Ricardo Vásquez Kunze
Tomado del diario Perú 21, del 25 de julio de 2011
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Pues hasta que la realidad del mundo así lo decida. Y entonces, aquí vienen las noticias del mundo. Resulta que el mundo está nuevamente al borde del colapso económico. En Estados Unidos el Presidente Obama, en pugna con el Congreso, ha anunciado que la potencia más rica de la Tierra está a punto de entrar en cesación de pagos, es decir, en bancarrota. Obama pide urgentemente que se levanten los topes legales de endeudamiento para poder cumplir con sus obligaciones, pero el Congreso se lo niega. Resulta que, así como en Europa, toda la riqueza de Estados Unidos no es sino la del crédito que, como vemos, ya no puede pagar. Estados Unidos –digo, su iniciativa privada– ha vivido durante los últimos 20 años en una inmensa burbuja financiera, invirtiendo en castillos de naipes que, llegados a un límite, tienen inevitablemente que derrumbarse. Sucedió a medias en 2008 y está a un paso del descalabro total ahora.
Y en Europa la cosa no va mejor, sino peor. Grecia, Italia, Portugal, Irlanda y España han llegado casi al límite de la quiebra, por no decir que están out. Si aún no han caído es porque Alemania y Francia, los países más ricos de la zona Euro, los sostienen a costos enormes. El rescate a Grecia le costará a Francia 20, 000 millones de dólares. El Reino Unido se ha negado a prestar un céntimo. La cosa es pues grave. Muy grave.
La tesis de que los mercados se regulan solos y que mientras más desregulación mejor para la economía de mercado, el libre comercio y la generación de riqueza ha fracasado. La tesis de que la iniciativa individual debe dejarse sin más límite que el libre albedrío de cada cual para que la economía crezca tiene necesariamente que repensarse. El mundo capitalista que se tambalea hoy es el ejemplo innegable. Llegado a un punto de acumulación de riqueza, esa fórmula sirve, sin duda. Pasado ese punto lo que genera la desregulación es el libertinaje que trae consigo la riqueza bamba, el fraude. Esa parece ser la lección que ningún liberal quiere asumir porque lo que antes era libertad de pensamiento hoy, como la riqueza bamba, se ha convertido en un prejuicio. Para sobrevivir el liberalismo necesita refundarse, pero nadie quiere darse por enterado dejándole la mesa servida a los dinosaurios de izquierda.
Estos, agazapados, esperan su momento. Y los liberales, ¿a quién tenemos? ¡A un tecnócrata de valedor! Castilla será el primero en salir volando.
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