Víctor Samuel Rivera

Víctor Samuel Rivera
El otro es a quien no estás dispuesto a soportar

Datos personales

Mi foto
Doctor en filosofía. Magíster en Historia de la Filosofía. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Crío tortugas peruanas Motelo y me enorgullezco de mi biblioteca especializada. Como filósofo y profesor de hermenéutica, me defino como cercano a lo que se llama "hermenéutica crítica y analógica". En Lima aplico la hermenéutica filosófica al estudio del pensamiento peruano y filosofía moderna. Trabajo como profesor de filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; he trabajado en Universidad Nacional Federico Villarreal desde 2005. He sido profesor en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima hasta 2014. He escrito unos sesenta textos filosóficos, de historia de los conceptos, filosofia política e historia moderna. Tengo fascinación por el pensamiento antisistema y me entusiasma la recuperación de la política desde el pensamiento filosófico. Mi blog, Anamnesis, es un esfuerzo por hacer una bitácora de filosofía política. No hago aquí periodismo, no hago tampoco análisis político de la vida cotidiana- De hecho, la vida cotidiana y sus asuntos no son nunca materia del pensamiento.

miércoles, 1 de julio de 2009

Heidegger: Pensar en las sombras



Para acceder a la versión en pdf hacer click aquí

Pensar en las sombras
Apuntes sobre La época de la imagen del mundo
De Martin Heidegger (1938)


Víctor Samuel Rivera
Universidad Nacional Federico Villarreal



La filosofía política de Heidegger pasa ensombrecida en la oscuridad de su lenguaje. En afán por volcarnos a la verdad de nuestro tiempo, haremos como Heidegger en el suyo: nos apearemos a la sombra. Es curioso, pero la idea de la "sombra" da unas claves muy curiosas para recuperar políticamente uno de los textos más básicos de Heidegger: La época de la imagen del mundo. En teoría, es una conferencia que se ocupa de la esencia de la Edad Moderna, una conferencia de 1938 que está integrada en el volumen Holzwege (Caminos del bosque o “Sendas perdidas”), a su vez, una colección de textos que van de 1935 a 1943. Para el lector sutil, se trata de un conjunto de papeles relativos a la experiencia filosófica del nacionalismo europeo. Para el público filosófico medio, Holzwege es una colección de textos que interesan porque representan un viraje respecto de Ser y Tiempo (1927). En efecto, los textos se enlazan porque pertenecen a un periodo del pensamiento de Heidegger que se conoce como la Kehre, el "giro" o "la vuelta", el cambio de rumbo o "el viraje". Resulta que el periodo coincide biográficamente con la retirada de la participación política activa de Heidegger. Se suele presuponer de sus lectores que estos textos se hallan a una cierta distancia respecto de la realidad alemana de su tiempo y que, por tanto, carecen de interés político. Lo segundo, siendo falso, no es lo más interesante. En este breve diálogo deseamos que se nos permita ser sutiles y pensar por encima de la política, como filosofía política. Déjesenos ser, pues, llevar la iluminación del pensar al mundo de las sombras, entre las “sendas perdidas” del bosque europeo.

¿Las sombras? ¿Es la sombra una imagen plausible del pensar? La sombra y las sombras son un elemento metafórico fundamental en la pieza que nos ocupa. Encontramos la imagen de la sombra en las notas novena y la número 13. El lector sutil descubre rápidamente que la imagen de la sombra hace un par semántico con “lo gigantesco” y “lo grande”; también (implícitamente), con lo alto, lo del Cielo. Estos términos a su vez van con dicotomías semánticas del tipo gigantesco/(proporcionado), grande (grandioso)/insignificante. Es notorio que todas estas dicotomías se refieran al mundo político, al mundo relativo a la vida pública y a lo "público", que es un elemento propio del mundo burgués. Lo normal es que la sombra sea el acontecer de la figura (es su imagen). En el mundo burgués lo gigante hace sombra, pero una sombra gigantesca.

