Víctor Samuel Rivera

Víctor Samuel Rivera
El otro es a quien no estás dispuesto a soportar

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Doctor en filosofía. Magíster en Historia de la Filosofía. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Crío tortugas peruanas Motelo y me enorgullezco de mi biblioteca especializada. Como filósofo y profesor de hermenéutica, me defino como cercano a lo que se llama "hermenéutica crítica y analógica". En Lima aplico la hermenéutica filosófica al estudio del pensamiento peruano y filosofía moderna. Trabajo como profesor de filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; he trabajado en Universidad Nacional Federico Villarreal desde 2005. He sido profesor en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima hasta 2014. He escrito unos sesenta textos filosóficos, de historia de los conceptos, filosofia política e historia moderna. Tengo fascinación por el pensamiento antisistema y me entusiasma la recuperación de la política desde el pensamiento filosófico. Mi blog, Anamnesis, es un esfuerzo por hacer una bitácora de filosofía política. No hago aquí periodismo, no hago tampoco análisis político de la vida cotidiana- De hecho, la vida cotidiana y sus asuntos no son nunca materia del pensamiento.

sábado, 10 de marzo de 2012

La rebelión monarquista de 1911 (Parte VI)



La rebelión monarquista de 1911
Parte VI

¿Traición de José de la Riva-Agüero en 1911?


Víctor Samuel Rivera


Es significativo que la composición de Ventura de 1935 no sea la versión definitiva de Nosotros. Ésta sale a la imprenta más bien en 1946. La Segunda Guerra Mundial había terminado el año anterior y Alemania, el país de Fichte, había sido derrotada. Las perpetuas tensiones entre Francia y Alemania se habían acentuado y para entonces Francia ocupaba militarmente territorio alemán. Para colmo de males, muchos miembros de l’Action Française, incluido su líder, Maurras, habían adquirido algún grado de compromiso con la ocupación alemana de Francia durante el régimen nazi. En 1944 José había muerto. Desde la época en que Sánchez escribió Ecce Riva-Agüero, José, el Marqués de Montealegre de Aulestia, había tenido una extensa militancia nacionalista-fascista; ésta se prolongó desde el final del Oncenio hasta su muerte. Durante esa década de 1934-1944 todos los nacionalismos, desde el español hasta el japonés, encontraron en Montealegre a un baluarte intelectual y moral. No faltaron ni discursos ni dinero que no fueran dedicados a la causa del nacionalismo mundial, incluso al nacionalismo alemán tal y como éste se desarrolló entre 1934 y 1945. La gran crónica de defensa del 900 ya no resultaba muy pertinente. Su pensamiento “nacionalista doloroso” requiere ahora de un deslinde. Pero no sería un deslinde con de Maistre ni Maurras, sin embargo. Sería un deslinde con Riva-Agüero.

En la edición de Nosotros de 1946 Ventura incorporó una sub-crónica a la gran crónica de 1935. Son tres páginas en letra pequeña al pie del texto sobre José. Es remitido a un episodio de 1911, al que vamos a volver en la sección siguiente. En el texto amplio de una crónica del nacionalismo del 900 el lector comprende que se trata de un momento central en la historia del “nacionalismo doloroso”. Antes Riva-Agüero aparecía en el diseño del pensamiento generacional, que se halla en Carácter de la literatura. Pero surge ahora también como responsable de la historia de fracasos y mediocridades que en 1935 estaba reservada a los cristianos y a los personajes oscuros de la multitud. “Evoco tales hechos lejanos para dolerme de que ese gran espíritu se acobardara ante cualquier fracaso eventual”. Ventura no se lamenta de Maurras, ni del Conde de Maistre, ni del nacionalismo de Fichte, ni suprime del texto grande una alusión amable a Guillermo II. Se queja de que Riva-Agüero, quien –entendiendo a Maurras, de Maistre y Fichte-no habría aceptado en su momento que “la política es un riesgo”. De José termina deslindando no por su pensamiento, que sigue siendo el suyo propio, sino por su fracaso, en lo que termina asociado con el devoto Víctor Andrés . Este fracaso no es el de una idea, sino el de una persona. No es el fracaso del 900, sino el fracaso personal de Riva-Agüero. Todo se remite de alguna manera hasta un periodo que va entre 1911 y 1914. La sub-crónica se convierte ahora en la historia de un fracaso que sucede en 1911, cuando el Emperador de Alemania estaba aún sentado en su trono. El fracaso define el horizonte de esa historia política que se cerró para siempre entre Ventura y José cuando, en 1919, el Emperador se fue para Holanda.

Ventura –ese genio de las crónicas que era- se figura ahora 1911 como una “noche triste”. La pasaron él, Víctor Andrés y José en “un cuarto de estudiante a las seis de la mañana”. Era el contexto de una asonada revolucionaria, era el momento de los jóvenes que eran en 1911 (José y Ventura tenían 26 años); habían compartido juntos una explosión de su entusiasmo nacionalista. Ventura había regresado a Lima desde París para visitar a José. Éste se hallaba en plena redacción de un libro de filosofía política que se titulaba Concepto del Derecho. Era un texto manifiestamente nietzscheano, que se había robado una cierta retórica de Juan Donoso Cortés en torno a la legitimidad jurídica de la dictadura en momentos de excepción. La doctrina jurídico-filosófica de José se puede resumir en la frase “Todo Derecho es fuerza”; su versión definitiva enmarcaba esta fuerza en la tradición y la comprensión del pasado.

José puso en práctica la doctrina filosófico jurídica que venía elaborando en 1911 convocando una insurrección contra el Presidente Augusto Leguía, el mismo personaje del Oncenio, que en ese año cumplía su primer mandato presidencial. Leguía hizo detener a José por apología al golpe de Estado el 11 de septiembre de 1911. En función de la figura de su amigo, Ventura movilizó entonces a miles de personas en toda la ciudad. José fue liberado de la prisión como consecuencia de las acciones de Ventura. Luego Ventura –según testimonio propio- quiso coronar la victoria con un banquete para 500 invitados, “con sus cincuenta chalacos bien armados” en el Club Nacional. Era la cena en el club de la nobleza. Inicialmente, José se negó al agasajo. Volviendo al “cuarto de estudiante a las seis de la mañana” escribe Ventura: “Había yo cosechado en la tarde las primeras negativas de prudentes hombres públicos, pero estaba seguro de que mi pertinacia vencería. En cambio Víctor Andrés y José (estaban) desanimados, desencajados”. “Hasta el alba me di cuenta tristemente de que el más sutil o poderoso talento puede no estar unido a la voluntad” . Ventura no se estaba refiriendo a Víctor Andrés, que pensaba que leía al Cardenal Mercier y pensaba que “el Cristianismo es amor”. Pensaba en José, el teórico de la dictadura y los actos de fuerza. José, a cuyo libro de 1905 debía Ventura gran parte de lo que había escrito en 1935, estaba ahora en la genealogía de un concepto de nacionalidad que había fracasado por “no estar unido a la voluntad”.

El maurrasianismo peruano (esto es: Ventura) había puesto su esperanza en José, pero algo había salido mal. No sólo era un problema personal de José. Como vamos a ver, fue algo que tuvo su historia entre 1911 y 1914; aunque tal vez habría que remontarse antes, hacia 1909.

Caetera desiderantur...

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