La hermenéutica comunista de Gianni Vattimo
Seminario de Homenaje por los 80 años de su nacimiento
Las sesiones son en la Facultad de Letras
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Salón 5C/ Tercer piso

En
medio de este imposible, algo así como la aberración de un milagro, se inicia
la noche de una película que termina en Aurora. Cuatro payasos empatan para el balotage de la segunda vuelta de unas
elecciones presidenciales peruanas. En una especie de circo de Fiestas Patrias,
los payasos hacen acrobacias políticas para suplir los monos y elefantes; en un
escenario perpetuo (siempre hay un escenario para los candidatos), no faltan
tampoco los magos y los enanos. Entre
los malabares de la corrupción y la mentira, cada uno a su manera, los cuatro
candidatos van escenificando la comedia: un sistema político cuyos agentes el
espectador sencillo reconoce en el aspecto más patético de su propia realidad. La
narración principal, sin embargo, es la de una aurora patriótica, de una patria
que despierta, bastante seria, que abre los ojos, sale de la pesadilla de circo
en que dormía atrapada y se despierta, dispuesta a que nunca màs sea lo mismo. Y
en la nueva aurora, la mañana fresca, un nuevo payaso le recuerda al espectador
que ha llegado el momento de dejar de reírse.
No
hay tregua en el humor sobre los poderes sociales, fácticos o legales, de tal
modo que la broma payasa es también crítica social. Las instituciones tutelares
de la patria ven el espejo de su propia desgracia. Mucho de lo que hay que
reírse en El candidato se halla en
las imágenes antes que en palabras, que el espectador agudo debe traducir al
lenguaje político, para justamente allí reconocer el chiste. Hay un verdadero
lenguaje sobre política, que no es el de los candidatos-payasos, sino otro que
el espectador sabe y calla, y que avergüenza. La Iglesia es una ruina en cuya
oscuridad esconden los corruptos el brillante sol del símbolo de su partido. La
milicia es simiesca y muda. La clase progresista e intelectual camina en el
vestido de una bruja. La sociedad civil es un pueblo joven interminable, que
sólo tiene voz plena cuando es corrupta, en los reclamos de un policía
muerto-de-hambre. ¿Y quiénes tienen voz en este concierto de ruinas y
silencio?: Los candidatos, que hablan hasta por los codos en la misma medida en
que roban; ellos le murmullan a Aurora mientras duerme, y le hacen saber en
esta larga noche electoral que, cuando ella despierte, felizmente, todo seguirá
siendo lo mismo. El candidato: una
película que se toma las cosas chistosas demasiado en serio.
Junto a otros investigadores, entre ellos el doctor Víctor Mazzi, se ha dictado en ciclo de talleres sobre pensamiento peruano. Me correspondió dictar Carácter de la literatura en el Perú independiente (1905) de José de la Riva-Agüero.
En
la atmósfera de lo raro, extraordinario y grandioso, la Dra. Delgado recibió de
las autoridades de la Universidad Nacional del Altiplano el grado de Doctor
Honoris Causa. La familia Chacaltana, notoria casa histórica del pueblo aymara,
complementó de modo espontáneo ese honor con una ofrenda inesperada a la Dra.
Delgado. Le fue entregada una imagen de la Virgen de la Candelaria de Puno que,
como es bien sabido, es representativa de la cultura del Altiplano. Entre
sollozos, se entregó copia de la imagen también para honrar a Fidel Castro,
revolucionario icónico y mandatario por décadas de Cuba; Castro, ese líder
histórico de la revolución americana contra el poder imperial del liberalismo
metafísico, que Cuba tan bien ha conocido luego de 50 años de opresión política
y económica de los Estados Unidos. Claudio Chipana fue objeto de un
reconocimiento especial por sus aportes en el Congreso. Sentidas y tiernas
palabras de gratitud de parte de los organizadores y las autoridades de la
Universidad debían haber cerrado el evento, pero había en Puno una secreta
llamada, entre la admiración y el temor, que extendió las actividades hasta el
día siguiente, en que se hizo visita de Sullustani, localidad famosa del
Altiplano peruano por hallarse allí las chullpas o lugares de entierro del
mismo nombre, moles de piedra que desafían, como lo hace el filósofo, la
finitud. Y el final, el final que hace sentido y cierra, a la vez que es
apertura, fue la cuarta y última tertulia, la tertulia del viernes.