Hay una época, la época de la imagen del mundo, en que el ser se expresa históricamente en lo gigante, esto es, en lo desproporcionado. Pensemos en las inmensas estaciones de tren de la Europa de entreguerras. Pensemos en la estación central de Milán, por ejemplo, un monumento a la arquitectura fascista, cuyas cabezas gigantes pueden aún verse. Pero pensemos en los rascacielos de Nueva York: Son gigantes. Para Heidegger lo gigantesco no es lo “grande”. Eran grandes las catedrales y el Coliseo, pero no eran propiamente "gigantes". Lo gigante se define de manera cuantitativa, esto es, se define por su cuánto, por su número; es una magnitud, en el sentido en que es gigante el depósito de un banco. Lo "grande", en cambio, es una cualidad frente a lo que no tiene importancia. Lo gigante es intemporal, pues el número carece de tiempo. Lo grande es siempre histórico, pues es la excepción que se hace significativa para el hombre en la experiencia política. La batalla de Lepanto es grandiosa. El Empire State es un bulto gigantesco emplazado en Nueva York. Lepanto significa una era histórica, el Empire State es un inmueble. Heidegger sugiere que la modernidad ha reemplazado lo grande por lo gigante y –por lo mismo- que ha sustituido la calidad por la cantidad. Al proceder de esta manera, ha conducido la política al inmovilismo (al ser-inmueble). ¿Qué tiene que ver aquí la sombra?



El texto de Heidegger de 1938 es una pieza peculiar de antiilustración y antimodernidad. Su principal objeto de crítica es la modernidad ilustrada, lo que españoles como Carlos Thiebaut y Javier Muguerza llamaban hace un par de décadas –siguiendo a Habermas- “el programa normativo de la modernidad”. Esta crítica es llevada a cabo a través del desfondamiento de la noción de subjetividad. ¿Existe una visión propositiva tras esta posición? La idea central es que la subjetividad y la modernidad (que son lo mismo) conducen al maquinismo político, al gigantismo que, por ser desproporcionado, ha perdido la medida de la comprensión humana y es por tanto hostil a la condición más originaria del hombre con la verdad. Esa verdad es ontológico política: La verdad del hombre sería el movimiento histórico, frente al gigantismo maquinal, que es a-histórico. En el mundo burgués no hay “movimiento”, pues lo grande es sustituido por lo insignificante (el número). Pero la verdad de ese mundo, llevada a su extremo, es imposible: implica la negación de la condición más básica del hombre (el Dasein, diría Heidegger), que es su ser-arrojado en un mundo histórico. No hay política sin historia, así como no hay grandeza en lo insignificante. Pero vayamos por partes.



Apelemos ahora al lector sutil. Lo anterior es bastante obvio –aunque la historiografía de Heidegger en español no lo haya insinuado siquiera, que yo sepa-. Es una crítica general a la modernidad ilustrada de conducir al inmovilismo, esto es, a agotar la capacidad de abrirse la verdad del hombre por encima de lo gigante, que es el mundo burgués, el de los bancos y el de los inmuebles de pisos innumerables. Ahora bien: el gigantismo no es un patrimonio del mundo liberal, sino que es un factum hermenéutico del mundo entero mismo de lo moderno en general, y esto incluye a las formas de régimen alternativas, esto es, el comunismo y el nazismo. La forma general de la política es impuesta desde el mismo "programa normativo" para todas las formas de régimen signadas por el número. Es manifiesto que todas estaban signadas por lo gigantesco, "una totalidad decisiva y obligatoria", escribiría Heidegger. Ése es el factum hermenéutico: no es posible negarse al mundo de lo gigante, que es en realidad el mundo mismo (Welt). ¿Cómo pensar la política desde esta imposición?



El lector sutil de La época de la imagen del mundo no deja de sorprenderse de algunos detalles, el más elemental: su destinatario. El texto concluye con una cita de Hölderlin dedicada "A los alemanes". Para acelerar, habría que acotar que el tenor de su uso recuerda fácilmente la Carta sobre el Humanismo, de 1947, un texto de filosofía política que enfatiza y explicita la filosofía de Heidegger como una forma de antihumanismo, que era como decir antiliberalismo. En 1947 Hölderlin es referido en relación al heroísmo de los “soldados alemanes” mientras se comenta el poema Mi Patria. Es un ejemplo de un pensar de lo heroico frente al humanismo (liberalismo), que para Heidegger como acontecer significaba la oclusión del pensar y era sinónimo del nihilismo. El texto entero es antiliberal, pero es también una advertencia contra el nihilismo. Es también una manera de expresar que las alternativas vigentes del liberalismo en 1938 no son exitosas y que, a lo más, reflejan (en la imagen de lo gigante que asumen como propia) su pertenencia a una época histórica en que lo propio es el ocultarse de la verdad histórica del hombre.



