Víctor Samuel Rivera

Víctor Samuel Rivera
El otro es a quien no estás dispuesto a soportar

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Doctor en filosofía. Magíster en Historia de la Filosofía. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Crío tortugas peruanas Motelo y me enorgullezco de mi biblioteca especializada. Como filósofo y profesor de hermenéutica, me defino como cercano a lo que se llama "hermenéutica crítica y analógica". En Lima aplico la hermenéutica filosófica al estudio del pensamiento peruano y filosofía moderna. Trabajo como profesor de filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; he trabajado en Universidad Nacional Federico Villarreal desde 2005. He sido profesor en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima hasta 2014. He escrito unos sesenta textos filosóficos, de historia de los conceptos, filosofia política e historia moderna. Tengo fascinación por el pensamiento antisistema y me entusiasma la recuperación de la política desde el pensamiento filosófico. Mi blog, Anamnesis, es un esfuerzo por hacer una bitácora de filosofía política. No hago aquí periodismo, no hago tampoco análisis político de la vida cotidiana- De hecho, la vida cotidiana y sus asuntos no son nunca materia del pensamiento.

miércoles, 4 de febrero de 2009

MacIntyre y el nihilismo




MacIntyre y el nihilismo
Exposición de una aporía

Lamento evitar escribir sobre Gaza, pero hay momentos en que la dignidad debe ser superior a la teoría
Víctor Samuel Rivera

Como otros filósofos de mi generación, mi formación universitaria fue impactada por el auge de la filosofía de Alasdair MacIntyre. Particularmente fue decisiva para mí la lectura de Tras la virtud (1981), libro que hube de leer originalmente en inglés, pues hacia fines de la década de 1980 el texto no era aún disponible en español. En realidad casi nadie lo había leído. Esto en referencia a un punto capital en la concepción que he heredado y practico acerca de la filosofía. Hacia fines de la década de 1980 estaba en el momento de las intuiciones. Una de ellas es referente a la caracterización de la sociedad liberal como una cultura nihilista. En este breve post voy a tratar una contradicción central que veo en el análisis del nihilismo liberal en el MacIntyre de 1981 y una versión recortada de mis perspectivas al respecto.


No podemos continuar si no explico de manera sucinta la imagen que MacIntyre traza de la comprensión del presente en 1981. El autor describe una situación dramática de la interpretación moral. Considera que en la práctica de la interpretación empleamos esquemas incompatibles para sostener opiniones discrepantes. O sea: No sólo se trata de la situación ordinaria por la que tenemos desacuerdos, sino de que sostenemos puntos de vista divergentes moralmente por recurso a esquemas que se excluyen entre sí, de tal manera que la verdad de uno presupone el rechazo de los demás o de varios de ellos o de la aplicación del resto en otras esferas, de tal manera que si fuéramos perfeccionistas y quisiéramos llevar a los extremos nuestros esquemas conceptuales al uso la coexistencia social sería imposible. Nuestros desacuerdos harían recurso a esquemas conceptuales que MacIntyre consideraba “inconmensurables”, esto es, que no pueden evaluarse unos por los otros.


MacIntyre trata en Tras la Virtud de un estado que los sociólogos llamarían “anomia”, con la curiosa característica de que el nivel medio de conflictividad social efectiva que se constata en las sociedades liberales es tolerable. En una anomia auténtica, en un mundo en que las reglas carecieran de un grado razonable de adhesión social, nuestros vecinos debían ser unos psicópatas. Es manifiesto que la diversidad de esquemas conceptuales en el mundo liberal no desemboca en una situación de caos social. En mi exposición está adelantada la respuesta: Los extremos en que la conflictividad es inevitable se producen si somos perfeccionistas todos a la vez o muchos. Pero no lo somos; de hecho no es seguro que seamos nunca perfeccionistas. En el razonamiento de MacIntyre esto se debe a que las sociedades liberales hacen reposar los esquemas incompatibles al uso en un conjunto previo de consenso relativo a la inanidad del bien o lo bueno. Esto es: al margen de los esquemas de los que se sirvan los disidentes sociales, todos debían acordar que el mundo de la práctica nunca es tan importante como para afrontar una vida conflictiva por imponer un esquema de vida moral.




