Víctor Samuel Rivera

Víctor Samuel Rivera
El otro es a quien no estás dispuesto a soportar

Datos personales

Mi foto
Doctor en filosofía. Magíster en Historia de la Filosofía. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Crío tortugas peruanas Motelo y me enorgullezco de mi biblioteca especializada. Como filósofo y profesor de hermenéutica, me defino como cercano a lo que se llama "hermenéutica crítica y analógica". En Lima aplico la hermenéutica filosófica al estudio del pensamiento peruano y filosofía moderna. Trabajo como profesor de filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; he trabajado en Universidad Nacional Federico Villarreal desde 2005. He sido profesor en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima hasta 2014. He escrito unos sesenta textos filosóficos, de historia de los conceptos, filosofia política e historia moderna. Tengo fascinación por el pensamiento antisistema y me entusiasma la recuperación de la política desde el pensamiento filosófico. Mi blog, Anamnesis, es un esfuerzo por hacer una bitácora de filosofía política. No hago aquí periodismo, no hago tampoco análisis político de la vida cotidiana- De hecho, la vida cotidiana y sus asuntos no son nunca materia del pensamiento.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Joseph de Maistre, hermeneuta político



Versión corregida en formato PDF (haga click aquí)

El Conde de Maistre
Hermeneuta político

VATTIMO Y DE MAISTRE

Víctor Samuel Rivera

Joseph de Maistre



Joseph de Maistre, como Gianni Vattimo, es el terror de los liberales. Mejor dicho: es el terror de los liberales puesto al descubierto. Ultramontano, profesó que la religión es un principio político, como es el caso en la filosofía tradicionalista en general. Esta posición enfrentaba el dogma de la filosofía política liberal de que la religión debe ser suprimida de la vida pública y reservada a la cosmética o la psiquiatría. Es el más relevante de los autores del tradicionalismo católico, junto al Vizconde Louis de Bonald y Juan Donoso Cortés y es el autor más significativo de lo que en el siglo XIX se denominaba École Theologique (“escuela teológica” o “teocrática”). Pero no es por eso que lo recordamos aquí, sino porque, por paradójico que suene, su filosofía política coincide con las premisas principales que la hermenéutica tiene de la racionalidad, la verdad y la historia. Aunque parece lo más opuesto posible al pensamiento de Gianni Vattimo, que es un nihilista que predica la muerte de Dios, el teólogo comparte con él la denuncia del concepto violento de verdad de la metafísica liberal y, más aún, su concepción del ser no como una esencia eterna, sino como evento temporal que hay que interpretar. De Maistre es en realidad, no un “teólogo” como Santo Tomás, sino un hermeneuta religioso deslumbrado por la Revolución Francesa, a la que admiraba como a un “milagro”.



Tal vez Joseph de Maistre (1753-1821) es un filósofo político demasiado famoso en su calidad de “teólogo”, tanto que su fama puede no serle al final muy conveniente. A de Maistre se lo recuerda fundamentalmente por dos libros, las Veladas de San Petesburgo (1821) y sus Consideraciones sobre Francia (1796). Las dos, magistrales obras literarias, demoledoras piezas contra los sofismas de la civilización del dinero. Curiosamente, estas obras gozan de recientes reediciones y comentarios tanto en francés como en otras lenguas conocidas. Uno podría preguntarse por qué. No fue un gran epistemólogo, como David Hume. Tampoco fue un precursor de lo “políticamente correcto”, como John Stuart Mill. Su filosofía nunca dominó la academia, a diferencia de la de sus contemporáneos Kant o Hegel. Su presencia actual es fruto, en realidad, de una demanda interna de la reflexión política, en este tiempo del nihilismo cumplido, esto es, hoy que el mundo liberal agoniza. Es parte del resultado de las polémicas sobre las pretensiones planetarias del liberalismo de los años 80 y 90 del siglo pasado. Jean-François Lyotard y Gianni Vattimo intentaban convencernos en esos años de desconfiar de los grandes relatos, pero una contracorriente imperial quería convencernos de lo contrario, del valor civilizatorio del liberalismo, de su validez a priori, de su carácter “normativo”, de que es un “ideal irrenunciable”. Los imperiales eran la “izquierda” y se supone que representaban el progreso, el mercado libre y la democracia contra las locuras de Lyotard y Vattimo. Iba tras ellos un poder fáctico terrible, que ha quedado evidente en la política norteamericana desde los 90 hasta, qué decimos, hace 2 meses. Nos convencimos pronto de que entre entregarse al poder y desconfiar lo segundo era lo mejor, porque era los más inteligente. Y teníamos razón. Nos felicitamos de haber leído a de Maistre en los años 90.




Junto a Nietzsche, Joseph de Maistre es sin duda alguna uno de los enemigos socialmente más eficaces que haya tenido jamás el liberalismo. De hecho, sus argumentos son considerados vigentes por los propios liberales, y se lo cita como tal en cualquier debate académico serio sobre sus dogmas, en particular contra el individualismo, el secularismo nihilista y la ideología hegemónica de sustituir la religión por un discurso sobre los “derechos”. Isaiah Berlin, por ejemplo, coloca su pensamiento en el mismo plano de peligro para la civilización mercantil que el de Rousseau; va con él en calidad de “traidor a la libertad” (esto es, como inspirador de alternativas de pensamiento al nihilismo de la modernidad liberal). Hace un par de décadas, el liberal Stephen Holmes –con una perversa mala fe- lo catalogó en el origen de la presunta “Escuela Antiliberal”, en compañía desordenada y fellinesca con Heidegger, Nietzsche, Maurras, Mussolini, Hanna Arendt y Alasdair MacIntyre. Afortunadamente, tanto Berlin como Holmes tienen razón. A diferencia de otros pensadores antimodernos, como Louis de Bonald o Jaime Balmes, el liberalismo le debe aún a de Maistre varias respuestas.