A los destinatarios del texto de Heidegger ("los alemanes") se les reprocha tener una oclusión (cerrazón) del pensar. Hay una filosofía para esta cerrazón. Esto se comprende mejor analizando dos detalles: El cuerpo de la argumentación del texto y la metáfora básica del pensar que subyace en él. Comencemos con la metáfora. La modernidad es imposición de lo gigantesco, que por su magnitud oculta lo grande (y lo importante y por ello, el ser): es oclusión del pensar. Heidegger habla en su texto en términos de "la reflexión", el pensamiento que elabora y pone en conceptos un acontecer más originario, que se presenta como un factum fenomenológico, en este caso, la realidad de lo gigantesco. El pensar se interpreta desde una metáfora de movimiento espacial que es necesario precisar. El pensar es abrirse espacio en un camino. Al filósofo le gustaba representarse el pensar como una actividad desde una “apertura”, como un avistamiento en una “iluminación”, en un “claro” dentro de un campo de sombras. Es difícil no adivinar aquí el bosque.

Pues bien. ¿No es la luz y la sombra una metáfora liberal conocida? En realidad es la metáfora por antonomasia del “proyecto normativo liberal”: Luz lo que se ve, sombra de lo oculto, con privilegio para lo iluminado o presente. En La época de la imagen del mundo Heidegger invierte la metáfora y asume sus connotaciones. Ha transporopiado la imagen, la ha subvertido. Su texto empieza en esta clave de cabeza siendo una severa crítica a la modernidad ilustrada, como un alegato para las sombras. Debemos acotar ahora: las sombras de lo gigante-impuesto. De hecho, la sección notas de 1938 va hacia el final con un alegato de esa naturaleza. Desde la nota 9 hasta la 15, que es la última, Heidegger desarrolla el nudo de la argumentación metafísica en las oposiciones grande/pequeño, esencia/imagen, luz oscuridad. Observo la nota 13 (adaptada): "La opinión pedestre ve en la sombra la ausencia de luz, si es que no su simple negación cuando, en realidad, la sombra es el testimonio revelado, aunque impenetrable, del lucir oculto". La opinión pedestre es la del que carece de sutileza, una alusión al hombre medio del mundo burgués. El interés del pensar es hacia el espacio de lo oculto, donde la iniciativa sólo está en manos del filósofo. El filósofo elabora el encuentro con la oscuridad y asume el límite de la luz como el objeto de su atención. Es lo que haría un caminante que llevara una lámpara en la noche. El hombre ordinario se queda en los bosquejos, mientras el filósofo sólo tiene interés en lo no presente, pues es hacia allí donde va el pensar (y tras él, ignorantes, los de la opinión ordinaria).

Heidegger no desea ver el claro, sino las sombras. Se trata de una reflexión indirecta acerca de la filosofía política. Encabeza el texto la frase difícil que define el pensar: Esto porque en la filosofía ocurre lo inverso que en la política. Siguiendo la metáfora del pensar como desplazarse en un espacio, en filosofía es de la sombra y en las sombras donde está el interés del que camina. Es evidente que el horizonte del espacio está en la luz, sólo que la luz no es el espacio, sino que acontece que es el espacio. Esto es: la luz como el camino puede entenderse como una manera de manifestarse la oscuridad, que es lo que Heidegger creía ocurría con los filósofos. Pero para la “gente pedestre” ése no es el caso. Podemos recordar unas frases del prólogo del Evangelio de San Juan. “Erat ille lux vera, quae iluminat omnes homines” “in hunc mundum”. Hay una analogía entre la forma metafórica del texto de Heidegger y el de San Juan. Heidegger es Jesús, esto es, el filósofo, el Sócrates no ilustrado, pero que tiene la verdadera luz: la de la oscuridad, el “lucir oculto”. ¿Y cómo se describe Jesús en el citado fragmento de San Juan?: “In propria venit, et sui eum non receperunt” (“vino donde los que le eran propios, pero éstos no lo acogieron”). Como puede constatar el lector, el destinatario en 1938 era expresamente el pueblo alemán. Al principio uno tiene la idea de que el pueblo camina haciéndose un espacio en el bosque, y que tal vez uno –tal vez el Führer- lleva la luz en las tinieblas. Pero en realidad el pueblo se fija en la luz y no en el camino. Entonces no camina. Aunque parezca sorprendente a primera vista, el cuerpo del texto trata del tema del “movimiento”. Quien se fija en la luz –la Ilustración liberal, por ejemplo- tiene por propio retener el movimiento social, que es el llegar a ser del Ser, literalmente.