En 1981 se hacía referencia a una teoría que a mí me resultaba familiar, como profesor de ética que era, el “emotivismo” de Charles Stevenson. MacIntyre consideraba el emotivismo como la sustancia moral de las sociedades liberales, esto es, como el mínimum de racionalidad. En el emotivismo se considera que los enunciados morales (pero también los de tipo estético o político) carecen de pretensión de verdad intersubjetiva. Para Stevenson, estos enunciados expresan gustos o preferencias privadas, en el sentido técnico que esa expresión tiene después de Wittgenstein, significando “mío pero no de otro”, y cuando se usan en contextos sociales, o bien expresan estas preferencias, o bien las recomiendan. “Masacrar niños en Gaza es malo” podría significar “a mí no me gusta que se masacre niños, ¡ojalá que a ti tampoco te guste!”. Obviamente, quien sintiera gusto al decir “Masacrar niños en Gaza es bueno” podría afirmar con énfasis su frase favorita y, más aún, podría abrigar la esperanza de que otros se sintieran entusiasmados con adherirse a ese gusto. De hecho, ésta es la lógica final del periodismo, en donde no se trata de que un enunciado moral tenga la pretensión de ser verdadero, sino de que estimule tales o cuales sentimientos que, en último término, son relevantes para mantener un control social que hace largo tiempo ha adoptado la realidad social de la verdad del emotivismo.



MacIntyre acertó al identificar el emotivismo como una cultura, que fácilmente podemos reconocer como la cultura del nihilismo y que es también, en resumidas cuentas, la ética del mercado. Una sociedad mercantil tiene su verdad cumplida en el agotamiento de la verdad moral, en su extenuación social y, para decirlo en términos de Nietzsche, en su transvaluación, en la adherencia militante a la incredulidad. En estas circunstancias, mantener una opinión discrepante, estar en contra, ser disidente, adquiere un modelo de diálogo, en que los inconformes están dispuestos a conversar sobre esquemas que en realidad no importan gran cosa frente a la idea más básica de que nada es relevante realmente.

MacIntyre diagnosticó lo que en otros términos es “nihilismo” como algo idéntico a la cultura media liberal que es necesaria para evitar que haya conflictos en un estado de anomia. La anomia de una sociedad nihilista presupone que se ha incorporado como un elemento moralmente digno de aplauso la incapacidad de adherirse a una cierta noción social del bien o lo bueno y que uno es militante de la anomia. MacIntyre utilizó inicialmente esta argumentación para cuestionar la racionalidad del mundo político liberal, como un mundo en el que los lenguajes morales habían perdido su significado y donde, por lo mismo, la vida humana había devenido absurda. Era parte de una estrategia para reconstruir la racionalidad práctica en base de una investigación orientada hacia el pasado.


Creo que MacIntyre no comprendió que su misma argumentación puede desembocar en lo contrario, en la autosatisfacción de las sociedades liberales modernas. Uno podría creer que la irracionalidad de las discusiones morales y su recurso a esquemas inconmensurables, en la medida en que no desemboca en la anomia efectiva, muestra que el emotivismo es verdadero, esto es, que al fin, aunque haya contextos de sociedades con esquemas de racionalidad práctica más coherentes, su ausencia en el mundo liberal es una prueba de que las sociedades liberales son modelos exitosos de vida humana. Los habitantes del mundo liberal estarían satisfechos con una forma de vida en la que la racionalidad práctica se ha reducido a la realización del nihilismo, que no requiere de otra verdad que su funcionamiento social, que su propia autorreferencia práctica. El punto central es el siguiente: Si es posible una sociedad nihilista, ésta es autofundante, y se legitima sola, como si fuera una sociedad tradicional. No hay ninguna razón para que una sociedad nihilista desee regenerarse o perfeccionarse o “curarse” si es capaz de sobrevivir a la anomia o si la anomia se realiza de una manera no conflictiva. Oponerse a ella resulta completamente moralista. Es una verdad espantosa, pero eso no quita un ápice de su fuerza.