De Maistre tiene la doble mala suerte de haber sido una figura fundamental del pensamiento francés clerical del siglo XIX y de haber sido leído en contextos que resultan ahora insoportables para el común de los lectores. Como Nietzsche, fue inspirador de formas de resistencia social contra la modernidad liberal que fracasaron con la Segunda Guerra Mundial, entre ellas el tradicionalismo católico, el corporativismo fascista y el maurrasianismo. Pero del Conde no interesa su pasado social efectual, sino su presente o su futuro, enmarcado como lo está ahora en el evento del fin del pensamiento único y el colapso del dominio planetario de la pérfida Norteamérica. De Maistre cuenta con la ventaja que los pensadores tienen en la historia humana sobre los políticos; mientras los últimos mueren para siempre en su envío (esto es, en los compromisos efectivos de la historia) los pensadores inteligentes se hacen intempestivos, es decir, regresan a la escena en los momentos de excepción, de allí que sea por antonomasia el pensador de la crisis, del mismo modo en que el segundo John Rawls o Richard Rorty lo son de la apoteosis. Como los grandes filósofos, como el propio Nietzsche, pero también Aristóteles o San Agustín, de Maistre es la clase de pensador que es capaz de sobrevivir en el orden de los conceptos a una historia socialmente desfavorable. Es un criterio pragmatista que se llama de “eficacia histórica” y que tomo de Hans-Georg Gadamer: Un filósofo es históricamente eficaz si logra sobrevivir a su contexto historial, si, en el lenguaje posheideggeriano, podemos decir que porta su envío, que es mensajero del dios de la comprensión. En lenguaje más fácil: Si sus libros se sobreponen a su contexto. El de Maistre de 1796 vuelve hoy a ser lectura fundamental para la filosofía política. Sobrevivió a la Revolución Francesa, pero también está sobreviviendo al pensamiento único y sus cadenas oprobiosas contra la inteligencia. Es casi la inteligencia misma emancipada de la tutela de la emancipación.

Joseph de Maistre fue un genio de la contradicción, pues atacó a la modernidad desde sus propias premisas y usando sus propios métodos. Es la inteligencia del pensamiento religioso que los clérigos de Occidente no tuvieron el talento de articular. Esto es básico: Es la antimodernidad hablando el lenguaje de la modernidad. Su agenda: Desacreditar la ontología cientificista, que en efecto –como él pensaba- subyace a los “derechos” y las “libertades”. Tiene un libro contra Francis Bacon, extremadamente divertido, La Philosophie de Bacon, en que demuestra que el estafador inglés era un charlatán en los términos de Bacon mismo. Este Bacon era un ícono cultural del empirismo y el sensualismo filosóficos del ambiente libertino que fecundó las escasas inteligencias de la Gran Revolución. Su concepto de la ciencia moderna y de lo moderno en general era bastante malo, y esto porque consideraba la ciencia moderna como ideología del terror revolucionario, como el terror mismo hecho pensamiento. El mismo diagnóstico iba para lo “moderno”, con lo que no para mientes en demostrar su estulticia. Por “moderno”, entendía él las filosofías empiristas y sensualistas del siglo XVII, esto es, “el filosofismo” de su propia época. Su pensamiento, sin embargo, tiene dos características que resultan singularmente “modernas” y, por ello, exitosísimas en la lid con los liberales. Con fama de teólogo irracionalista, debemos decir del Conde Joseph de Maistre que era a la vez un empirista y un “pragmatista” moral. Basaba sus razonamientos sobre instituciones y creencias sociales en la experiencia histórica, la plausibilidad práctica y el sentido común, no en la teología.

Nuestro conde nació en Chambéry, hoy Francia gracias a la Revolución, entonces Ducado de Saboya, los mismos Saboya que habrían de ser reyes de Italia. Es fautor del “ultramontanismo”. El ultramontanismo es la teoría política decimonónica que, frente a la Revolución, propugnaba la conservación del orden político-religioso de la Cristiandad europea. A esta causa dedicó su insoportable Sobre la Inquisición Española y el fulminante ensayo Du Pape (Sobre el Papa, 1817), dicho sea de pasada, una obra muy relevante para el pensamiento reaccionario peruano del siglo XIX. Buena parte de la mala fama del conde se debe a esta adhesión ultramontana que, al contrario de lo que piensa el común de sus detractores ignorantes (o sea, los que critican lo que no han leído), no era religiosa, sino pragmatista. De Maistre fue partidario de la unidad de la política y la religión en el contexto de 1789 no porque fuera muy católico (aunque lo era), sino porque su empirismo y su pragmatismo al estilo del siglo XVIII le hacían presagiar una historia desgraciada para los resultados sociales de la Revolución, previendo un sinnúmero de desórdenes, como efectivamente fue el caso para quien sepa algo de historia europea. Consecuente con la idea de fusionar la religión y la racionalidad humanas, esta posición lo llevó a llamar a sus principios político-filosóficos “dogmas”. Los lectores apurados de su obra tomaron la expresión a la letra, confundiendo los dogmas de la religión revelada con afirmaciones que eran a todas luces diagnósticos sociales y evaluaciones históricas. En parte –hay que confesarlo- de Maistre hizo esto a propósito, pues le gustaba el escándalo.

El punto nodal de la filosofía de de Maistre es la interpretación filosófica de 1789 como una singularidad en la existencia planetaria humana. En efecto: El conde era consciente de que la Revolución Francesa era un fenómeno global, que implicaría la expansión europea y la incorporación del mundo a la historia del Occidente, como en efecto fue el caso. Pero vio en este fenómeno una singularidad trágica, que llamaríamos ahora “destinal” en el lenguaje de la hermenéutica. Es lo que Heidegger llama “historia de la metafísica”, eso es, la interpretación filosófica del mundo como la expansión ilimitada del pensamiento “científico” al estilo del Bacon que despreciaba. Su predicción implicaba, en general, que la globalización (que él llamaba la “unidad del mundo”) iba a ser el desbordamiento revolucionario. El terror de 1793 iba a significar la opresión de Europa-revolución sobre el resto del planeta. No se equivocaba. La Revolución era una amenaza ontológica de pérdida del sentido de la existencia humana a escala planetaria, con un elemento único de acontecer irresistible e inevitable, que hizo coincidir con un diagnóstico catastrofista del mundo (¡cuánta razón tenía!). Se anticipaba cuatro décadas al Alexis de Tocqueville de La Démocratie en Amérique (1835). En clave religiosa, describió esto como una situación satánica, apocalíptica, en que Europa se invertía a sí misma y se abismaba al nihilismo.