Para que ese camino tenga significado hay que entender a Hölderlin, esto es, al que ha visto las tinieblas. Pero el evento (“hacerse propio”, “Ereignis”) es su acogida. Y el evento de Heidegger ha sido su incomprensión. Si el pueblo comprende el camino, es “un pueblo metafísico” (1936). Pero, ¿no está el mundo mismo del hombre bajo la “totalidad decisiva y obligatoria” del gigantismo? ¿No está lo gigante –el gigante- ocultando el movimiento (el movimiento histórico, esto es, la esencia de la política)? Pero el pueblo metafísico también podría ir por el camino sin comprender. En realidad, el pueblo que vive su verdad como la verdad del gigantismo ve en él la luz de un camino que habría que detener, lo que ocurre cuando se le asigna un número. Un pueblo metafísico tendría su significado ocluido en el punto de vista de “la gente ordinaria”, “el público”, lo aceptado. Y en lo público no hay lugar para las sombras –esto es, tampoco para dar lugar al “movimiento”-. En este caso, el pueblo metafísico, el pueblo de la gente corriente y los bosquejos ordinarios, no se diferencia en nada respecto de la esencia de lo liberal y del humanismo. Un pueblo así no está en condiciones de acoger a Heidegger. Pero en el texto el pensar, que es la acción del filósofo (y no de la multitud) es ya un obrar de la verdad, una verdad que ya es “decisión fundamental”, una decisión que anticipa el evento. Si los alemanes no acogen a Heidegger, es que no están preparados para su ser propio: He aquí una idea del texto. Pero en “este concepto de la sombra”, una vez sustraido a la imagen burguesa del Welt, -escribe Heidegger- “se hace patente lo existente” y “se anuncia el ser oculto”. Oculto entre las sombras de lo gigantesco, a vistas del que piensa en el entorno de la presencia, la sombra es el anuncio del porvenir, del advenir histórico de lo grande que asoma. Después de todo escribe San Juan luego del decepcionante rechazo de Jesús de parte de su pueblo: quotquot autem receperunt Eum, dedit eis potestatem filios Dei fieri.

25 comentarios:

Pedro Pablo dijo...

Estamos esperando...

Ricardo Milla dijo...

Estimado Víctor Samuel:

Es de notar, ante todo, que tu blog es parte de la luz que se da en la sombra, pues es dado para pocos y no para la multitud, y no versa del mundo ordinario, sino de la vida extraordinaria, o sea, no de lo gigantesco, más bien de lo grande y grandioso, como el Emperador.

Et lux in tenebris lucet.

¡Cuánto han olvidado que la luz guía al viandante! Y es muy estúpido quien ve el dedo que señala il scopo. Se debe ver el camino, el telos, pero para avanzar contemplando.

El mundo burgués es el mundo del quietismo, en que todo cambia de manera acelerada pero en un horizonte de a-movimiento y de plena estabilidad, en el cual la crisis es inconcebible.
El humanismo es la estatización de las cosas; es el mundo catalogado de la metafísica; es el objetivismo que nos deja mudos, quietos, llenos de derechos y nada más que eso, sin espíritu, en que el geviert es destruido pues es descuadrado; es el mundo de la esencia.

El Bewegung es corazón vital del Ereignis.

Ahora, ¿se filosofa en las sombras pues uno tiene la luz y resplandece o se hace filosofía en la luz para eliminar la sombra? ¿Se podría hablar de una sombra "maligna" que es proyectada/producida por la "imagen" gigantesca y de una sombra de bondad que nace de lo grandioso?

Et luz in tenebris lucet.

El pensamiento de Heidegger es apasionante, y en contraste con Stein, por ejemplo, es un aliciente para la búsqueda de la verdad, pues si bien la santa hablaba mucho de tal búsqueda, su querido amigo Martin termina siendo más ejemplar que ella.

Saludos,
Ricardo.

Uriel dijo...

Hola:

Ya se extrañaba los post filosóficos. La mirada de la luz y las sombras es muy interesante, al final ambos pertenecen a un juegos de miradas, que bien podría recaer en la "metafisica de la presencia" estipulada por Heidegger. El mirar implica un presente. En fin. Buscaré el texto para leerlo.



Atte.

Víctor Samuel Rivera dijo...

Estimados lectores;

Lamento el retraso en la entrega. Como ya se podrán imaginar, un post como el presente cuesta mucho trabajo. No es que uno se toma un vodka y hace automatismo de redacción. Tardó varios días precisar la idea y acomodarla al formato de esta sección.

Les agradezco su paciencia.

Víctor Samuel Rivera dijo...

Querido Ricardo;

1. Dices "tu blog es parte de la luz que se da en la sombra, pues es dado para pocos y no para la multitud, y no versa del mundo ordinario, sino de la vida extraordinaria, o sea, no de lo gigantesco, más bien de lo grande y grandioso, como el Emperador".

