Víctor Samuel Rivera

Víctor Samuel Rivera
El otro es a quien no estás dispuesto a soportar

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Doctor en filosofía. Magíster en Historia de la Filosofía. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Crío tortugas peruanas Motelo y me enorgullezco de mi biblioteca especializada. Como filósofo y profesor de hermenéutica, me defino como cercano a lo que se llama "hermenéutica crítica y analógica". En Lima aplico la hermenéutica filosófica al estudio del pensamiento peruano y filosofía moderna. Trabajo como profesor de filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; he trabajado en Universidad Nacional Federico Villarreal desde 2005. He sido profesor en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima hasta 2014. He escrito unos sesenta textos filosóficos, de historia de los conceptos, filosofia política e historia moderna. Tengo fascinación por el pensamiento antisistema y me entusiasma la recuperación de la política desde el pensamiento filosófico. Mi blog, Anamnesis, es un esfuerzo por hacer una bitácora de filosofía política. No hago aquí periodismo, no hago tampoco análisis político de la vida cotidiana- De hecho, la vida cotidiana y sus asuntos no son nunca materia del pensamiento.

lunes, 17 de mayo de 2010

Reseña: Carácter de la literatura del Perú independiente (edición de 2008)


Estimados lectores: Interrumpo brevemente la saga sobre hermenéutica de la violencia en el encuentro con el otro para adelantarles una breve reseña sobre una reedición de una obra señera del pensamiento monarquista de José de la Riva-Agüero y Osma, Marqués de Montealegre de Aulestia.

Cuando esté disponible en pdf, colgaré el enlace.

Pueden ver la saga desde hoy en La Coalición



DE LA RIVA-AGÜERO Y OSMA, José . Carácter de la literatura del Perú independiente. Edición, prólogo y notas de Alberto Varillas Montenegro. Lima: Universidad Ricardo Palma, Instituto Riva-Agüero, 2008, 386 pp.

Se trata de la segunda reimpresión de una de las obras centrales del Marqués de Montealegre de Aulestia (José de la Riva-Agüero y Osma), polígrafo, pensador, ensayista católico, filósofo político y connotado historiador, fundador de la historiografía científica peruana (1885-1944). De todas sus obras, ésta es sin duda una de las menos conocidas y menos eficazmente divulgadas. El texto original fue su tesis para el Bachillerato presentada a la Facultad de Letras de la Universidad Mayor de San Marcos, sustentada e impresa en 1905 (Carácter de la literatura del Perú independiente, Lima, Librería Francesa Científica Galland, E. Rosay Editor, 1905, 272 pp.). Del texto de 1905 se hizo una escasa impresión de 300 ejemplares que, además, no fueron puestos a la venta al público, sino distribuidos de manera privada a parientes, amistades y diversos eruditos, como Ricardo Palma, Marcelino Menéndez y Pelayo y Miguel de Unamuno. Esta obra de Montealegre se considera un clásico del pensamiento de la así llamada “Generación del 900”, grupo de intelectuales del cual Riva-Agüero fue líder indiscutible. Junto con su La Historia en el Perú (1910) y Le Pérou Contemporain de Francisco García Calderón (1907), Carácter es uno de los libros decisivos del 900 peruano. Sólo por ese motivo debería ya saludarse la reimpresión de la obra. Pero tenemos más.

Carácter de la literatura habría de resultar medular para la historia literaria del Perú. En calidad de tal se hizo una primera reimpresión del texto de 1905 en 1962, esta vez a cargo del Instituto Riva-Agüero, que recogía la herencia intelectual del Marqués de Montealegre. Como obra primera, se le cedió el volumen I de la edición de las Obras Completas del marqués, empresa que a la fecha (2010) aún no se ha concluido. Esta segunda edición sufrió una serie de recortes y alteraciones sobre la base de indicaciones manuscritas del autor, cuyo deseo postrero fue depurar el original de ciertas afirmaciones anticlericales y antitradicionales de las que estaba plagado. Como consecuencia de lo anterior, la obra efectivamente difundida para uso académico terminaba llevando consigo una serie de distorsiones y deformaciones. La tercera edición de 2008 que estamos reseñando es un facsimilar de la de 1905, es decir, es una copia idéntica al original, del que conserva incluso su paginación. Dada la escasez de ejemplares de la edición original y el lógico predominio que ha tenido la de 1962 en los estudios peruanos en general, el significado de la edición nueva es inestimable. Permite hacer accesible el pensamiento del autor tal cual fue. Escribió Montealegre de sí mismo: “Yo también soy anticlerical” (p. 208). Leer la obra en clave anticlerical es ya bastante interesante, pues es casi como leerla nueva. Pero desde el interés de la historia del pensamiento peruano aparece además algo que tal vez los propios encargados de la presente edición no han previsto: recuperar la dimensión original de la obra es algo más que dar la vista a su presunto anticlericalismo. Significa recordar que Carácter no es un texto de estudios literarios, sino una pieza magistral de filosofía política.

