanisches Institut; Montealegre es premiado en 1933 y Faupel es nombrado director al año siguiente. Como es manifiesto para el lector, es muy probable que Edith se haya jugado un riesgo al impulsar la carrera de su marido a través de la figura (entonces sobresaliente) del gran polígrafo peruano. Es muy simple: su esposo es llamado al cargo de director gracias a la intervención de Riva-Agüero, que se encaminaba además en favor del nuevo régimen que, entretanto, se iba articulando en Alemania. Cuando éste se consolida, imaginamos un pequeño bigote sobre traje militar que ve con simpatía desde su oficina de Canciller del Reich el encargo de los Faupel en el el Instituto, que, aparte del incidente de 1936, no se interrumpe más hasta 1945. El general Faupel fue un manifiesto adicto del régimen nazi y hay disponibles estudios recientes sobre su trabajo, por ejemplo Reinhard Liehr/Günther Maihold/Günther Vollmer; Ein Institut und sein General: Wilhelm Faupel und das Iberoamerikanische Institut in der Zeit des Nationalsozialismus. Frankfurt, 2003.

El pequeño bigote no se equivocaba. Montealgre iba a ser uno de los intelectuales americanos que más empeño pondría en la causa de Alemania “en tiempos de paz y guerra”, en particular de guerra, hasta 1944, en que el marqués dejó de existir. “Todos los alemanes” tenemos “por usted sentimientos de gratitud y amistad”, escribía entretanto la señora Faupel. Sin duda, esos sentimientos eran muy intensos en ella.

jueves, 16 de diciembre de 2010

El mercado Montealegre






Movimiento en el mercado de los libros
del Marqués de Montealegre


Víctor Samuel Rivera
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía

Queridos lectores:

Me acuso de un cierto descuido por mi blog, en particular en las últimas ocho semanas. Pero alguna vez debo tomarme en serio las opiniones de los médicos en lo que a mi persona se refiere. El médico dice, “no, profesor, no trabaje usted. Descanse, ¿qué le cuesta tomarse unos días para no hacer nada?”. He pasado años trabajando muchísimo, y de alguna manera –como dice Aristóteles- “el hábito tiende a convertirse en naturaleza”. No puedo, pues, abstenerme de trabajar del todo. El “descanso” es para mí un inmenso vacío del que creo poder excusarme algo. Existe el reemplazo del trabajo, el trabajo sustituto, el pseudotrabajo, que es una nada productiva. Esa idea me gusta más, aunque no pueda abandonarme del todo a ella. Entonces me he dedicado a la valorización económica de mis libros. Acabo de descubrir que mi William Havey, La circulation du sang , de 1879 es una auténtica joya bibliográfica, que vale unos 400 Euros; llevo la desilusión de que mi largamente centenario ejemplar del escéptico Juan Maldonado, Comentario a los cuatro evangelios, fechado en Lugdunum, 1604, vale en realidad lo mismo que mi libro de William Harvey. En este ocio he descubierto algo interesante sobre José de la Riva-Agüero y Osma, un dato interesante para los que hacen de su ocio lo que yo con el mío: mirar y admirar sus propios libros.

En el periodo en que comenzaron a volverse públicas mis obras sobre el Marqués de Montealegre, las obras de nuestro marqués, José de la Riva-Agüero y Osma, se han revalorado en el mercado de libros de colección. Hace un año apenas, sus folletos y obras más antiguas no aparecían en los mercados de libros raros de Europa. Esto entre 2008 y el presente. Confieso que intenté encargarme algunos en España, Italia y Francia sin mayor éxito entre 2004 y 2006, que fueron los años en que hice acopio de sus trabajos para desarrollar mis investigaciones, entonces en pañales. Una vez me dijeron en Madrid, “sí, nos acordamos de él, pero no se consigue nada”. Bien por los españoles, que deben recordar a uno de los hombres que más amó e hizo por su patria fuera de España en el siglo XX. Pero mucho recuerdo a falta de libros. "¿Cómo no nos vamos a acordar de Riva-Agüero?" me dijo un catedrático de Salamanca. Pero ni folletos, ni manuscritos. Nada de nada. Pues bien, en los últimos meses se ha reimpreso obras de Montealegre para ponerse a la venta. Hoy se puede comprar por 120 Euros (fuera del transporte) su preciosísimo (y muy raro) El Perú histórico y artístico (1921), que hace un par de años no existía. Y la obra ha sido reimpresa. Eso revela que ha adquirido demanda incluso aparte del ámbito de los coleccionistas de antigüedades literarias. Un fantasma recorre Europa.

Como se sabe, los tomos de las so-called “Obras Completas” de nuestro marqués, que aquí no se terminan de vender desde la época del primer desgobierno del señor Fernando Belaunde (para los lectores extranjero, circa 1965), sueltos valen igual en Europa que las obras de Víctor Cousin, ese gran ministro del Rey Carlos X, impresas en el siglo XIX: 30 Euros cada tomo (por separado/ precio en Lima: 10 soles). Su tan poco acogido Por la Verdad, la Tradición y la Patria (1937-1938), que casi se abren al paso en los suelos de Lima junto al polvo y la polilla, se tasan en Europa entre 60 y 250 Euros, obviamente sin los gastos de envío. Un folleto de los años treinta: 60 Euros; un libro de su juventud en buen estado es una auténtica joya de librero. Miro y remiro las separatas de discursos subrayadas y anotadas, libros comentados, apuntes de diversas fechas y otras maravillas que a lo largo de los años me ha regalado o vendido muy barato quines aprecian mi investigación y me felicito a mí mismo. Lo que hace un lustro era chatarra literaria peruana ahora son gemas de bibliófilo. ¿La clave? El alza de los libros de Montealegre es el Sabbath de mi trabajo, es el reposo productivo, una analogía con el divino trabajo que no hacemos, sino que nos hace.


Y así descanso, cumplo con los requerimientos de los mil médicos que me asedian y sé, dentro de mí, que el carro del evento arroja flores de gratitud al que sabe que es llevado, y que, desde las bridas, lleva. El sabio es más sabio si se acerca a su modelo, aquel que sin actuar las pequeñeces, es el deseo de todo lo que se mueve, el que, indiferente al movimiento, es a su vez el pensamiento del movimiento y, por ende, su motor.

Volveré sobre el tema. Caetera desiderantur…



Acceso a "Dios Patria y Rey. José de la Riva-Agüero y Javier Prado (1904-1905)", en Araucaria, 24, 2010. Haga click aquí.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Tras las manos del Führer. Heidegger y la lógica de 1934



Les presento la versión en pdf de un texto que ha sido impreso en dos versiones. Es el único texto que he escrito sobre Heidegger en formato de comunicación académica, un comentario narrativo sobre el curso de Lógica de Martin Heidegger de 1934, en base a las notas de Helène Weiss. Esta versión fue impresa en la revista Escritos de Medellín, 2007: Escritos, ISSN 0120-1263, Vol. 15, Nº. 35, 2007, pags. 298-317. Una versión revisada (y, sobretodo, más clara) se imprimió con igual título en Analogía filosófica (México), ISSN 0188-896X, Vol. 22, Nº. 2, 2008, pp. 167-186.

Considero que la segunda versión es la definitiva. Al que la desee, puedo acercársela en versión fotográfica por correo privado.

Para el acceso a la versión de 2007, haga click aquí.
 
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