En efecto: Mi blog es para quien desee seriamente hacer filosofía hermenéutica. El que desea algo más fácil, menos "bullshit", puede acercarse a otros espacios acordes con sus capacidades.

Éste, sin embargo, no es el tema principal, sino el tratamiento de la política y la verdad en Heidegger con las metáforas de lo gigante, lo grande y la sombra. Esto porque muchos que se quejan del "emperador" no parecen entender que se puede hacer filosofía con imágenes.

2. Sobre el "movimiento". Es el tema central del artículo de Heidegger: la modernidad tiende a una especie de quietud metafísica. Esa quietud está camino de su límite: Se asoma el movimiento (el evento/la sombra).

3. Preguntas "¿Se podría hablar de una sombra "maligna" que es proyectada/producida por la "imagen" gigantesca y de una sombra de bondad que nace de lo grandioso?".

Lo "maligno" deviene del carácter aparente de la imagen. El "gigante" es frande en apariencia solamente; es la forma oculta de la presencia. La idea sin embargo es que la sombra de lo gigante es el lugar de lo grande (el evento).

Lo grande no es ni bueno ni malo.

Me complace esta última pregunta, que muestra lo bien que has leído mi texto. Gracias por esa atención.

Víctor Samuel Rivera dijo...

Estimado Uriel;

El mirar debe distinguirse entre la mirada del sabio y la del hombre corriente (en el mundo burgués). El hombre corriente ve la luz, ve dentro del claro, pero por eso no ve los bordes. El sabio, que está en el claro, "avanza" (se mueve) hacia los bordes, pues reconoce que el claro es temporal. No hay, pues, tal juego de miradas. Hay la mirada extraviada, y la mirada del camino. La primera es la de la metafísica moderna, la segunda la sombra del evento.

Un abrazo.

Ricardo Milla dijo...

Estimado Víctor Samuel:

Gracias por el reconocimiento. (Cómo si nunca leyera bien tus textos, jajaja).

También gracias por la aclaración a las preguntas. Pero... en resumen qué puedes decir de lo grandioso y la sombra. ¿Cómo se explica de manera más ordinaria? Lo digo para tenerlo más claro.

Ahora, lo que sí quedo bien claro es que no se hace filosofía desde el sentido común o desde la mirada burguesa de la vida cotidiana del mundo ordinario sin más, si bien la filosofía se hace en la calle como diría Miguel Giusti, pero la calle, a mi entender, no es el mundo ordinario.

Saludos,
Ricardo.

Víctor Samuel Rivera dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Víctor Samuel Rivera dijo...

Estimado Ricardo;

Lo grandioso. Un término que a Vattimo le disgusta, pero que está en el texto. Lo "grandioso" es el acontecimiento (evento) histórico, que se caracteriza porque es digno de recuerdo: La toma de la Bastilla, la coronación de Maximiliano I del Santo Imperio, la caída de Constantinopla. Heidegger no da ejemplos, pero su definición es clara.

En el texto, lo "grandioso" se opone a lo "gigante". Ambos llaman la atención, pero lo segundo es no-histórico, esto es, no comprende al hombre como ser histórico y, por lo mismo, no atiende a la esencia del hombre.

¿No te llama la atención de lo gigante que es la comida gringa? ¿Por qué el café de Starbucks se sirve en vasos enormes? ¿No son gigantes sus chocolates, sus helados, sus gaseosas? Llamar la atención es lo propio de la esencia. Heidegger ve en esa vulgaridad un signo de la esencia del nihilismo moderno, pues lo que se hace presente es lo que carece de valor humano (tiene valor animal, comercial, etc., instrumental). Se niega la historia y se sobrevalora lo banal. "Lo grande" es cambiado por lo "insignificante" (Heidegger).

La sombra: Es una presencia que acompaña lo gigante. Lo gigante se presenta a-histórico, pero no lo es. Lleva trazas de su historia, viene de una historia y va históricamente. Ésa es la sombra, que cuando es pensada, se hace anuncio: El anuncio del evento (del porvenir).

Un abrazo.

VSR

Pedro Pablo dijo...

interesante post, valió la pena esperarlo y gracias, ahora, ¿como se puede interpretar las ideas de Heidegger de manera realista, o sea, como se aplica a la realidad? Su post hace del filósofo un profeta reenganchado al modernismo, un profeta quasi religioso.

no son peligrosos los profetas?

gracias

Anonimus dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Víctor Samuel Rivera dijo...