El punto central que me llama a escribir estas líneas sobre de Maistre es la interpretación que hace el conde del filósofo y su relación con la verdad. Para comenzar, el filósofo debía ser una especie de profeta. Describe esto en términos gnósticos y esotéricos. El filósofo conserva la “intuición” del sentido de la acción histórica. Esto es considerado por la bibliografía al uso como “providencialismo”, esto es, como la doctrina de que los acontecimientos históricos deben comprenderse bajo la intervención de la voluntad de Dios en la Historia o la “Providencia”, un tema cuyo antecedente más famoso en la literatura histórico-política francesa era el Sermón sobre la Historia universal de Bossuet. De hecho, el filósofo aparece como un anticipador de la Providencia. Pero justamente este aspecto lo hace, con Gianbattista Vico, el pensador más cercano a la hermenéutica tal y como se entiende hoy con Gianni Vattimo que haya gestado el siglo XVIII. Vattimo denomina a la actividad del filósofo hermeneuta “ontología de la actualidad”, esto es, su hacer es la comprensión e interpretación de los hechos sociales desde la perspectiva de la finitud humana. En de Maistre podríamos hablar de “teología de la actualidad”, esto es, no teología metafísica, sino reconocimiento de la actualidad como acontecer de la verdad obrada en la vida histórica, en los hechos políticos. El acercamiento profético, aunque refiere “dogmas”, incluso “dogmas de la Providencia”, es en realidad un conjunto de conjeturas sobre acontecimientos, sobre “eventos”, cosas que pasan y tienen un significado dramático para la existencia humana. El propio de Maistre usa subrayándola la expresión francesa “événement” (evento), que tan relevante es en la hermenéutica, pues entiende la ontología como una interpretación del acontecer. Su pensar es interpretación plausible del “événement”. La Gran Revolución es un evento por antonomasia, como también la expansión global del liberalismo, el éxito político de principios irracionales de la civilización mercantil y la dominación planetaria del Ge-Stell (el mundo tecnológico).

Al pensar del ser como evento, como interpretación del acontecer, lo califica de Maistre mismo como “conjeturas plausibles”, esto es, ideas razonables que no tienen pretensiones de verdad última. Compáreselos con, por ejemplo, las ideas metafísicas liberales sobre los “derechos” y el “individuo”. Consecuente con la atmósfera moderna de su argumentación, sin embargo, sostiene que estas conjeturas “se apoyan sobre ideas universales”, esto es, que corresponden con la experiencia histórica, pero “sobre todo” que sus propuestas –cito- “son consoladoras y propias para hacernos mejores”. ¿No es esto puro pragmatismo? Lo que importa de la verdad es su utilidad social, su pertinencia para la coexistencia y su plausibilidad para hacer una vida humana feliz. Agrega: si es así, “¿qué les falta” a sus ideas? “Si no son verdaderas, son buenas; o más bien, porque son buenas, ¿no son verdaderas?”. Sus lectores contemporáneos liberales seguidores de Adam Smith o Jeremy Bentham debían quedarse perplejos al constatar este pragmatismo contingentista al servicio de la contrarrevolución. Como epistemólogo, propugnaba algo que va a parecer increíble al lector: la unidad de método entre la ciencia natural y las humanidades. Esto quiere decir que era un monista metodológico, como Leibniz o Descartes. A diferencia de ambos, hacía recurso a la experiencia, exactamente como presumían de hacer sus enemigos liberales. Como científico social (se me perdone la expresión) era un consecuencialista, esto es, evaluaba la pertinencia de las acciones humanas sobre la base experimental de sus consecuencias prácticas. Alguien que tuvo la desgracia de nacer durante la Gran Revolución pudo medir con mayor claridad el significado social del liberalismo. Pudo “palpar la sangre”, por decirlo de alguna manera. Con este criterio, la inquisición española le parecía menos mala que el Ge-Stell y, aunque de ese tema no nos pronunciamos, con certeza compartimos la idea de que los modernos dicen que “todo está bien” pero que la realidad, el evento, nos indica que “todo está mal”, que casi todo es violencia en el mundo. Lo podría haber escrito Vattimo, lo escribo yo y, antes que yo, de Maistre, el terror del terror de los liberales.

23 comentarios:

Anónimo dijo...

Bismillahi Rahmani Rahim

Hola Víctor

Empiezo mi comentario con la fórmula tradicional con la que empezamos nuestras acciones en la tradición a que pertenezco, je.

A propósito de Maistre, hay algunas reflexiones que he estado intercambiando muy recientemente con Eduardo en su blog, y que me gustaría que vieras para que aportes tus comentarios sea en el blog o por correo.

Quizá la naturaleza de tales reflexiones no puedan ser tratadas propiamente en el otro ambiente en que estamos discutiendo al autor, pero igual sería interesante contar con tu apreciación.

Lo ves en los comentarios al artículo y entrada sobre de Maistre en su blog.

Saludos,


Nureddin (David Cueva)

PD: La traducción aproximada de la frase de inicio es 'en el Nombre de Dios, el Más Misericordioso, el Más Compasivo'.

Víctor Samuel Rivera dijo...

Querido David.

Rescato un fragmento del post de Eduardo sobre el Conde de Maistre, que vengo de leer. Tengo mis diferencias con el texto, pero eso lo dejaremos para después.

A propósito de la Restauración que va implícita en el antiliberalismo (un tema terrible, ok?)

Tú has escrito:

1. "El núcleo de un esfuerzo de restauración tendría que buscar a toda costa la conexión con un Maestro".