Este
relato no termina en Sullustani, sino en la tertulia, la última tertulia de
este congreso, que se llevó a cabo esa noche cerca de las instalaciones de la
universidad, esta vez con el resabio de todos los alcoholes, el canto andino
gozoso, la discusión circunstancial, pero honesta, los proyectos de planes y
reformas que se dejan al azar y que todo entusiasta como lo era cada uno de
quienes allí estuvimos tiene luego del vino, aunque también del pisco, y la
cerveza y ocultos rones, que más de uno tenía encaletado en la chaqueta. La
tertulia, en este congreso, ha terminado siendo el lugar privilegiado, allí
donde, en prioridad sobre todas las cosas, yació con el hombre la verdad. Este
documento, cuya versión original fue leída por su autor en el Acto de clausura
del viernes 30, debe concluir con una doble declaración de gratitud. La primera
con los organizadores del evento, cuya labor y cuidado han sido la constante
durante estos días de fiesta filosófica, y la segunda, con todos aquellos
profesores y alumnos de filosofía, sin restar el digno lugar que los
investigadores independientes han aportado, sobre todo al tema de lo andino;
todos, organizadores, conferencistas, ponentes y asistentes, han sido honestos
y laboriosos, dialogantes y comprometidos, pues han dado testimonio, para sí
mismos, pero también para la comunidad que representaron estos días de
noviembre de 2015, de la vocación profunda de la filosofía. De forma
misteriosa, hay algo que la llama desde la historia social y política para
forjar, como los filósofos suelen hacer, un destino de la humanidad, ese
destino que la historia le ha asignado. Muchas veces el vino, el pisco de
Moquegua, nuestra plebeya cerveza, indica al filósofo sobre algo más allá.
Las
sesiones plenarias del mediodía del miércoles deben ser recordadas con especial
aprecio, ya que fueron, ambas, expresiones de un profundo sentimiento de
atención y cuidado del otro. La primera estuvo a cargo del Magister Julio
Olórtegui, profesor de la Universidad de la Amazonía, quien abordó el tema
central del congreso; su estrategia fue tratar el tema de los conflictos
culturales a partir de la experiencia en la Amazonía peruana: el conflicto
entre la racionalidad instrumental moderna, avalada por los media, los
empresarios transnacionales, la élite intelectual y el Estado frente a la
concepción que los pueblos originarios tienen del bosque y la tierra. Olórtegui
fue sucedido por el Dr. Marcial Abanto, de la Universidad Nacional de Cajamarca
cuya disertación, dedicada a la filosofía política, expuso las diferentes
corrientes epistemológicas vigentes en la politología actual y concluyó con
propuestas éticas para la integración de las poblaciones marginadas; la
retórica de la exposición del Dr. Abanto conmovió a los asistentes.
La
jornada de la mañana del viernes 30, en el auditorio principal, fue un ejemplo
manifiesto de la seriedad y el valor de la filosofía académica para la
compresión y elaboración social de los conflictos sociales y culturales, y
estuvo a cargo del Dr. Fidel Tubino, conocido profesor de la Pontificia
Universidad Católica del Perú. Con herramientas tomadas de filósofos como
Michel Foucault, entre otros consagrados de la tradición universal, Tubino
acercó la filosofía a los problemas de la vida social concreta, en una argumentación
seria, situada en su propia experiencia de diálogo intercultural con los
pueblos originarios de la Amazonía peruana. Cerró la sesión con la elección por
la Asamblea de la sede para el XVI Congreso Nacional de Filosofía, algo
bastante agitada y, no cabe menos decir, disputada. Luego de un genuino debate
académico que enaltece el esfuerzo de los organizadores del congreso, se
resolvió que la sede del XVI Congreso Nacional de Filosofía, en elección según
las normas establecidas, por mayoría de tres cuartos de los votos de la
asamblea, recayera sobre la Universidad San Cristóbal de Huamanga.
