El tiempo histórico en Bartolomé Herrera
Introducción
Víctor
Samuel Rivera
Bartolomé
Herrera [1808-1864] destaca en los estudios de historia política peruana porque
fue la cabeza visible del ultramontanismo en el Perú de su siglo. Deudor del
pensamiento contrarrevolucionario francés de la Restauración, le dedicamos un
artículo sobre ese tópico en la revista Araucaria
por el bicentenario de su nacimiento en 2008. Ahora que estamos estudiando
las temporalidades en el siglo XIX quisiéramos un post con los anticipos de
nuestro trabajo en relación con el autor.
En el
estudio de los conceptos políticos un elemento muy relevante es la historia,
que es también un concepto social. Es aún vigente desde el punto de vista de
los lenguajes la idea de que la Historia –así, con mayúsculas- es un concepto
unitario que revelaría una experiencia del tiempo universal en una sola
dirección; una dirección privilegiada donde los acontecimientos son parte de un
“avance” hacia el “progreso”. Pero éste es el lenguaje de los publicistas, que
en esto como en mucho se ha detenido en el siglo XX. Data de tiempo reciente el
cuestionamiento de la idea de la unidad de la historia y se debe sobre todo a
las investigaciones de Reinhart Koselleck situar el origen de la idea moderna
de la historia hacia 1750. Es su mérito haber destacado que se trata de un
concepto que articula una cierta experiencia social del tiempo: la experiencia
social del tiempo que llamamos comúnmente “modernidad”. En el ámbito de la
historia conceptual se ha precisado la relatividad de la experiencia social que
abarca en cada caso el concepto de “historia”. Si la Historia es un concepto
social que articula una experiencia es razonable pensar no que hay una
“Historia”, sino múltiples historias cada una de las cuales va de la mano con
una experiencia propia del tiempo histórico. Cada una de estas múltiples
historias se identifica porque se reconoce en un acontecimiento inaugural que
le confiere su sentido. Éste es el punto en que entra nuestra reflexión sobre
Herrera.
El predominio
de la Historia –con mayúsculas- como categoría moderna tiene el efecto perverso
de ocultar percepciones alternativas del tiempo histórico. Las de pueblos
ajenos a la tradición occidental, por ejemplo, pero también los conceptos del
tiempo que los diversos actores sociales pueden haber tenido en ciertos
periodos de la historia política en un cierto contexto dentro de la misma
tradición. Estos conceptos del tiempo ordenan y dan significado a las acciones
sociales específicas; las ubican en un espacio de experiencia y en un horizonte
de expectativas (para emplear categorías de Koselleck) más concretos y
definidos que el de la “Historia”. François Hartog ha
empleado para estos conceptos del tiempo la expresión de “regímenes de
historicidad”. El referente que define un régimen de historicidad es el
acontecimiento inaugural frente al que se instalan y cobran significado las
acciones sociales. Y tendremos tantos regímenes de historicidad según cuántos
“comienzos” ordenen y cualifiquen los fenómenos políticos en los cuales están
involucrados los agentes que emplean en tal o cual caso un cierto concepto de
la historia (sin mayúsculas). La historia a la que pertenecen y pertenecen sus
acciones tiene ciertamente un inicio fundante. Reconocer ese inicio es reconocer
un determinado régimen de historicidad, esto es, una cierta historia.
Con estas reflexiones creo haber escrito lo
suficiente para hacer una introducción conceptual al tema de la temporalidad en
Bartolomé Herrera. En los post siguientes intentaré argumentar lo siguiente: En
los textos polémicos de Bartolomé Herrera que revelan su experiencia del
tiempo, se revela que éste se considera a sí mismo como perteneciente a varios
regímenes de historicidad. Por lo menos encontramos tres: Uno cuyo acontecimiento
inaugural es la independencia de la República del Perú; otro cuyo
acontecimiento inaugural es la Revolución Francesa; otro cuyo acontecimiento
inaugural lo constituye la publicación e influencia de las obras de
Jean-Jacques Rousseau. Habrá que tener algo de paciencia para el desarrollo de
estas ideas.
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