2. "En cuanto a un segundo círculo concéntrico de interesados en la restauración, se podría ofrecer los textos clásicos (dependiendo de las personas, textos a varios niveles, etc.). Y de allí viene la acción masiva, en las aulas, movimientos, etc.".

3. "Pero el núcleo de restauradores, para tener un remedio efectivo contra la raíz misma del mal al que enfrentan, debe poder tener ese apoyo 'de lo alto', que no lo transmite la literatura, sino que es la barakah que viene de un Maestro".

Es una respuesta a un comentario de Christian.

Te contesto:

1. Personalmente creo que la Restauración del mundo tradicional está por ocurrir, que depende de una reorganización de las sociedades después del mundo tecnológico (Heidegger decía "Ge-Stell"). Es también el extremo de ese mundo, esto es, la vigencia del nihilismo. Cuando el nihilismo esté cumplido, vendrá la
apoteosis, esto es, su inverso.

2. Como filósofo no creo que se pueda predecir cómo va a ser de manera detallada.

3. Las tradiciones que han sobrevivido a la catástrofe moderna deben aceptar con resignación, en el sentido filosófico de ese término, los "residuos" históricos, que van a ser enormes (superpoblación, desorden, colapso ecológico, etc.). Pero esos residuos no son eliminables históricamente, por eso el mundo por venir no será como el que fue sepultado por la Revolución Francesa.

4. Va a volver es el mando jerárquico y va a colapsar el individualismo político. O es así, o el mundo será destruido. Creo que así va a pasar: Mira Venezuela, Rusia, China y los reinos de Asia, tanto árabes como orientales).

5. En principio estoy de acuerdo con que debe haber una alianza con lo sobrenatural, pero el evento de los dioses y lo divino viene solo, esto es, se constata que viene, se ve venir, no como efecto del pensamiento que calcula, sino como la capacidad de reconocer lo que viene. Por eso mi insistencia en este blog en hacer "ontología de la actualidad".

6. Sobre los "maestros" espirituales. Deben justificarse en el evento (históricamente) y eso ya está ocurriendo. Aún no es claro quién es maestro, salvo cuando uno ya pertenece a una religión. En poco tiempo quedará claro quiénes son los maestros.

Esto es lo que puedo decirte como filósofo que piensa el evento.

Víctor Samuel Rivera dijo...

A todos:

Mil perdones por hacerlos esperar, pero he escrito este post literalmentre grave de salud, con un ojo infectado y el tímpano derecho inflado como un globo. Cuesta bastante trabajo hacer un post.

Carlos Eduardo Pérez Crespo dijo...

Hola Víctor Samuel,

Muy interesante el post sobre el pensamiento de De Maistre. Tengo unos comentarios:

1) ¿Esta oposición a la Rev. Francesa en De Maistre es así de clara? Sé que al inicio la apoyó pero que se desligó de ella por la conformación de la Asamblea Nacional y la Declaración de los Derechos del Hombre, cuestiones que para él eran "aberrantes". Me parece que la oposoción es más clara en Burke que en De Maistre.

2) ¿No crees que es un tanto anacrónica la sugerencia de que De Maistre se refería al "evento" tal como Heidegger o Vattimo lo entenderían muchos años después? ¿Se puede decir que De Maistre criticó la "tradición liberal" cuando en ninguno de sus textos hace referencia explícita al "liberalismo" como tal (me refiero a la tradición en sí)?

3) Me llama la atención esta relación entre el "filósofo y la verdad" a la que haces alusión en De Maistre. Cuando leo las Consideraciones sobre Francia me doy cuenta de que no estoy leyendo a un personaje "dialogante", sino alguien que impone una pocisión y "demoniza" las que no le parecen, ejemplos: "Rousseau es el hombre más equivocado del mundo", "Nunca existirá una capital llamada Washington", etc. Por esa razón no estoy tan seguro de que esta relación con la verdad sea tan coherente en De Maistre, pues como bien dices es muy místico y gnóstico, y hasta a veces contradictorio, ya que al teologizar la política sataniza las cosas, las ve de manera apocalíptica. Lo cual es un arma de doble filo porque cae en "voluntarismo ideológico y político".

A veces hasta da la impresión de que De Maistre era el verdadero hombre equivocado, pues el Rey NUNCA regresó, tal como dijo él que pasaría.

Lo dejo ahi, un saludo.

Carlos P.

Víctor Samuel Rivera dijo...

Ante todo, Carlos, muchas gracias por tu atenta lectura. Mis posts no son lecturas fáciles y eres uno de los pocos lectores pacientes y serios que realmente tengo.

De Maistre estuvo contra la Revolución desde la proclamación de los “Derechos” porque diagnosticó en ese acontecimiento la instauración social de los principios del Contrato Social de Rousseau, esto es, el terrorismo de la verdad. Tenía razón.

Por otro lado, recuerdo haber escrito que consideraba la Revolución un “milagro”, esto es, una manifestación de una suerte de revelación histórica, algo que Vattimo llamaría una “apertura histórico-destinal”. O sea, no se relaciona con ella para condenarla en sí misma, como Burke, sino por lo que él cree que significa (el terror político, la destrucción de la Cristiandad occidental y un imperio planetario regido por la tecnología y el dinero; ¿no es un genio por haber previsto eso?)

Respecto del “evento”: Tengo toda la razón, por eso lo he citado en francés. Para él el “Ser” en la historia es “evento”.

Acepto que se trata de un anacronismo si se piensa una relación histórica entre Vattimo y de Maistre; pero sostengo que tienen relación desde la apertura histórico-destinal que era la Revolución. Una vez le pregunté a Gianni si él estaba de acuerdo con que Montealegre fuera considerado hermeneuta: Me dijo que sí.

Sobre la referencia a de Maistre y la “tradición liberal”: Es evidente que de Maistre no se refiere a ella históricamente por su nombre, pues éste se inventó hacia 1820. Pero hablamos de sus argumentos en tanto son vigentes para la lectura actual del liberalismo, no para la lectura que el siglo XVIII o XIX tenía de él. Es como decir que Nietzsche no es antiliberal porque no hablaba del liberalismo o no había leído a Buchanan.