Las ideas de MacIntyre son parcialmente fruto de diagnósticos sociales catastrofistas respecto de la sociedad norteamericana propios de la época de composición de Tras la virtud. Largos debates surgieron en torno del libro, pero las catástrofes que MacIntyre y sus lecturas imaginaban eran desgracias morales; el incremento de los divorcios, la promiscuidad sexual, el consumo masivo de drogas y la delincuencia. Es notorio que esas razones no son motivo suficiente para desestimar la estabilidad de la cultura liberal y el auge del nihilismo. Durante algún tiempo anduve muy desorientado, pues la realidad de la sociedad nihilista parecía infranqueable. Por suerte, la sociedad puede cuestionarse por motivos extraños al moralismo y el catastrofismo social que inspiraron al escocés pero que sí critican el sinsentido y la irracionalidad en que la racionalidad práctica es sumida. Estos motivos se extraen de la vista a largo plazo y en gran escala del mundo liberal. MacIntyre se limitó –como los sociólogos- a observar su sociedad a partir de las consideraciones internas. No hizo el examen observando su comportamiento a lo largo del tiempo histórico ni tampoco en referencia a sociedades alternativas realmente existentes. En parte esto es posible por su propio contexto, en que las sociedades se veían como un todo, como “sistemas” más o menos intemporales, como modelos que se aplican o no se aplican, en esto dependiente de una concepción más epistemológica de la racionalidad. La única manera de cuestionar el nihilismo liberal que no sea a partir de consideraciones morales es a través de un examen de la viabilidad histórica del nihilismo, pero mis ocupaciones me obligan a dejar eso para otro momento.

15 comentarios:

Ricardo Milla dijo...

Hola VSR:

Es un post menos largo de los que acostumbras a hacer. Pero sería bueno que el fondo de tu blog sea blanco, gris o alguno de esos colores que no te dejan viendo todo verde después de verlos mucho tiempo, pues ese color amarillo patito feo molesta a la vista.

Ahora bien, ciertamente la crítica de MacIntyre es muy acertada. Si bien en estos últimos veinte años las cosas han cambiado, y la sociedad como que se está dando cuenta de lo mal que funciona el nihilismo para su vida, aún es muy-muy-muy actual lo expresado en After Virtue.
La anomia que vive la sociedad liberal es la que permite que se viva como sea, aunque si bien existen mínimos que respetar y males contra cuales ir, no deja de ser una sociedad nihilista y "quasi"-relativista. Esa es sociedad se ve muy bien retrata en el libro más acabado de Rorty, a saberr: "Contingencia, ironía y solidaridad", más que en el "Espejo..." u otros.

MacIntyre es uno de los pocos filósofos vivos que va contra el status quo imperante. Es como un remake de Tomás de Aquino en el siglo XX-XXI. Espero que MacIntyre muera como un gran hombre y no envenenado por un rey y un obispo... Jajaja...

Saludos,
Ricardo.

Víctor Samuel Rivera dijo...

Estimado Ricardo;

1. Me ha dado algo de lástima criticar a MacIntyre, en particular porque, a pesar de lo que he argumentado, no me es posible dejar de estar de acuerdo con After Virtue. Ese libro cambió mi vida: Me hizo comprender que estábamos realmente hundidos en algo espantoso.

Fue una puerta de acceso para releer al Heidegger que me había hecho conocer la universidad, para abandonar a Santo Tomás y cambiarlo por San Agustín, para volver a lecturas recomendadas tiempo atrás por profesores que prefiero no mencionar en público.

