Datos personales
- Doctor en filosofía. Magíster en Historia de la Filosofía. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Crío tortugas peruanas Motelo y me enorgullezco de mi biblioteca especializada. Como filósofo y profesor de hermenéutica, me defino como cercano a lo que se llama "hermenéutica crítica y analógica". En Lima aplico la hermenéutica filosófica al estudio del pensamiento peruano y filosofía moderna. Trabajo como profesor de filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; he trabajado en Universidad Nacional Federico Villarreal desde 2005. He sido profesor en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima hasta 2014. He escrito unos sesenta textos filosóficos, de historia de los conceptos, filosofia política e historia moderna. Tengo fascinación por el pensamiento antisistema y me entusiasma la recuperación de la política desde el pensamiento filosófico. Mi blog, Anamnesis, es un esfuerzo por hacer una bitácora de filosofía política. No hago aquí periodismo, no hago tampoco análisis político de la vida cotidiana- De hecho, la vida cotidiana y sus asuntos no son nunca materia del pensamiento.
martes, 4 de enero de 2011
Montealegre y los Condes Serristori
Montealegre en el Palacio Strogonoff
José de la Riva-Agüero y los nobles emigrados en Roma (1922-1930)
Víctor Samuel Rivera
Uno de los centros de mayor intensidad de la vida del Marqués de Montealegre de Aulestia fue el palacete de Vía del Corso. Vía del Corso es aún una famosa avenida de Roma, en uno de cuyos extremos se halla la Plaza Venecia; en la década de 1920 era también el lugar preferente para los discursos de Benito Mussolini. Allí, a pocos metros de la columna de Trajano, en el número 35, se hallaba la puerta del Palacio de los Condes de Serritstori. Según entiendo por mis investigaciones en torno a la vida del gran polígrafo y pensador peruano, éste solía ir donde los Serristori con mucha frecuencia. De hecho, durante años, la Casa de los Serristori fue uno de los centros privilegiados para los contactos de nuestro marqués. José de la Riva-Agüero y Osma vivía en el mayor anonimato posible junto a las marquesas su madre Doña Dolores y su tía la Marquesa de Casa-Dávila. Montealegre residía en el Hotel Royal, Vía 20 Settembre. Donde los Serristori –según lo sugieren los indicios que aquí reconstruimos- se hablaba más francés que italiano.
En mi interés por esclarecer los vínculos de Montealegre en Italia hace un par de años tuve un interesante encuentro con algunos miembros de la nobleza europea. No es un secreto que Montealegre vivió en la capital de dicho Reino desde 1922 hasta 1930. Se trata de un periodo lleno de oscuridad, en el cual es casi nada lo que escribió y menos aún lo que se sabe. Era expreso deseo de su madre Doña Dolores que su lugar de residencia en Roma fuera cerca de la Corte Papal, por motivos a la vez políticos y religiosos. Los Montealegre residieron en Vía 20 Settembre hasta 1926, en que Doña Dolores murió. Luego, por motivos que no vienen al caso ahora, se cambiaron a un lugar más humilde. Montealegre se regresó en 1930. Cuando hace un par de años entrevisté a los miembros de la nobleza para indagar sobre la década de 1920 lo primero que hicieron fue preguntarme con qué italianos se había relacionado. Yo sabía con qué franceses y con qué españoles. Pero pensar en los italianos se hizo un quebradero de cabeza. De pronto me di con la sorpresa de que no podía contestar casi nada. Recordé que Riva-Agüero se había relacionado con el Príncipe Chigi. Los nobles me hicieron notar que Chigi había sido un personaje famoso de la historia italiana, parte del régimen de Mussolini. Pero entonces recordé: Chigi era amigo de los Condes Serristori. El sentido común me indica que Riva-Agüero accedió a Chigi por estos condes. El entorno de estos condes era pues, la clave de los contactos en Italia. ¡Pero los Serristori estaban tan lejos de ser personajes relevantes de la historia italiana! “A esos no los conocemos”, me dijeron.