Sobre si de Maistre era “dialogante”: debes comprender que “Consideraciones sobre Francia” es un ensayo, tiene estilo literario de ensayo y buena parte de su grandilocuencia es estética y retórica. De Maistre era como ser humano bastante más dialogante que muchos liberales que conozco. Por eso, por ejemplo, era capaz de verle algo positivo a los crímenes de la Revolución. Pregúntale a los liberales “de izquierda” si ven algo bueno en el gobierno de Fujimori.

Terminemos con un asunto de historia que, por sí mismo, no importa mucho. Dices que el Rey de Francia no volvió a su trono. Te equivocas. El republicanismo fue vencido bajo las órdenes del Emperador Alejandro I de Rusia. El Papa fue liberado de prisión, el Emperador marchó con buena parte de la nobleza europea sobre París, con mucha generosidad, considerando que los franceses venían de saquear Moscú. Luis XVIII Borbón fue proclamado Rey y la monarquía legítima retornó a Francia, España, Nápoles, etc. Es un hecho histórico. End of Story!


Nada es para siempre, comenzando con el mundo moderno.

Anónimo dijo...

Bismillahi Rahmani Rahim

Hola Víctor

Muy interesante tu post sobre de Maistre.

Algunos comentarios sobre tu post y tu comentario a mi post:

1. Me parece que el 'jugo' de tu post se puede obtener sobre todo si se tiene en cuenta que antes que estar exponiendo el pensar de nuestro Conde : ) considerando dicha tarea como un abrirnos hacia él e introducirnos en él en una dialéctica de fidelidad a su auto-percepción y su propia especificidad, tu hermenéutica de su pensar es en sí una tarea de una filosofía políticamente ( o mejor, filosófico políticamente) comprometida del filósofo con el quehacer que le depara el hoy día y el pensar la problemática de nuestro hoy como receptores de una obra, la del Conde, que adquiere concomitancias, resonancias, y posibilidades de dialéctica contemporáneas que necesariamente no pueden ser idénticas a las que él mismo presuponía o elaboraba o daba por tareas y esfuerzos, aunque vale decir que en ciertos aspectos se mantiene aún así (como en el caso de su oposición a la realidad -innominada en su época- del liberalismo [según lo entendemos hoy]) una notable actualidad no sólo bajo esta rememoración hermenéutico-creativa sino también a un nivel biográfico-maistreano.

Observación que puede superar la crítica de anacronismo.

2.- Aún así, y en la línea de lo que conversábamos la última vez, noto demasiado énfasis en el 'liberalismo' como eje del análisis del pensar llamado por ello mismo 'antiliberal', en el sentido de que frente a liberalismo aún se crea por efecto de mera oposición frente a él una afinidad de críticos y posturas que resulta desconcertante e implausible.

De Maistre fue antiliberal porque fue anti-todo aquello que está a las raíces del liberalismo (pero que también está a las raíces de lo que, bajo otros códigos, fue expresado -e incluso muchas veces de manera más virulenta- por aquellos que asocias en esta rememoración hermenéutico-creativa
a De Maistre mismo, llámese Nieztsche o Vattimo).

De Maistre no concede -para seguir con esta terminología ex-post- primacía al liberalismo como la identificación 'del' enemigo, sino ... nuevamente bajo esta óptica no biográfica, a las fuerzas espirituales y políticas que minaron el mundo de una Tradición (en un sentido cercano al que le daría el tradicionalismo guenonista).

Por tanto, a tu primera línea podría comentársele: De Maistre era el terror de los liberales, y seria, de vivir, el terror también de personas y pensadores como Vattimo.

3.- ¿Por qué, por tanto, el esfuerzo en exponer y criticar el liberalismo -lo que obviamente compartimos- dejando de lado el hecho filosófico y político, de suma actualidad, de que éste -el liberalismo- no es más que uno de entre muchos de los hijos salidos de la caja de Pandora, a todos los cuales intuitivamente más que exprofesamente en su pensar De Maistre se opuso acérrimamente?

Como en un ejemplo en el cual creemos que nuestro peligro es la persona de al lado, pero resulta que es un sector entero del vecindario, si tomamos medidas para prevenir la lesión que pueda provenir de este peligro, habremos sin embargo dejado un gran espacio abierto -por la falta de identificación del conjunto más amplio de los actores riesgosos- para ser ingratamente sorprendidos.

4.- Dices, en relación a mi post:

"En principio estoy de acuerdo con que debe haber una alianza con lo sobrenatural, pero el evento de los dioses y lo divino viene solo, esto es, se constata que viene, se ve venir, no como efecto del pensamiento que calcula, sino como la capacidad de reconocer lo que viene. Por eso mi insistencia en este blog en hacer "ontología de la actualidad".

De acuerdo (aunque personalmente nunca usaría la palabra 'dioses' en una afirmación mía, por consideraciones e imperativos de los que parto, pero eso dejémoslo aparte). Sin embargo, este advenir no es un justificativo de una posición de 'no búsqueda activa de ese contacto con lo sobrenatural'.

Pues lo que adviene viene, en una u otra condición, pero no es igual una que otra condición (de apartamiento o pasividad frente a la del activo en su ascesis y su búsqueda) ya que en este orden desde siempre se ha dicho también, y como católico que eres te lo recuerdo (te lo rememoro, je): "El que busca encuentra" y la máxima de "arrebatar el Reino de los Cielos por la fuerza" o también la de ser calientes o fríos, pero no tibios.

De acuerdo contigo en que no se trata del resultado de un pensamiento que calcula, pero yo no dije que hubiera que hacer esto. Se trata de un abrirnos el corazón, de un despertar el espíritu. De un autoviolentarse para obtener el Reino de los Cielos. Y de allí la necesidad del Maestro.