2. Escribes: "Si bien en estos últimos veinte años las cosas han cambiado, y la sociedad como que se está dando cuenta de lo mal que funciona el nihilismo para su vida". En efecto: el nihilismo se ha cumplido, esto es, ha llegado a una plenitud que es su propio des-ocultamiento. De allí que las defensas del liberalismo y el nihilismo sean más y más rechazadas por las mentes enérgicas que desean rescatar al hombre, la divinidad y el planeta.

No estamos más en el contexto original de MacIntyre, y eso en realidad lo libra del peso de mi crítica, que de otro modo sería un puntal para sostener el nihilismo. El nihilismo debe rechazarse porque es malo. Pregúntale a los osos polares o a los iraquíes.

3. Sobre la anomia no estaría demás una opinión autorizada, como Carlos Pérez, por ejemplo, pues yo he simplificado el asunto en aras de la eficacia del argumento, que es la autosuficiencia del nihilismo.

4. Gracias por los consejos respecto del color de la pantalla. Pero este color es el color de nuestros sueños, que bien valen un esfuerzo. Respecto del tamaño de los posts, son grandes no porque no pueda hacerlos más cortos, sino porque deseo que conserven la experiencia filosófica del lector (y la mía). ¡Es tan fácil pasar ideología por filosofía!

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Bismillahi Rahmani Rahim

Hola VSR:

La crisis del mundo moderno, para usar una frase que sabemos cargada de significado y ya usada por un intelectual francés antes que nosotros, es ciertamente asombrosa no sólo en sus aspectos cuantitativos y cualitativos de deterioro, sino efectivamente, como reflexionas, en su 'estabilidad' o, como dices, la sensación de infranqueabilidad que no se condice en apariencia con un catastrofismo.

Pensaba yo al respecto que la estabilidad en el caos de dicho mundo sólo es posible por: 1) la externalización de los efectos desestabilizantes de la crisis, llevándolos de dentro de dicha sociedad hacia afuera, a la par de 2) una creciente desensibilización al vacío en la conciencia que va de la mano de una distracción cada vez más 'ruidosa' en el exterior y o efímero (cada vez más luminosos, con luces falsas de neón) en los individuos vacíos de la sociedad 'final'.

El primer proceso se da en una globalización que en tanto que subsista en su tendencia, empuja hacia afuera el caos que no se termina de concretar con toda su fatalidad hacia adentro.

Como tesis, el punto 1) lo desarrolla aunque someramente Pedro Fernández en 'La Fatal Emancipación'.

¿Qué opinas tú al respecto?

¿No hay acaso una, llamémoslo así, 'historia del adecuamiento al vacío' que sea académicamente seria que tú conozcas?

Por otro lado, permítaseme ahora esta disgresión en clave digamos teológica, no creo que la sensación de infranqueabilidad responda a una realidad, sino simplemente a que somos muy poco potentes en pensar el vacío, el cual llega a puntos cada vez mayores que lo que hubiéramos pensado una década antes, y que, por eso mismo, aún debe continuar su profudo proceso hasta no llegar -de allí lo de la clave teológica- hasta 'el límite' anticrístico. Que los musulmanes también esperamos.

Proceso que debe continuar, sobrepasando nuestras imaaginaciones, hasta que haga su aparición el dolor máximo y el engañador milenario con un engaño irrepetible históricamente, de nivel global.

De paso, ¿tenía convicciones religiosas MacIntyre?

Saludos,


Nureddín

Víctor Samuel Rivera dijo...

Querido Nureddín;

Comienzo por lo más sencillo.

1. MacIntyre, quien aún vive, fue marxista. Se dedicó a los estudios sociales desde un punto de vista atento a la tradición analítica; impactado por "La Gran Transformación", pero sobre todo por los diagnósticos catastrofistas de la vida moral americana (todo es poco si se compara 1960 con 2009), buscó respuestas en el catolicismo, del que es devoto practicante.