Estimado Anónimus;

Lamento tener que borrar tus comentarios, pero no admito adefesios en mi blog.

Víctor Samuel Rivera dijo...

Estimado Pedro Pablo;

1. Hablando en términos sociales, las ideas filosóficas carecen de regla de aplicación, esto es: Se pueden interpretar de manera diversa, sin que haya una que sea la "apropiada".

Sin duda la democracia liberal es lo contrario de una interpretación heideggeriana del Evento.

2. Expreso mi extrañeza ante esta frase, según la cual Heidegger sería: "un profeta reenganchado al modernismo". La acusación de profetismo no es infundada, pero la sueltas con ligereza. Lo del "modernismo" me incomoda. ¿Cómo entiendo la frase? ¿Que Heidegger era liberal?

Ahí dejo mi extrañeza. Admito réplicas.

Un abrazo y gracias a ti más bien, pues leer este post es de por sí un mérito que valoro. Preguntar, cuando se hace con rectitud de ánimo, es de filósofos.

Víctor Samuel Rivera

Dick Tonsmann dijo...

Estimado Victor Samuel:

Tan sólo unas preguntas frente a tan bien pensado texto:
1) Habermas agradecía a Gadamer haber bajado a Heidegger del cielo a la tierra. ¿Te parece una frase poco feliz o estarías de acuerdo en que el modo críptico de Heidegger se entiende en la hermenéutica posterior? (lo cual incluiría a Vattimo por ejemplo)

2) El recurso a la metáfora suponía que el lenguaje de la tradición filosófica ya no le era adecuado a Heidegger para expresar susu ideas. Pero esto ¿no sería un abandono de la razón filosófica por la estética?. Recordemos que Wittgenstein decía que si la metafora no puede ser reemplazada por expresiones significativas caería dentro de lo místico que no es precisamente filosofico. (y lo estético es lo místico claro esta)A veces leer a Heigger parece que estamos leyendo sa san Juan dde la Cruz (no diría tanto Jesús como tú, pero es algo parecido)

3)Tampoco debemos subestimar el nazismo de Heidegger quien, como tu sabes siguió pagando al Partido su cuota hasta el final de la guerra y decidió no participar del proceso de desnazificación alemana. ¿No sería correcta la interpretacion de Hannah Arendt, de que Heidegger, habiendo abandonado la cueva y contemplando el So, se había olvidado de los que se quedaron en el fondo de la caverna, de manera diferente a la obra de Sócrates que le llevó a tomar la cicuta?

4. En la crítica d ela modernidad estamos todos comprometidos desde Husserl en su "crisis", pasando por Ebola y hasta MacIntyre y los posmodernos franceses e italianos. Pero después de esto ¿qué?
¿qué viene después del evento?, ¿de la caída del Hindenburg, o de la bolsa o de las Torres Gemelas?.
¿Al filosofo no le queda otra que alzar el vuelo al atardecer sin pensar en el día de mañana, o incluso antes, en la nueva noche oscura?

Saludos

Dick

Víctor Samuel Rivera dijo...

Estimado Dick;

Como prólogo, debo decirte que creo que estamos topando en nuestro diálogo la médula de la relación entre filosofía y actualidad en el mundo que nos ha tocado vivir.

Antes de contestarte, con toda sinceridad reconozco una sensación desoladora ante el panorama que no ha dejado el pensamiento, un panorama -por lo demás- del que no podemos escaparnos.

1./2. Es famoso que Habermas consideraba a Gadamer un "urbanizador" de Heidegger. Habría que pensar si se le hace justicia al bosque de Heidegger al convertirlo en pies cúbicos de madera.

El carácter virtualmente esotérico del pensamiento de Heidegger descansa sobre el presupuesto de que la filosofía había adquirido una existencia institucional y social que era inversamente proporcional a su significado. Mientras más y más gente se integra a la filosofía, menos interés tiene ésta en relación con el hombre y su problema principal, la pregunta por el Ser. Como sabes, la filosofía multitudinaria es un proyecto moderno. A nadie antes de la modernidad se le ocurría que la filosofía era cosa de las muchedumbres. Hoy todo el mundo cree y de hecho practica la filosofía como si fuera un patrimonio común de la humanidad (todos quieren "dar su opinión", y creen que es valiosa). Lo que es de todos sólo lo es en calidad de instrumento. Heidegger dedujo de esto la muerte social de la filosofía, "El fin de la metafísica". Creo que Heidegger escribía lo peor que podía para "tentar" un pensamiento con sentido, un pensamiento que se preguntara por lo más importante. ¿Podía querer que ese pensamiento se "urbanizara"?