5.- Dices:

"Sobre los "maestros" espirituales. Deben justificarse en el evento (históricamente) y eso ya está ocurriendo".

Permíteme la discrepancia. Si hay algunos maestros que se involucran en los acontecimientos humanos, o incluso en aquellos que que en tu línea de pensamiento hermenéutico reciben la designación de 'eventos', es un hecho absolutamente contingente a la naturaleza de la condición espiritual de un maestro. Y tomo ejemplos del cristianismo mismo: la oración silenciosa y permanente como práctica ascética, o los errantes del desierto.

¿Qué le puede importar el mundo, como realidad en sí, a un gnóstico (en el sentido esencialista etimológico, no en el de la designación a una afiliación de un fenómeno ya catalogado y estudiado por la historia de las religiones) si precisamente he allí su más importante barrera para la Gnosis de la Eterno?

No se me malentienda. No justifico quietismos ni inacciones (como las soluciones espirituales 'made in USA' de sentarse y decir 'ommmm' y creer y fingir que uno se desconecta, ni escapismos o inercias de ningu tipo). Islam es todo menos quietismo. Pero la contemplatio del orden eterno de las cosas tiene un orden de ser que en modo alguno podría supeditarse, para su génesis o constitución misma, a un 'justificarse en el evento', pues sería casi casi una contradictio in adjectio.

Pero hay maestros que se muestran en los eventos, cierto. Al igual que los hay que no.

Una pregunta a margen, ¿qué acontecimientos tienes en mente cuando dices 'y eso ya está ocurriendo'?

Dices también:

"Aún no es claro quién es maestro, salvo cuando uno ya pertenece a una religión".

Sería como decir que el tema del reconocimiento de un maestro es casi casi como una petición de principio. Un rasgo -sé que no lo piensas en esos términos pero las resonancias están ahí- de la 'irracionalidad' de la religión.

¿Por qué pues Jesús, la paz sea con él, envió a sus doce discípulos si la lógica de una Revelación fuera una lógica que no puede realizar una 'llamada' a la reflexión y al discernimiento ya que identificar una Revelación (o un Maestro) es un asunto de petición de principio, un asunto irracional?.

El rasgo universal de las Revelaciones ha sido, más bien, el ser comunicativas: 'anda y diles'.

¿No se puede entonces reconocer a un maestro salvo que ya se sea de su gente?

6.- Vuelvo a mencionar que el asunto no es -para decirlo con un eslógan- liberalismo sí o liberalismo no, y de Maistre no adquiere su valor universal de pensador vigente como crítico 'del liberalismo'.

El asunto, el mal de fondo, es mucho más amplio. Una medusa de mil cabezas. Y, para retomar el ejemplo, quién no identifica a su enemigo ...

Slds.

Nureddín David Cueva

Orlando dijo...

Señor filósofo, no puede quejarse de que le andan faltando condiciones de diálogo o de que no lo "toman en serio".

A mí me parece demoledora esta frase de Nureddín que dice, "creemos que nuestro peligro es la persona de al lado, pero resulta que es un sector entero del vecindario". Tu antiliberalismo se pone como cómplice de movimientos que son contra americanos, pero que son peigrosos, como Hugo Chávez. ¿0 es que vale todo contra el liberalismo, hasta algo peor, como piensa Nureddín?

Víctor Samuel Rivera dijo...

Estimados amigos.

Contesto esto por partes, pues va más allá de mis límites humanos resolver todas las interrogantes aquí. Les ruego hacer paquetitos de preguntas, uno a uno, para permitir que les conteste con más justicia.

En primer lugar, a Orlando. Mira. Estoy de acuerdo en esto de “todos contra el liberalismo” en términos políticos, pero por una razón conceptual, que es el “relampagueo del evento” (o sea, es una apertura de la historia humana). En esto sólo sintonizo con el evento (el “Ereignis”): El Presidente de Ecuador va a Irán. El de Rusia, va a Venezuela. El de China va a Cuba. Ése es el evento: Todos identifican a su enemigo. Yo me limito a describir la fuerza metafísica, el relampagueo del advenimiento, el salir de la procesión. Ante la imagen del evento me inclino. En cierto sentido el filósofo debe ser profeta del evento. “Es un riesgo que hay que correr” ha dicho Gianni en alguna parte.

A David. Hoy sólo te contesto el numerales 1 y 2. Esta semana he estado muy enfermo y estoy muy débil aún, pero si estuviera saludable igual debo pedirte paciencia: Si escribimos muy largo los lectores no sintonizarán. Yo creo que esta página, nuestra charla, la amistad con Eduardo Hernando son “eventos”, y la idea es que esos eventos se vuelvan milagros maistrianos para los lectores. No vale cansarlos. Después veré de contestar el resto

Al 1. Dices que hago “filosofía políticamente”. Sí. Esto es filosofía para el tiempo, lectura de huellas. Es el pensamiento que camina en el bosque. Admites que busco pensar este tiempo con nuestro Conde. Correcto, es así. Pero procedo de una formación filosófica estricta, de la que trato de dar fe en mis trabajos para la imprenta. Yo podría escribir sin citar, pues la memoria es una cualidad secundaria, pero debe quedar claro que mis declaraciones sobre de Maistre son académicas, o sea, sostengo que de Maistre era en la realidad empirista, consecuencialista y pragmatista. No hay que tomar eso, sin embargo, a la americana. No quiere decir que el Conde fuese ateo por ejemplo. Eso está claro también y no lo niego.

Al 2. Comentas en el punto 2 que a mi: “primera línea podría comentársele: De Maistre era el terror de los liberales, y sería, de vivir, el terror también de personas y pensadores como Vattimo”. No lo niego, pero no sería en el mismo sentido. Te respondo esto con una analogía respecto de Gianni. Dijo una vez Vattimo en una reunión: “Yo no sé si sería nazista (sic) si naciera de nuevo. Eso no lo sé, nadie lo puede saber”. El odia el nazismo.

Y bueno, si no apelan, prometo responder a lo demás por paquetitos, de otra manera se me habrá de secar el cerebro.

