Víctor Samuel Rivera

Víctor Samuel Rivera
El otro es a quien no estás dispuesto a soportar

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Doctor en filosofía. Magíster en Historia de la Filosofía. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Crío tortugas peruanas Motelo y me enorgullezco de mi biblioteca especializada. Como filósofo y profesor de hermenéutica, me defino como cercano a lo que se llama "hermenéutica crítica y analógica". En Lima aplico la hermenéutica filosófica al estudio del pensamiento peruano y filosofía moderna. Trabajo como profesor de filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; he trabajado en Universidad Nacional Federico Villarreal desde 2005. He sido profesor en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima hasta 2014. He escrito unos sesenta textos filosóficos, de historia de los conceptos, filosofia política e historia moderna. Tengo fascinación por el pensamiento antisistema y me entusiasma la recuperación de la política desde el pensamiento filosófico. Mi blog, Anamnesis, es un esfuerzo por hacer una bitácora de filosofía política. No hago aquí periodismo, no hago tampoco análisis político de la vida cotidiana- De hecho, la vida cotidiana y sus asuntos no son nunca materia del pensamiento.

jueves, 28 de julio de 2016

El candidato/ Film de Álvaro Velarde (Director), 2016 (comentario)




Aurora en sueños
Crítica de cine

Víctor Samuel Rivera

El candidato (2016)
Director: Álvaro Velarde
Rehder Producciones
Género: Comedia (política)


En medio de este imposible, algo así como la aberración de un milagro, se inicia la noche de una película que termina en Aurora. Cuatro payasos empatan para el balotage de la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales peruanas. En una especie de circo de Fiestas Patrias, los payasos hacen acrobacias políticas para suplir los monos y elefantes; en un escenario perpetuo (siempre hay un escenario para los candidatos), no faltan tampoco los  magos y los enanos. Entre los malabares de la corrupción y la mentira, cada uno a su manera, los cuatro candidatos van escenificando la comedia: un sistema político cuyos agentes el espectador sencillo reconoce en el aspecto más patético de su propia realidad. La narración principal, sin embargo, es la de una aurora patriótica, de una patria que despierta, bastante seria, que abre los ojos, sale de la pesadilla de circo en que dormía atrapada y se despierta, dispuesta a que nunca màs sea lo mismo. Y en la nueva aurora, la mañana fresca, un nuevo payaso le recuerda al espectador que ha llegado el momento de dejar de reírse.

Un guión de excepcional sutileza, inusual en el cine peruano, democratiza la risa y liberaliza el chiste. Un humor democrático, donde nadie es excluido ni discriminado de la comicidad. Mientras los payasos atraen la atención de los menos letrados y los gaps cinematográficos se encargan de los reidores amantes del género comedia, una reserva de chistes sofisticados queda generosa para el público que, por pensarlo siempre todo tanto, no es capaz de ironizar sobre una tragedia de la que es parte preferente (cuesta reírse de uno mismo cuando es uno mismo el asesor espiritual, el ministro, el amigo de la prensa o el “pensador” ideólogo de alguno de los payasos). Dos candidatos de verdad lo hacen recordar así. La democracia chistosa no se guarda nada y hay en su escenario sitio para todos los chistosos.


No hay tregua en el humor sobre los poderes sociales, fácticos o legales, de tal modo que la broma payasa es también crítica social. Las instituciones tutelares de la patria ven el espejo de su propia desgracia. Mucho de lo que hay que reírse en El candidato se halla en las imágenes antes que en palabras, que el espectador agudo debe traducir al lenguaje político, para justamente allí reconocer el chiste. Hay un verdadero lenguaje sobre política, que no es el de los candidatos-payasos, sino otro que el espectador sabe y calla, y que avergüenza. La Iglesia es una ruina en cuya oscuridad esconden los corruptos el brillante sol del símbolo de su partido. La milicia es simiesca y muda. La clase progresista e intelectual camina en el vestido de una bruja. La sociedad civil es un pueblo joven interminable, que sólo tiene voz plena cuando es corrupta, en los reclamos de un policía muerto-de-hambre. ¿Y quiénes tienen voz en este concierto de ruinas y silencio?: Los candidatos, que hablan hasta por los codos en la misma medida en que roban; ellos le murmullan a Aurora mientras duerme, y le hacen saber en esta larga noche electoral que, cuando ella despierte, felizmente, todo seguirá siendo lo mismo. El candidato: una película que se toma las cosas chistosas demasiado en serio.

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