Su "Tras la Virtud" (1981) es una pieza vital en la reflexión religiosa postsecularizada, sobre todo en Estados Unidos.

2. "Respecto que la estabilidad en el caos", no hay forma racional de resolver el problema sino viendo plazos largos. Llevo años tratanto de comprender cómo una sociedad depravada es socialmente estable. Es un problema conceptual terrible. El Barón von Hayeck, en "Camino de Servidumbre" (1947?) propostica que todas las sociedades que no cultivan la excelencia están condenadas a fracasar. Horkheimer y Adorno decían lo mismo del mundo liberal en general (1944), pero... ¡tuvo tres décadas de prosperidad! Por desgracia, el precio de esa imagen es la propia subsistencia del hombre.

Víctor Samuel Rivera dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Víctor Samuel Rivera dijo...

Hola de nuevo;

Puntos olvidados:

1. Sobre el texto de Fernández. Es un texto trágico, pues no concluye sino en la muestra de una situación espantosa e ineludible. Pero ese se debe a que no profundiza un elemento básico del nihilismo, que es la identificación de la praxis humana con el comportamiento económico. Para hablar del mundo "global" se insiste demasiado en la tecnología y poco en el mercado, incluso yo mismo incurro en ello. La tecnología se despliega como nihilismo no por el control del mundo natural, sino por su transformación en mercancía. Con esta táctica, la economía y la política parecen funciones de la racionalidad de la ciencia, en cuyo caso, serían inevitables, pero son funciones del mundo del dinero, que sí puede dominarse, por la religión, la política u otras esferas (mira Chávez y pregúntate si gobierna por el dinero, si lo hace con la lógica del dinero).

2. Respecto a pensar el vacío, yo diría que hemos perdido la visión del mal, que ya no estamos dispuestos a aceptar la existencia del mal. Vemos al nihilismo "débilmente" cuando el nihilismo es quizá lo único realmente fuerte que hay en un horizonte posmoderno.

Anónimo dijo...

Bismillah

Hola VSR:

Afortunadamente, el nihilismo no es lo único realmente fuerte, ni siquiera en el mundo de las apariencias, que hay en el horizonte postmoderno.

No es, en el fondo, ni siquiera fuerte.

Permíteme citar un texto de los textos sagrados del mundo:

"Los que han tomado fuera de Dios protectores son como la araña que se ha hecho una casa. Y sin duda la casa de la araña es la más frágil de las casas, si supieran” Sura 29/ Aleya 41

Slds.

Nureddín

Ricardo Milla dijo...

Estimado VSR:

Ciertamente la lectura de AV es revitalizante e iluminatoria. Yo aún no he leido a plenitud el libro, pero sí varios capítulos. Fue uno de los primeros libros de mi formación y uno que aún me marca.

El nihilismo está en su pico más alto, pero la temperatura del termómetro de la política y el nihilismo seguirán subiendo y bajando el de la religiosidad? Esperemos que no. Pero no sólo de palabras vive el hombre. Esperemos que sea más y más gente la que se da cuenta de lo crítico de que se está haciendo (o se ha hecho) nuestro mundo.

Es que ese color amarillo molesta y marea... Bueno copiaré tu post y lo pego en word... Jaja... pero, por qué amarillo?

Saludos,
Ricardo.

Víctor Samuel Rivera dijo...

Hola a todos.


1. "Lu único fuerte" quiere decir, en el debilitamiento general que la modernidad cumplida significa, el nihilismo parece fuerte pues ocupa la huella del Ser. Ocupa la sombra de todo lo que fue y por eso aparece como lo único que queda... Pero esto es solo verdadero desde el punto de vista del nihilismo mismo, es la metafísica del nihilismo.

2. Respecto de la "temperatura" (linda metáfora de Donoso), vaya si sube! Hay un libro entero de Gianni dedicado al tema, compartido por grandes personalidades del pensamiento europeo actual: La Religión, Barcelona, Gedisa, 2002?.