Por examen de la correspondencia de Montealegre entiendo que Chigi era amigo de Su Majestad el Rey Don Alfonso XIII y que ambos eran amigos, a su vez, de una noble polaca, la Princesa Radziwill. Pues bien, ésta última era íntima de Madame Serristori. Radziwill formaba parte de un círculo de nobles emigrados de Europa Oriental en la Corte de Roma, en particular de Polonia y Rusia, los cuales estaban más entendidos en francés que en italiano. En un mundo ítalo-parlante, estos eslavos de diferentes nacionalidades deben haberse sentido más a gusto hablando el idioma del Conde de Maistre que el del Papa, a quien por ser ellos de religión ortodoxa no veneraban. Eran estos emigrados sí amigos de Chigi y de Don Alfonso. Esto se explica por el status de la Radziwill, título de una de las grandes familias de la realeza polaca. En Roma era una emigrada, pero su posición era casi la de una reina, y era a nivel de la realeza que ésta era atendida en el medio romano. En este círculo que conformaban Radziwill y Serristori eran especialmente próximos los Príncipes Novikow y Stephanow. Un dato interesante de la vida de Riva-Agüero en el Reino de Italia es el gusto que adquirieron las marquesas por los bailes rusos, una herencia cultural que indudablemente era debida al trato con estos Novikow y Stephanow. No resulta sorprendente en absoluto que en este contexto el marqués se hubiera trasladado luego de la muerte de Doña Dolores del Hotel de Vía 20 Settembre al Hotel Strogonoff, un lugar cuyo nombre no es posible evitar asociar a los nobles Novikow y Stephanow ni, por lo mismo, a la Princesa Radziwill y al Príncipe Chigi y, por intermedio de éstos, a los Condes de Serristori.
Uno bien puede preguntarse cómo así una noble familia limeña establecida en Roma en 1922 tuvo como centro de contactos la casa de unos condes más o menos poco destacados, que al parecer no hablaban mucho el italiano y que, como es manifiesto, se relacionaban en Italia más con la nobleza extranjera que con la italiana. De Novikow y Stephanow habría que agregar, además, con toda certeza, que eran unos personajes más bien grises y pobres. “Cher Marquis”, – le escribe una vez la Condesa de Serristori a Montealegre, advirtiéndole del cuidado que hay que tener para bien invertir el dinero en un círculo de pordioseros nobiliarios- hay ¡“Tantos refugiados rusos y polacos más o menos en la miseria”! Es evidente a quién se refería. Pero todo se aclara cuando, en Vía del Corso 35, hace su ingreso la Duquesa de Terranova, la hermana de la Condesa de Serristori.
Un día la Terranova llega a Corso 35 con algún chisme de la Condesa Potocka, la esposa del Conde Potocki y, por mejor seña, una peruana. Iba a soltar una nueva de la encantadora y criolla Susanita Potocka. Pero rápidamente cae el telón de la ignorancia para el lector. Hay que decir que la Terranova era hermana de la Serristori, y ambas a su vez amigas de la Potocka. La Serristori y la Terranova, las amigas de Susana, eran en realidad las hermanitas de la Gándara, Hortensia y Carmen, respectivamente, ambas afortunadamente casadas con Conde y Duque. Como eran amigas de Susana Potocka y ésta estaba casada con el Conde Potocki, de oficio diplomático polaco, esto las acercaba a la encumbrada Princesa Radziwill, que podemos imaginar complotando para que la monarquía fuera restablecida en su querida y eslava Polonia; por medio de la Radziwill, pasamos por el Príncipe Chigi y desde él a la Reina de Italia: hay que saber que era del dinero de la Reina que vivían a su vez los emigrados de otras casas reales en desgracia emigradas en Roma, verbigracia los polacos y los rusos, y es así como llegamos hasta los pordioseros eslavos, estos príncipes Stephanow y Novikow a los que les gustaban los bailes rusos y de los que ya sabemos andaban peseteando a los Montealegre. Ignoro si las hermanas de la Gándara eran limeñas de nacimiento, pero lo dudo, pues la Serristori escribía en francés. Lo que sí es indudable es que los de la Gándara tenían una rama familiar peruana y que es de esa rama, como no podría ser de otra manera, que hizo recurso la Marquesa de Montealegre cuando resolvió, alrededor de 1922, ir a vivir a Italia, un país en donde no conocían, ni ella ni su hermana ni su hijo, a nadie. La Terranova termina los chismes que tenía que contar. Los Montealegre invitan a todos los emigrados de Corso 35 al siguiente baile ruso en el Hotel Strogonoff. Los Montealegre pagan.
Caetera desiderantur…
PD: Obligado ver el video sobre los Radziwiil
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