Aurora
en sueños
Crítica
de cine
Víctor
Samuel Rivera
El candidato (2016)
Director:
Álvaro Velarde
Rehder
Producciones
Género:
Comedia (política)
En
medio de este imposible, algo así como la aberración de un milagro, se inicia
la noche de una película que termina en Aurora. Cuatro payasos empatan para el balotage de la segunda vuelta de unas
elecciones presidenciales peruanas. En una especie de circo de Fiestas Patrias,
los payasos hacen acrobacias políticas para suplir los monos y elefantes; en un
escenario perpetuo (siempre hay un escenario para los candidatos), no faltan
tampoco los magos y los enanos. Entre
los malabares de la corrupción y la mentira, cada uno a su manera, los cuatro
candidatos van escenificando la comedia: un sistema político cuyos agentes el
espectador sencillo reconoce en el aspecto más patético de su propia realidad. La
narración principal, sin embargo, es la de una aurora patriótica, de una patria
que despierta, bastante seria, que abre los ojos, sale de la pesadilla de circo
en que dormía atrapada y se despierta, dispuesta a que nunca màs sea lo mismo. Y
en la nueva aurora, la mañana fresca, un nuevo payaso le recuerda al espectador
que ha llegado el momento de dejar de reírse.
Un
guión de excepcional sutileza, inusual en el cine peruano, democratiza la risa
y liberaliza el chiste. Un humor democrático, donde nadie es excluido ni
discriminado de la comicidad. Mientras los payasos atraen la atención de los
menos letrados y los gaps cinematográficos se encargan de los reidores amantes
del género comedia, una reserva de chistes sofisticados queda generosa para el
público que, por pensarlo siempre todo tanto, no es capaz de ironizar sobre una
tragedia de la que es parte preferente (cuesta reírse de uno mismo cuando es uno
mismo el asesor espiritual, el ministro, el amigo de la prensa o el “pensador” ideólogo
de alguno de los payasos). Dos candidatos de verdad lo hacen recordar así. La
democracia chistosa no se guarda nada y hay en su escenario sitio para todos
los chistosos.
No
hay tregua en el humor sobre los poderes sociales, fácticos o legales, de tal
modo que la broma payasa es también crítica social. Las instituciones tutelares
de la patria ven el espejo de su propia desgracia. Mucho de lo que hay que
reírse en El candidato se halla en
las imágenes antes que en palabras, que el espectador agudo debe traducir al
lenguaje político, para justamente allí reconocer el chiste. Hay un verdadero
lenguaje sobre política, que no es el de los candidatos-payasos, sino otro que
el espectador sabe y calla, y que avergüenza. La Iglesia es una ruina en cuya
oscuridad esconden los corruptos el brillante sol del símbolo de su partido. La
milicia es simiesca y muda. La clase progresista e intelectual camina en el
vestido de una bruja. La sociedad civil es un pueblo joven interminable, que
sólo tiene voz plena cuando es corrupta, en los reclamos de un policía
muerto-de-hambre. ¿Y quiénes tienen voz en este concierto de ruinas y
silencio?: Los candidatos, que hablan hasta por los codos en la misma medida en
que roban; ellos le murmullan a Aurora mientras duerme, y le hacen saber en
esta larga noche electoral que, cuando ella despierte, felizmente, todo seguirá
siendo lo mismo. El candidato: una
película que se toma las cosas chistosas demasiado en serio.
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