Les agradezco a todos mis lectores, incluso a los que escriben al correo, todas sus anotaciones y sugerencias.

Christian dijo...

Hola Víctor. Si De Maistre fue empirista, consecuencialista y pragmatista, como señalas, parecería que, después de todos, aunque no por las razones que él enunció, Berlin tendría razón al calificar al conde como un protofascista.

Saludos,
Christian

Víctor Samuel Rivera dijo...

Estimados David y Christian:

Aún estoy algo débil, así que no puedo extenderme.

A Christian. Debo decirte que sí. Es lo honesto. En la medida en que de Maistre era contingentista, pragmatista y consecuencialista es, como Berlin señala, un antecedente del fascismo. Pero el fascismo era bastante más que esos rasgos, que son sólo ontológicos y epistemológicos y, como he intentado decir en otro blog, eso no prueba nada, pues hay demócratas que tienen esos rasgos, como Rorty. Es absurdo decir que el Conde de Maestre fuera fascista en algún sentido razonable, como Berlin intenta sugerir con una malicia pérfida. En todo caso, es tan fascista como Rorty.

Una respuesta más a David Cueva: Respecto de identificar “maestros” y la presunta "irracionalidad" de la religión. Tú escribes con todo sentido que la elección de un maestro no puede ser irracional. Escribes “
El rasgo universal de las Revelaciones ha sido, más bien, el ser comunicativas: 'anda y diles'”. Correcto. Esto se contesta a partir de la noción de verdad en las religiones, que presupone una actitud ética. La religión no es un conocimiento, aunque involucra e implica conocimientos. Los conocimientos, sin embargo, no agotan la religión. La religión tiene también que ver con la presencia, es una presencia. Por eso los liberales se esmeran en ocultarla, en destruir cualquier indicador de religión (cruces, velos en las mujeres, sotanas sacerdotales, kepás judíos), porque la religión es una presencia. Entonces “anda y diles” quiere decir en religión “hazte presente, manifiéstate”. Eso no es irracional en absoluto.

Un abrazo,
VSR

Christian dijo...

Estoy de acuerdo contigo con que ser fascista es más que ser un empirista, pragmatista y consecuencialista.

También se encuentra el ser decisionista (entre otros rasgos ya que tampoco el ser decisionista en el plano politológico y jurídico agota la noción de fascismo) nota de la que no participaba De Maistre (creo que Schmitt se equivoca al considerarlo uno de los antecedentes del decisionismo). Para De Maistre las decisiones sólo las podían realizar los gobiernos legítimamente soberanos, siempre que ello no significase la creación de un orden político nuevo, creado ex nihilo. Tan es así que para nuestro autor la contrarrevolución nunca podría realizarse ya que se agotaría en un acto de pura fuerza sin autoridad. ¿Tal vez era un quietista e inmovilista? Sé que no crees que lo era, pero me gustaría que lo desarrollaras.

Saludos,
Christian

Christian dijo...

Aclaro, la contrarrevolución por medios violentos.

Christian dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Christian dijo...

Hola Víctor. Añado algo más: desde el punto de vista del conde ya no es posible ningún regimen decisionista, en ese sentido Donoso Cortés y Schmitt significan cesuras con respecto a De Maistre. Ellos admiten la dictadura como alternativa última frente a las fuerzas disociadoras de la modernidad, pero ¿el conde? Tal vez fue mucho más clarividente que ellos y previó que toda recurrencia a un regimen de excepción, en manos profanas no significaba más que tiranía. En ese caso el inmovilismo no es tal sino es comprensión de las implicancias plenas de la modernidad en cuanto al problema de la legitimidad del poder.

Saludos,
Christian

Carlos Eduardo Pérez Crespo dijo...

Hola muchachos!

A partir del último comentario de Christian sigo pensando que la distinción entre De Maistre y Schmitt es algo que tiene que estar en la agenda académica. Saludos.

Carlos P.

Christian dijo...

Mis últimos comentarios han sido dados a la luz de la lectura del artículo de César Sanabria Oviedo "Joseph de Maistre: la reacción de la autoridad" que Eduardo Hernando Nieto ha colocado en su blog.

Para De Maistre lo único que quedaba era interpretar el acontecer que pasaba delante suyo desde el horizonte de la finitud humana, tal como lo señala Víctor. La autoridad no podría volver a recuperarse, al menos no transitando los caminos de la violencia y de la razón calculadora.

Saludos,

Christian

Víctor Samuel Rivera dijo...

Hola a todos (un saludo decisionista):

1. Estimado Christian. En efecto: Una de las consecuencias del pensamiento de Joseph de Maistre es que la decisión como un acto fundacional no es posible de teorizar. No piensa que no es posible, pero sí que cuando ocurre, es un acto de fuerza que se legitima con el consenso.

O sea: No es posible de teorizar, lo que quiere decir que no puede justificarse racionalmente (en términos de Maistre: es un "milagro"). Eso no quiere decir que sea imposible lógicamente; al contrario.

2. Sobre los gobiernos legítimos: Es bueno entender que la reflexión de De Maistre se orienta a tratar de comprender qué es lo que legitima a los gobiernos efectivamente existentes y no tanto a justificar a los soberanos legítimos. Eso es en sí todo un tema.

3. A Carlos: Pues sí, tienes razón, habría que ver la distinción con Schmitt con los libros en la mano. Personalmente creo que sí se distinguen, pues Schmitt piensa cómo reconocer al gobernante legítimo sobre la base de la excepción, mientras que el razonamiento de De Maistre es negativo, o sea, por qué no es posible adjudicarse la soberanía fuera del régimen establecido.

Orlando dijo...

Tus posts me dejan a veces un sabor de boca maniqueísta, el bien y el mal, la luz y las tinieblas, Dios y el Diablo, sólo que en un tono anti-voltaire. Igual esto del evento es ibnteresante.

¿Puedes recomendar lecturas sobre el evento? Si puedes proporcionarme algunas notas de bibliografía sobre eso se agradece.

