La conspiración monarquista de 1911. Parte VIII
Los monarquistas franceses y Riva-Agüero
Víctor Samuel Rivera
Resulta un hecho sorprendente de la historia de los contactos franco-latinoamericanos que el círculo hispanista de Foulché-Delbosc no fuera solamente una comandita de intereses literarios. En realidad los hispanistas de este círculo eran también parte no tan colateral del activismo político francés. Martinenche y Lesca eran nacionalistas maurrasianos y monarquistas. Ambos realizaban estudios sobre España y la América española y portuguesa, pero estaban vinculados, en mayor o menor grado, al activismo de l’Action Française. Este movimiento de la extrema derecha francesa, para 1909, se caracterizaba por una postura monarquista; su libro emblemático era Enquête sur la monarchie [1901-1903, reedición de 1911] de Charles Maurras, libro que sería uno de los más célebres textos ideológicos anteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Charles Lesca y Ernest Martinenche eran unos académicos hispanistas, pero también unos nacionalistas monarquistas, unos royalistes. En este liderazgo nacionalista y monárquico destacaba, al lado de Maurras, el poeta Maurice Barrès [1862-1923]. Éste último con toda certeza, se hizo amigo cercano de Ventura, quien lo cita expresamente en Nosotros. Hay que decir que, en términos generales, Ventura admiraba en Barrès tanto su pluma como su ideología. Maurras, por su parte, tuvo sin duda trato personal con Francisco, que también conocía y apreciaba, junto a su persona, su doctrina. Tanto Francisco como Ventura tuvieron trato de amistad con otros maurrasianos menores del entorno íntimo del movimiento; un ejemplo es el provenzal Marius André; a través de este último, la revista parisina Hebdomadaire, importante en la biografía de Riva-Agüero, incluiría a inicios de la década de 1920 diversas notas sobre el Perú, el centenario de la Independencia peruana, “los novecentistas”, la revista Mercurio Peruano y la obra de Francisco. Lesca fue amigo próximo tanto de Barrès como de Maurras. Es razonable preguntarse cuál era el límite entre el activismo y los estudios iberoamericanos, si es que había alguno.
Desde fines de 1908, Ventura comenzó una serie insistente de cartas para Riva-Agüero, en un ciclo que iría a cerrarse alrededor de 1911, la fecha del “fracaso”. Hay que considerar que Ventura era especialmente ingrato para escribir y que casi no le había escrito nada a José desde que se había mudado a París en 1906. Después de una lista enorme de pedidos y reclamos por los tan deseados libros para hacer la compilación de 1910 escribe Ventura: “No te olvides de que, a pesar de todas mis lentitudes para contestarte, de todas mis perezas, tienes aquí un amigo que de veras de quiere”; agrega: “creo como tú que nada más engorroso que escribir una carta”. Sin duda que le resultaba muy engorroso escribir a Ventura, sobre todo considerando que José se ha encargado de hacernos saber que él sí se apuntaba para escribirle a su amigo, que normalmente –antes de 1909- no le contestaba nada.
Sin menoscabo de otras intenciones, hacia 1909 Ventura estaba muy interesado en obtener el material que estaba preparando para el año siguiente, cuya existencia en la imprenta era debida a la ayuda de Martinenche y Lesca. El de Lártiga había redactado en 1905 su tesis de bachiller en Letras dedicada en gran parte a la historia de la misma literatura que ahora Ventura quería compilar, al extremo de que en gran medida el libro de Ventura puede ser considerado una variación del de Riva-Agüero. El texto de José que usaba Ventura es Carácter de la literatura del Perú independiente, el mismo libro que había servido para el modelo de nacionalismo esbozado por Ventura en Nosotros. El lector entre líneas comprende que la historia de Del romanticismo al modernismo y la del nacionalismo descrito en 1935 es la misma historia.
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