La respuesta manifiesta es un rotundo NO.

3. Sobre el nazismo de Heidegger, es en sí mismo un tema, pero no necesariamente un tema filosófico. En el texto que comento de 1938 es manifiesto que hay un nivel de lectura en que se critica el nazismo como una forma de nihilismo. Tengo la impresión de que Heidegger creía que había una posibilidad en el nazismo efectivo e histórico (el de 1933-1945) de devenir "el relámpago del evento" (esto es, un anticipo del mundo postmetafísico). En realidad creo que ése es el significado del artículo: Explicar a los alemanes que estaba en curso un anticipo del evento. Este anticipo era "recuperación" de la experiencia originaria del ser, esto es (urbanizando las cosas), la recuperación del mundo como un significado grandioso.

Heidegger, sin embargo, no identifica ni podía identificar el nazismo efectivo histórico con el Ser. No podía porque es contradictorio con la idea misma del ser como evento. El pensador se alía al relámpago tanto como puede hacerlo con el viento. ¿Qué sigue al relámpago?: La tempestad. El relámpago es el anuncio visible de la tormenta. Es una manera de decir que en el mundo político visible anticipamos por una señal un tiempo "interesante", un tiempo que no sabemos cómo será, pero que nos llama la atención y nos fascina. Heidegger creía que las alternativas antiliberales o el comunismo eran "interesantes" y que, en cambio, el mundo liberal era la forma más extrema del fin de la filosofía.

En esto último creo que está acertado.

Demás está decir que deploro las maldades nazis. Pero no estaría demás que los que deploran las atrocidades de los alemanes de la época de Heidegger recordaran las atrocidades de que fueron capaces los norteamericanos durante todo el siglo XX. Vemos el mundo alemán desde el americano y por eso el mundo americano siempre queda un poco mejor en los balances de maldades.

En cualquier caso, el nazismo es una realidad irrepetible, el liberalismo es una realidad efectiva. ¿De qué debemos preocuparnos más?

4. Respecto del momento del pensar, respondo por mí: El filósofo debe pensar anticipándose como intérprete al futuro razonable. No sé si deba comprometerse con ese futuro como militante, pero no me queda duda de que es en el filósofo que la humanidad elabora su destino, aunque sea para no tomarlo en cuenta.

Sé que hay asuntos pendientes aquí. Los trataré con gusto.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Profesor,

Usted ha escrito "quodquot", hay un error de tipeo por "quotquot". Con el deseo de ayudarlo.

Ricardo Milla dijo...

Estimado Víctor Samuel:

Wow! Ya entiendo. Así es mucho más claro.

Pero... ¿porqué San Pedro no es gigante (por que, o sea es bien grandote)?

Saludos,
Ricardo.

Nureddin dijo...

Bismillah

Hola Víctor Samuel

Un comentario al margen. Dices:

"No sé si deba comprometerse con ese futuro como militante, pero no me queda duda de que es en el filósofo que la humanidad elabora su destino, aunque sea para no tomarlo en cuenta".

Me temo que esto es decir y atribuir con mucho demasiado de iure y de facto a la filosofía.

Nuestro peculiar Guenon expresada, a propósito de un caso particular que puede servir como ejemplo:

"... desde el punto de vista
donde nos colocamos, ella [la filosofía] es interesante sobre todo porque expresa, bajo una forma tan claramente definida como es posible, las tendencias de tal o cual momento, más bien que
crearlas verdaderamente; y, si se puede decir que las dirige hasta cierto punto, ello no es sino
secundariamente y a destiempo. Así, es cierto que toda filosofía moderna tiene su origen en Descartes; pero la influencia que éste ha ejercido sobre su época primero, y sobre las que
siguieron después, y que no se ha limitado únicamente a los filósofos, no habría sido posible si sus concepciones no hubieran correspondido a tendencias preexistentes, que eran en suma las
de la generalidad de sus contemporáneos" (en: La Crisis del Mundo Moderno).

Por lo demás, es indicativamente importante constatar que haya una concepción como la que señalas, que en efecto se gusta de compartir en las aulas universitarias -casi se esperaría por fuerza que sea así- pero ¿no sería acaso en su religión donde el hombre religioso que aún subsiste deba buscar la elaboración de su destino?

Por otro lado, incluso asumiendo enteramente el contenido de la frase ¿acaso podría ser aceptable perfilar un destino sin comprometerse en carne y sangre? Si el Pensamiento no puede abrazar -y el abrazo es sólo en un hombre de carne y hueso en concreto- a la Fuerza, debería haber algún problema muy de base en aquel pensamiento.

