La rebelión monarquista de 1911
Parte V
Víctor Andrés Belaunde en medio de maurrasianos
Carácter de la literatura del Perú independiente
Nosotros (1934-1946)
Víctor Samuel Rivera
Víctor Andrés aparece en la crónica frente al estandarte de una concepción laica de la nacionalidad; aparece bajo la sombra del maurrasianismo, el tradicionalismo positivista. En términos muy generales, toda la generación de Ventura había pasado por la lectura del folleto de Ernest Renan ¿Qué es una nación? [1882]. Renan había desarrollado una lectura liberal del concepto de nacionalidad, que interpretaba la nación como una empresa colectiva voluntaria, en la que la cohesión tenía su acento en la libertad. Esta concepción del nacionalismo debía oponerse al nacionalismo alemán, que apelaba a compromisos sustantivos, “espirituales”, esto es, de naturaleza histórica y cultural, y cuyo representante era Johann Gottlieb Fichte. Fichte se convirtió de alguna manera en la figura ideológica del nacionalismo alemán de la misma época, encarnado en la persona del Emperador Guillermo II. En el retrato de Ventura, los del 900 son unos desconfiados sistemáticos frente a una nacionalidad fundada sólo en la libertad. De hecho, en Nosotros Ventura coloca énfasis en Fichte y Guillermo II; cita el Discurso a la nación alemana (1808), que es la obra emblemática de Fichte en relación con el tema de la nacionalidad. Como en Fichte, el programa genérico del “doloroso nacionalismo” del 900 consiste en “fundar nuestro futuro optimista en nuestro más lejano pasado”; Ventura justifica esta elección en “el muy reciente era tan triste”, motivo por el cual “nos vino a todos una urgente vocación de historiadores”. El pensamiento del “futuro” era fundado “en el más lejano pasado”. Es conveniente aclarar que, en el 900, ese pasado lejano no era el de los Incas. Era el del inicio español del Perú. Lo que interesa subrayar ahora es que, en un contexto como éste, es sencillo comprender que el nacionalismo del 900 fuera “tradicionalista” en el sentido filosófico. Se trataba de fundar la patria en el pasado, en la historia de la nación. Eso es lo que hacía Maurras.
A diferencia del liberalismo de Renan, el “nacionalismo doloroso” de los del 900 no debía construirse como una empresa de libertad. “El verdadero patriotismo consiste” –escribe Ventura añadiendo una cita de Fustel de Coulanges- en “el amor del pasado, en el respeto por las generaciones que nos han precedido”. Ventura concluye de esta manera la sección de Nosotros que se titula “Materiales para un discurso a la nación peruana”. Se trata, como es manifiesto, de un discurso fichteano, pero al que se le añade una cita más de Fustel de Coulanges, con lo que adquiere un cierto toque a la vez maurrasiano y francés. Por toda seña: Fustel de Coulanges era un francés cercano al entorno cultural de Maurras. “Nada puede añadirse a esta perfecta definición de Fustel de Coulanges, que corrige y humaniza el misticismo patriótico de Fichte”. El proceso del pensamiento pasa así de Renan a Fichte. El nacionalismo que Ventura adjudica en 1935 a
No es muy difícil darse cuenta de que Renan y Fichte son autores cuyas nacionalidades no habían mantenido una relación muy armónica que digamos. Renan era francés; Fichte, alemán. Entre la época de Fichte y la madurez de Ventura Alemania y Francia venían de tener una centenaria relación de enemistad. Se habían enfrentado primero a causa de Napoleón y su expansionismo revolucionario. Si omitimos el periodo de
No hay comentarios:
Publicar un comentario