Ésta es la posición oficial del blog: El nihilismo se aniquila a sí mismo y, por lo tanto, su inversión es el retorno de la vida religiosa.

"Retorno". Un tema que merece tema aparte.

3. El color amarillo: Es dorado, en realidad. Un símbolo universal de las cosas grandes para el hombre (color del Sacro Imperio/ color de la Santa Sede).

"Bandera en oro teñida, el pontificio color"...

Ricardo Milla dijo...

Estimado VSR:

Ciertamente el nihilismo es algo que es fuerte en el mundo. Aunque en algunos países o comunidades es más fuerte que en otros. La cuestión está en ir entendiendo débilmente este nihilismo para que se vaya retrayendo, perdiendo fuerza.

Me gustaría leer libros de Vattimo en italiano. Está entre mis opciones de compra por internet para este año, jaja.
El tema de religión hasta ha llegado a Habermas, eso es buen indicio... Jaja...

Ah mira tú! No sabía lo del color amarillo, dorado. Interesante. Aunque cansa la vista. Jaja.

Saludos,
Ricardo.

Víctor Samuel Rivera dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Víctor Samuel Rivera dijo...

Estimado Ricardo;

1. Es un tema que el nihilismo se debilite. El nihilismo no puede ser debilitado (por una fuerza producto de su propia reflexión), ni por la acción política. El nihilismo es trascendental (es inevitable para el miembro de la sociedad nihilista). Como experiencia histórica, sin embargo, puede 1. Bien extinguirse, autodisolverse (esa tesis se llama "imposibilidad del infinitismo") 2. bien ser destruido por algo externo ("la salvación viene de Oriente" dice Gianni, o sea, se impone otro sobre la debilidad del Occidente).

Las dos alternativas son angustiosas, pero cualquier cosa es preferible al nihilismo y su violencia económica y militar (disfrazada de "derechos" para la multitud). Ambas están ocurriendo y de eso se trata de mi blog: El mundo clásico está regresando.

2. Sobre leer a Gianni: No hagas como los liberales, que lo abordan desde sus textos funcionales al nihilismo cumplido (textos gays, anticlericales, etc. que son obras simplificadas, no filosóficas) sinoa partir de sus compejas pero riquísimas reflexiones sobre la hgerencia de Heidegger y Nietzche que, como obras del pensamiento, tienen mucho qué decirle a un filósofo que esté incómodo con el nihilismo y desee pensar en él desde la crítica y no desde la conformidad.

Sugiero la introducción de Vattimo a ambos autores, Nietzsche y Heidegger, en la versión en italiano de la Editorial Laterza. Junto a "El fin de la Modernidad" y "Más allá de la interpretación" son la base para comprender a Vattimo como filósofo (y no como ideólogo del "civismo" o periodista de la izquierda italiana). Los últimos libros mejor es leerlo en español, pues son lectura difícil. Puedo traértelos de Buenos Aires cuando vaya en mayo, pues en Lima están agotados hace ya tres años.

Ricardo Milla dijo...

Estimado VSR:

1. Entiendo.
2. Ojala pueda ir a Buenos Aires yo mismo, sino te pediré que me hagas el favor de traerme los libros. Vattimo es un tipo que en su pensamiento me ha interesado desde que leí a Rorty, pero poco sé de él.
3. Respecto a la crítica que haces a MacIntyre: realmente no se habrá dado cuenta de esa falencia "voltiativa" (de darle vuelta) que tiene en su razonamiento?

Saludos.

Víctor Samuel Rivera dijo...

Hola Ricardo;

No recuerdo haber leido antes la objeción que he agregado en este post. Tal vez se deba a que los especialistas en hermenéutica no suelen estar interesados en MacIntyre. Creo que la hermenéutica tiene aún mucho qué decir sobre muchas cosas.

Un abrazo

Ricardo Milla dijo...

Bonsoir VSR:

Je comprends... Merci.

Au revoir!

 
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