Anónimo dijo...

Describes a de Maistre como un hombre que, utilizando las herramientas de la modernidad factual, interpreta a la modernidad, y más precisamente a la revolución, como un hecho sin precedentes cuya última explicación la encontramos en los designios de la Providencia. Así como de Bonald es "matemático", de Maistre sería "empírico", en la medida que se valen del lenguaje de la modernidad para explicar lo que siempre los hombres creyeron "en todo tiempo y lugar" haciéndose entender por sus contemporáneos. Pero aquí hay un problema. Si bien ellos utilizaron un tipo de lenguaje moderno para razonar en torno a la monarquía y a las instituciones sociales, no lo utilzaron para reflexionar la religión. Su "pragmatismo" no es aplicado a lo metafísico, mas sí a lo social, cuyo sustento, como bien dices, es la historia. Ese es el escollo que debemos resolver y explicar, como ellos lo hicieron, segun el lenguaje de nuestro tiempo. Su metafísica es impecable, pero muy profunda. Eso hizo que no llegaran a ser tan populares como Rousseau. Y es que ese lenguaje metafisico no es moneda corriente entre el vulgo, que solo entiende ideas sencillas. Esa sencillez es la que tiene de ventaja los pensadores liberales y socialistas, en la medida de que de dos o tres ideas bases simples construyen todo un sistema de pensamiento que, por ser obra exclusiva de la razon, constituye una ideologia.

Por ello, cuando de Maistre habla de las instituciones politicas, se remonta a Roma y al Sacro Imperio, pero cuando habla de la revolucion como fenomeno, habla como teologo; mejor aun, como profeta. Y sabemos que el profeta lanza verdades sobre el futuro en "lenguas", es decir, en un lenguaje que necesita ser interpretado, "develado".
El asombro que siente de Maistre por la revolucion lo consterna. Dice que es algo "extraordinario", prefiguración del sentimiento de Donoso ante los eventos de 1848, que lo paralizaron al punto de ver las mismas puertas del infierno.

En resumen, de Maistre no es tan "matematico" o "empirico" en lo que toca a la religion, ya que en ese augusto tema realmente, con de Bonald, fueron "en parte doctores, en parte inquisidores, en parte verdugos".

Christian dijo...

Hola Víctor Samuel. A propósito del comentario de Augusto quiero llamar la atención sobre el primer pasaje del Capítulo V de "Consideraciones sobre Francia". Este pasaje es teológico y admite una lectura metafísica: De Maistre califica como de carácter satánico a la Revolución Francesa, hojas más adelante da un ejemplo bastante expresivo de esta propensión, el de las fiestas cívicas, "patriotas" que constituyen un remedo, una contrahechura de las fiestas religiosas. Lo que me queda claro es que De Maistre señala que una de los principales objetivos de la Revolución (el olvido de Dios) es de naturaleza satánica, sin que sea satánico en sí mismo. ¿Acaso estamos ante una prefiguración del Anticristo o ante el mismo Anticristo?

Saludos,

Christian

P.D.: Siento el carácter tan poco festivo de este último comentario, estando 31 de diciembre ;)

Héctor Chocano dijo...

A partir de esta lectura he estado averiguando sobre posmodernismo y De Maistre, y he descubierto que Jean Baudrillard ha tematizado parecido a ti, subrayando el relativismo de la interpretación, ¿puedes comentar algo de eso? Parece que hay una corriente "revisionista" del maistrismo, frente a una más "ortodoxa", como lo que comenta Augusto.

Ahi lo dejo.
Héctor

Víctor Samuel Rivera dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Víctor Samuel Rivera dijo...

Estimados lectores;

Lamento el retraso en contestar y actualizar el blog.

1. Augusto: Lo que afirmas sobre las diferencias entre de Bonald y de Maistre es correcto. En términos de MacIntyre, tienen cada uno una concepción distinta de la racionalidad. En cierto sentido, cada uno tiene una concepción diferente de la modernidad también. Ambos coinciden en que la "racionalidad" (la legitimidad de los argumentos) depende de criterios que proceden de lo que hoy llamamos "filosofía moderna" pero que en el siglo XVIII eran concepciones alternativas respecto del saber. Es interesante que ninguno de los dos fuese "tradicionalista" en el sentido epistemológico que le asignamos a ese término en la actualidad. Sin duda esto merece más trabajo y espero tener tiempo para tratar el asunto en un post.

2. Christian: Eres el azote del azote de los liberales. Te contesto lo del "carácter satánico" y el asunto del Anticristo. Tengo a la mano las "Consideraciones sobre Francia" para comentar lo que has escrito. Respecto del "carácter satánico de la revolución" es lo más tradicionalista y ortodoxo que ha escrito el Conde. Juzga la revolución con criterios histórico proféticos dentro de una visión apocalíptica cristiana de la historia. En ese sentido, debe interpretarse como una acción intelectual para "contener al Anticristo", que bíblicamente significa "denunciarlo" y exhibirlo en su aberración; hacer que sea visible por la denuncia profética (algo propio del Anticristo es que tenga apariencia de algo "humano"; por eso a los humanistas hay que verlos a la vez con lupa y crucifijo: siempre se les sale la cola, pero por debajo del traje).

Respecto de las "fiestas cívicas", la idea es que la fiesta es en realidad un rito, y que es contradictorio convocar a un rito con la expulsión manifiesta del sentido mismo del rito, que es el vínculo con un otro trascendente". Para esto de "trascendente" me gusta la fenomenología religiosa; recomiendo leer a Rudolf Otto, "Lo Santo" y Mircea Eliade, "Historia de las religiones", "Lo sagrado y lo profano". Son libros de cabecera (al final, la fenomenología no es tan inútil como sus deudores la hacen aparecer).

3. Héctor: Gracias por el dato de Baudrillard, pues no lo conocía.

Un abrazo.

 
VISITANTES
Contador
 
VISITANTES EN LINEA
tracker
 
ESTOY EN