De la mano del texto facsimilar es más fácil reconocer en Carácter lo que en realidad era: un libro de filosofía política. En efecto, esta obra fue en su tiempo considerada, sin duda, como un libro de filosofía, para lo que debe tomarse en cuenta una clave histórica: durante la juventud de Montealegre predominaba en filosofía peruana el positivismo sociólogo. Como obra académica, Carácter era consideraba una extensión heterodoxa del positivismo sociológico que había introducido hacia fines del siglo XIX en el Perú el filósofo Javier Prado y Ugarteche (1871-1921), como bien ya ha señalado en sus memorias de 1945 Francisco García Calderón, su compañero en la Generación del 900, (In Memoriam, Genève, La Frégate, 1945). Pero más aún: se trataba de una versión extraordinariamente audaz del positivismo, entre cuyas consecuencias sociales debía incluirse un notorio elogio de algunas instituciones como pilares de la sociedad peruana y recursos necesarios para su salud y prosperidad. Por su diseño, y por extraño que resulte al lector de la actualidad, se trata de una obra ligada al positivismo francés monarquista, en particular a la obra histórica de Hyppolite Taine, Histoire de la littérature anglaise (1873) y a sus Essais de Critique et d’Histoire (1892), éstos últimos expresamente citados por el autor (pp. 5-6). De Prado procede el método; de Taine, la orientación normativa. De Taine sale el elemento “heterodoxo” del positivismo de Riva-Agüero, que se plasma en las tesis centrales de la obra, hasta ahora disimuladas por el maquillaje de la edición de 1962.

Sobre presupuestos positivistas, Montealegre sostiene en Carácter tres tesis centrales de sociología política: la primera es la única y solitaria defensa del sistema monárquico constitucional del siglo XX como la forma de gobierno más adaptada a la realidad social peruana; en segundo lugar, Carácter defiende la idea de que es necesaria una relación empática con la tradición y con el pasado, lo cual implica un programa de incorporación y reapropiación del pasado colonial y de revaloración de las formas sociales, prácticas y creencias heredadas del régimen monárquico hispánico. La tercera es una postura frente a la religión católica, a la que se rescata como institución articuladora de la práctica social, defendiendo el régimen de patronato eclesiástico. Estas tres posiciones se derivan de la puesta en práctica del método positivo tal y como éste había sido introducido antes en el mundo universitario por Javier Prado. No podemos dejar de insistir en que estas tesis, que son en realidad el nudo de la obra, su significado histórico auténtico, quedan notoriamente ocultadas en la edición adaptada de 1962; en el afán de los editores de esa fecha de eliminar elementos anticlericales o antitradicionales, la edición hasta ahora más difundida de la primera obra de Riva-Agüero desaparece justamente lo que ésta tenía de más favorable a las causas a las que se quería proteger: tanto a la Iglesia como a la tradición cultural española. Con la nueva edición facsimilar damos este episodio por terminado. Es rescatable que el Instituto Riva-Agüero haya participado en esta reparación histórica que permitirá renacer a Montealegre como lo que fue: un filósofo precoz, original y brillante.

Mencionar el sentido, las fuentes y la estructura de la obra es inevitable, así como una breve referencia crítica a la introducción de Alberto Varillas Montenegro. Para comenzar, los editores de 2008 han tenido el acierto de incluir como apéndices a la edición facsimilar de la obra original de Montealegre las ediciones de los dos primeros comentarios académicos de su tiempo, una redactada por Miguel de Unamuno: “Algunas consideraciones sobre la literatura hispanoamericana: a propósito de un libro peruano”, en La Lectura, revista de Ciencias y de Artes, Año VI, # 69, 1906; la otra por Francisco García Calderón: “La tesis de José de la Riva-Agüero”, en El Ateneo (Lima), tomo VII, # 41, 1906. No son las únicas, pero sí las más significativas por la fuente de donde provienen y el alcance que significaron para la obra reseñada; más aún si fueron crítica del libro original, en su contexto original. Con estos comentarios disponibles puede constatarse que hay una doble interpretación del libro, una literaria, que es la que ha acentuado la edición de 1962, frente a otra filosófico-política (la de García Calderón) que es, a nuestro juicio, la definitiva. Es la que afectó en el siglo XX la oposición y el ocultamiento de la obra de Riva-Agüero por sus destinatarios, los peruanistas del siglo XX como Jorge Basadre, José Carlos Mariátegui o Luis Alberto Sánchez, por citar a los más notorios. Montealegre redactó una tesis positivista-monarquista. Los futuros estudios históricos del pensamiento peruano ya no tendrán excusa para estar de espaldas ante esta realidad.