El tema de Atenas y Jerusalén, mencionado por EHN, rondando de nuevo, creo.

Palabras mías las de un extraterrestre, me imagino. Pero hay tras éstas un grueso sector del mundo vivo.

Saludos,

Nureddin

Víctor Samuel Rivera dijo...

Estimados anónimo y Ricardo;

1. Ya corregí el "quotquot". Lo cité del Evangelio Santo de San Juan de memoria y... me equivoqué. Cuento con ayudas como la tuya para el siguiente número.

2. Tu pregunta, Ricardo, se contesta sola.

Con gratitud por la lectura,

VSR

Víctor Samuel Rivera dijo...

Estimado Nurredín;

1. En la cita mía que comentas a través de nuestro Guénon quise referirme al pensamiento a. como un acto de libertad humana y b. como un acto de abrirse hacia el acontecer. O sea, es libertad frente a la comprensión. Esto no indica un poder del hombre, sino antes bien una posibilidad del hombre. Una posibilidad, por ejemplo, frente a no comprender. Es indudable que corresponde a los filósofos esta libertad antes que a nadie. Es una libertad de la humanidad del hombre, por decirlo de alguna manera (no una libertad de su comodidad, o de su pereza, o de sus "derechos", etc.).

2. Sobre la religión, una cosa no quita la otra. El pensamiento filosófico no agota, sino que ronda la trascendencia. Pero la vivencia de lo trascendente, ¿puede ser imputada al hombre? Ni siquiera el destino del hombre es realmente "humano".

Debo confesar que la (nuestra) lectura de Strauss, a la que aludes y compartimos con Eduardo, me está generando un serio problema conceptual respecto del vínculo razón-religión. El averroísmo no me gusta, pero tampoco estoy satisfecho con la solución maistriana providencialista actual.

¿Cuál solución?

La coincidencia en los efectos de la fe y la comprensión humana. No la coincidencia en el contenido, sino en la interpretación. Hasta ahora me he sentido satisfecho con esta salida al problema, pero, te lo reitero, ahora ya no me satisface.

Un abrazo.

VSR

Ricardo Milla dijo...

Estimado Víctor Samuel:

1. Interesante tu salida a mi pregunta.

2. Concuerdo con tu forma de presentar a Heidegger y con la imposibilidad de su 'urbanización'. Uno de las graves consecuencias que no ha traído el civilismo tardío del siglo pasado es que todos quieren 'bajar a llano' todo. Pero eso no es posible, pues hay factores que sólo pueden ser tratados en la esfera que le corresponde al 'ser'.
Por otro lado, interesante tu respuesta sobre el nazismo en Heidegger. Y me quedo con esto: "En cualquier caso, el nazismo es una realidad irrepetible, el liberalismo es una realidad efectiva. ¿De qué debemos preocuparnos más?".

3. El averroísmo nunca ha ido bien conmigo. Creo que la tención fe-razón de Tomás de Aquino, San es más feliz que la de Averroes, Duns Scoto y Hegel (ni qué decir de Ockam o de Lutero).
Tema aparte.

Saludos,
Ricardo.

Víctor Samuel Rivera dijo...

Querido Ricardo;

Una nota sobre el averroísmo: Por ahora es para mí un problema a resolver. Yo prefiero la solución católica de la unidad de la verdad, aunque de facto he estado más del lado de De Maistre, por su cercanía a la hermenéutica. En realidad debo pensar sobre eso en algún momento con calma.

Un abrazo.

Ricardo Milla dijo...

Estimado Víctor Samuel:

Es un tema complicado, especialmente para un intelectual. Por ello el tema que desarrollé en el bachillerato sobre la filosofía cristiana lo he dejado ahí no más, puesto que es un tema demasiado complejo que, a veces, más linda con lo personal-espiritual que con lo académico-público.

Saludos,
Ricardo.

Anónimo dijo...

Cómo se ahce para ser filósofo y Gay que va al gimnasio?

Víctor Samuel Rivera dijo...

Hola Anónimo;

¿Tú crees que las personas que hacen deporte son todas gays? -primera cosa-. Segunda: ¿si fuera gay, arreglaría eso algo mis pensamientos sobre Heidegger? ¿Tiene algo que ver la vida privada de las personas con el interés por sus ideas? O sea. Si yo sé o creo que alguien es homosexual, eso no me motiva parfa leer su blog. ¿A ti sí?

VSR

 
VISITANTES
Contador
 
VISITANTES EN LINEA
tracker
 
ESTOY EN