Víctor Samuel Rivera

Víctor Samuel Rivera
El otro es a quien no estás dispuesto a soportar

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Doctor en filosofía. Magíster en Historia de la Filosofía. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Crío tortugas peruanas Motelo y me enorgullezco de mi biblioteca especializada. Como filósofo y profesor de hermenéutica, me defino como cercano a lo que se llama "hermenéutica crítica y analógica". En Lima aplico la hermenéutica filosófica al estudio del pensamiento peruano y filosofía moderna. Trabajo como profesor de filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; he trabajado en Universidad Nacional Federico Villarreal desde 2005. He sido profesor en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima hasta 2014. He escrito unos sesenta textos filosóficos, de historia de los conceptos, filosofia política e historia moderna. Tengo fascinación por el pensamiento antisistema y me entusiasma la recuperación de la política desde el pensamiento filosófico. Mi blog, Anamnesis, es un esfuerzo por hacer una bitácora de filosofía política. No hago aquí periodismo, no hago tampoco análisis político de la vida cotidiana- De hecho, la vida cotidiana y sus asuntos no son nunca materia del pensamiento.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Café con el Anticristo. Tras el oscuro velo de la libertad (IV)











Café con el Anticristo
Lima: el tiempo político para la Revolución Francesa (1794-1812)


Víctor Samuel Rivera
Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Tras el oscuro velo de la libertad (IV)

Todo el mundo está concernido, a nadie escapa ni puede escapar el interés por la obra de la Bestia. Trascribía en 1794 el Mercurio una carta pastoral del Obispo de La Rochelle ante el asesinato del Rey Luis XVI: “Infelices los pueblos que se dejaren llevar por sus errores. Infelices las potencias de la Tierra que no se precavieren de sus atentados. Infelices los que la adoraren a ella y a su imagen, y que llevaren su distintivo y su carácter” (Mercurio Peruano, 19/06/1794, 119).  “Las naciones” o “los pueblos” no pueden estar ausentes del evento. El evento tiene lugar en una espacialidad envolvente, que en este caso no deja lugar para la impasibilidad o la indiferencia. El evento fundante establece un lazo emocional con el hombre, por el “interés que concita”. En este sentido, los pueblos son pasivos, pues no son los agentes de lo que sucede, sino que, por así decirlo, son “apropiados” por el evento, que los incorpora y los hace propios emocionalmente, no ajenos a lo que pasa. Unos adorarán a la Bestia; otros se dejarán llevar por ella y, algunos, tomarán sus precauciones frente a sus atrocidades. Nadie (ningún “pueblo”) puede ser indiferente frente al evento, y por esa razón, el evento deviene en histórico de una manera especial, que –como se verá más adelante- lo diferencia de otros eventos fundantes que también son fenómenos históricos.


Es interesante que la declaración del tendero catalán no fuese el punto reflexivo de un teórico de la historia, o de un filósofo, o de un hombre de letras como Unanue, sino el de un hombre común de la calle, alguien del “público”: un cualquiera. Se ha observado que el sentido del evento revolucionario es caracterizado por su geografía, por su extensión en el espacio. Este espacio, que es el del universo entero, se asocia ahora con la idea de la opinión pública, de los que van al café a conversar. Hay una sugerencia en los textos de los periódicos de los que es eco la opinión de Momblán de que la universalidad espacial que involucra la Revolución está asociada al público en un sentido peculiar. ¿Qué hace un tendero de Lima irritado por algo que ocurre en otro hemisferio? Hay una relación de facto, que hace de la universalidad espacial de la Revolución fundante de la opinión pública. He aquí el Prospecto que anuncia la aparición de la Gaceta de Lima:

“Nada debe interesar tanto, y llamar la atención del hombre civil como la historia de las revoluciones que acaecen en sus días. Toda la tierra representa un solo pueblo entre cuyos ciudadanos existen unas relaciones muy estrechas que hacen la felicidad, y constituyen el reposo del género humano. ¿Qué puede, pues, haber de más tocante para el hombre social que los sucesos que alteran, o afianzan esos mismos enlaces? Es indispensable presentarlos a sus ojos. Así lo han juzgado las naciones cultas de la Europa difundiéndolos, desde que lo permitió la prensa y la ilustración, en diversos papeles periódicos titulados, en lo general, con el nombre de gacetas” (Gaceta de Lima, Prospecto, 06/1793, 1).

El evento histórico (este evento, la Revolución) aparece en la experiencia social como si la involucrara en tanto público de gente que lee o participa de gacetas. Abre un mundo histórico cuyo habitante es el público: “Es indispensable presentarlo a sus ojos” “en diversos papeles periódicos”. Como este espacio es universal, lo es también la opinión como un todo, sea favorable o no y así: “llama la atención de todo hombre civil”. Lo inexplicable del evento debe ser remitido (en este caso) a la experiencia social “pública” de este espacio universal (“Toda la Tierra representa un solo pueblo”). Para decirlo de otro modo, la experiencia del espacio revolucionario es universal porque es pública, porque concita el “interés” de la humanidad: y hay que subrayar que no se está hablando de la humanidad a secas, por cierto, sino de una humanidad que hace de Lorenzo Momblán uno de sus exponentes: lee folletos, gacetas y pasquines y va a los cafés a discutir o escuchar artículos y opiniones. Como es fácil notar, esa experiencia no se extiende a todos los eventos, sino que se entiende, como antes subrayaron el Obispo de la Rochelle o Hipólito Unanue, como única. La Revolución es un evento fundante que constituye la opinión pública como un mundo: al “llamar la atención del hombre civil” en “sucesos que alteran” al “género humano”.



A pesar de lo que parece sugerir el Prospecto de la Gaceta de Lima, no todo evento, no todo acontecimiento histórico implica un carácter al que le sea propia la publicidad. Esto es exclusivo de la Revolución Francesa. La misma Gaceta, por lo demás, lo aclara así más adelante, al observar que se trata al presente de una “época en que se ventila la causa de todo el linaje humano” (Gaceta de Lima, Prospecto, 06/1793, 2). No todas las “revoluciones” involucran ni han involucrado nunca al mundo humano, o hacen del hombre un mundo histórico universal que deba ser, por su interés, publicado y narrado en gacetas. De allí el carácter único que va unido al evento como experiencia. Pero el carácter único del evento marca también una perspectiva temporal, que es el punto al que va a pasarse ahora. Mientras tanto, Lorenzo Momblán, irritado en el café de Bodegones por aquellos que se habrían “dejado seducir de los errores” de la Bestia, “asentó quién hablaba a favor de la Asamblea y que quisiera acabar con todos los que pensaban así” (cf. Egaña, 1794).

Caetera desiderantur...

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