La edición original de Carácter se divide en siete partes, que son los capítulos respectivos de la tesis de Bachiller en Letras, más un apéndice que es una rápida retractación del marqués sobre las opiniones originales del libro acerca de La Cristiana del Padre Diego de Hojeda (pp. 275-295). Las partes de la tesis se dividen en números romanos del I al VII. La última es un conjunto de consideraciones sociológico-políticas, en su mayor parte dirigidas a esclarecer las conclusiones de la obra que antes hemos anotado. La edición actual permite ver en su lugar las críticas a la teocracia y al tradicionalismo español, con frases del tipo “la execrable tradición teocrática que, como una sierpe, se les ha enroscado y adherido tenazmente a la idea de la patria española” (p. 265). Pero esto permite comprender también frases como la precedente: “¿No serán meras ilusiones nuestros proyectos de acercamiento intelectual a España?” (ibid.) como lo que eran: la postulación de una versión moderada del monarquismo, gracias a cuya ausencia, motivada por la adhesión irracional al sistema republicano “En revoluciones y trastornos hemos perdido un siglo y, con la rapidez de la civilización moderna, la pérdida de un siglo no se repara” (p. 266). La parte I es una introducción al problema de la nacionalidad peruana y sus instituciones sobre la base de los estudios previos de Javier Prado, que tenían una marcada orientación racista con antecedentes en Gustave Le Bon y el Conde Gobineau. En resumen, es un estudio de la psicología nacional con los mismos presupuestos de Prado, que empujaban las conclusiones al racismo. Es notorio que el autor supera el racismo científico de Prado por un estudio social a través de la historia literaria, a la que se dedica las secciones intermedias II-VI. La última es una breve aproximación a la literatura contemporánea (del 900). El resto se ocupa en cuatro partes de la historia literaria según las influencias del estilo predominante y con énfasis en los autores representativos. Un mayor énfasis, si cabe, en Ricardo Palma y Manuel González Prada, el “tradicionismo” frente al “modernismo” del autor de Horas de Lucha. Imaginamos fácilmente de parte de quién se halla el autor.

La introducción de Alberto Varillas Montenegro recoge significativos aportes de la historiografía relativa a Riva-Agüero, admitiendo, como es el caso, de su virtual inexistencia. Quizá fue injusto no mencionar como biografía relativa a Montealegre nuestro Víctor Samuel Rivera: “El marqués de Montealegre de Aulestia. Hermeneuta de la contrarrevolución” (en Solar, revista iberoamericana de filosofía, Año II, # 2, 2008, pp. 105-137). Por otro lado, Varillas no hace mayor referencia al significado político social de la obra, y nos desanima en cambio al detallar varios elementos anecdóticos, como las enfermedades del pensador y los detalles de su vida amorosa, que además la correspondencia nos sugiere bastante más complicada de lo que la esboza el editor. Muchas inexactitudes históricas podrían señalarse que, por el escaso espacio disponible nos inhibimos de señalar. Para terminar, es digno de mencionarse un par de cosas. La primera es la insistencia (algo exagerada) de Varillas en presentar a Montealegre como un pensador “liberal” (cfr. pp. XXV, XXVI, XXIX). Es motivo de otro lugar demostrar su profunda dependencia respecto del parlamentario español reaccionario Juan Donoso Cortés y del Conde Joseph de Maistre desde periodo muy temprano en la obra jurídica y política del autor. La segunda es el reconocimiento de su título nobiliario como forma de identificación de Riva-Agüero (p. XXV). Montealegre: un marqués desconocido asoma hacia el recuerdo portando su título de nobleza.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Profesor Víctor Samuel buenas tardes: Una consulta. ¿Qué opinión le merece este texto sacado de un libro de hisotoria? "El marqués Joseph Francois de Bellegarde, gentilhombre de cámara de Carlos Manuel III, instala la primera logia de Chambéry, la misma que formará parte Joseph de Maistre. ¿Fue francmasón este último autor: Joseph de Maistre?

Víctor Samuel Rivera dijo...

Estimado Anónimo;

El Conde de Maistre fue masón, en efecto, en su juventud. No fue masón siempre. En la época de de maistre, antes de la Gran Revolución, muchos católicos se hacían masones, sobre todo en los círculos intelectuales y de la nobleza.

Es un dato importante, pero que no afecta el pensamiento del Conde.

Un abrazo.

VSR

 
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