Víctor Samuel Rivera

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El otro es a quien no estás dispuesto a soportar

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Doctor en filosofía. Magíster en Historia de la Filosofía. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Crío tortugas peruanas Motelo y me enorgullezco de mi biblioteca especializada. Como filósofo y profesor de hermenéutica, me defino como cercano a lo que se llama "hermenéutica crítica y analógica". En Lima aplico la hermenéutica filosófica al estudio del pensamiento peruano y filosofía moderna. Trabajo como profesor de filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; he trabajado en Universidad Nacional Federico Villarreal desde 2005. He sido profesor en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima hasta 2014. He escrito unos sesenta textos filosóficos, de historia de los conceptos, filosofia política e historia moderna. Tengo fascinación por el pensamiento antisistema y me entusiasma la recuperación de la política desde el pensamiento filosófico. Mi blog, Anamnesis, es un esfuerzo por hacer una bitácora de filosofía política. No hago aquí periodismo, no hago tampoco análisis político de la vida cotidiana- De hecho, la vida cotidiana y sus asuntos no son nunca materia del pensamiento.

miércoles, 13 de julio de 2011

¿Qué es “evento”?



¿Qué es “evento”? (I)
Unos apuntes


Víctor Samuel Rivera
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía

“Evento” puede parecer, fuera de su contexto, una expresión especialmente infecunda y banal. Puede tomarse como una expresión meramente periodística. Pero es, recogida desde su propio uso ordinario, una expresión que alcanza un específico sentido filosófico, que vamos a calificar desde ahora de “metafísico”. En lo filosófico en general “evento” es parte de un cuerpo terminológico de la hermenéutica, muy en particular del lenguaje de Gianni Vattimo (1932-). Vattimo ha intentado esta empresa para articular el discurso de lo que inicialmente llamó “Pensamiento débil”, en un célebre manifiesto conjunto con otros pensadores italianos en 1983. Tomando como punto de referencia una interpretación de Martin Heidegger, desde la década de 1980 Vattimo ha intentado centrar el interés de la hermenéutica como pensamiento de la realidad social. Ha subrayado la idea de que el “Ser” no es, sino que acontece, que llega a ser en la interpretación de las experiencias histórico-sociales. Interpretar la realidad histórico-social es vincularse con el Ser como un acontecer del ser. La interpretación es un dejar ser al Ser, en que éste es a la vez pensar que interpreta y realidad social que tiene lugar y demanda ser pensada. En cierto sentido, la interpretación así considerada se convierte en la filosofía fundamental, en conocimiento del Ser, en ontología. Desde su definición por Aristóteles, la Ontología es la disciplina que se ocupa de las primeras causas y de los primeros principios. Si el Ser es evento, el pensamiento en torno del evento es también ontología. Vattimo ha llamado a veces a su propio ejercicio hermenéutico “ontología de la actualidad”, en una expresión tomada de Michel Foucault.


Hemos tomado la expresión “evento” de la interpretación que hace Gianni Vattimo de algunas ideas de Heidegger, pero en el uso que damos aquí a la expresión nos remontamos también a un origen extraoficial, la metapolítica. La metapolítica es la “metafísica” de la política. El origen de esta expresión procede del siglo XVIII y se relaciona con la recepción filosófico-política de la modernidad de parte de pensadores espiritualistas. Por extraño que parezca, uno de los fundadores de la tradición de la metapolítica, el Conde Joseph de Maistre, elaboró también de alguna manera una concepción del Ser y la interpretación social como “evento”, aunque con un vocabulario algo diferente. Tanto para Vattimo como para de Maistre, sea en metapolítica o en la ontología de la actualidad, el Ser acontece: se trata de un acontecimiento relativo a la interpretación e incorporación en las prácticas humanas entendidas históricamente. La existencia histórica y sus transformaciones, sus revoluciones, son el lugar propio del Ser. Vamos a desarrollar brevemente las dos entradas que hemos mencionado, de cuya conjunción nos servimos para tratar de cuestiones sociales y elaborar la idea de que cuando usamos la expresión “evento” empleamos la palabra en un sentido filosófico y metafísico y no sólo en algún sentido vago o periodístico. Vamos primero a hacer algunas consideraciones generales sobre el evento y luego hemos de pasar a la descripción somera del evento en los autores mencionados.

“Evento” no es en absoluto una expresión general que pueda ser considerada filosóficamente estéril. Por el contrario, es una expresión que puede resultar muy fecunda filosóficamente hablando. “Evento”, en el lenguaje cotidiano, es sinónimo de “acontecimiento”. Como recurso terminológico de la hermenéutica filosófica, “evento” indica un acontecimiento que se inserta en un contexto histórico-social. Es un acontecimiento histórico, que marca y define en y desde una historia. En general, la expresión se refiere a un acontecimiento social que nos parece propio de recuerdo en una narración histórica. En 1814 el Emperador Alejandro I de Rusia ingresa a París; recibe el aplauso del pueblo bajo una fiesta de banderas blancas. Lo siguen en procesión las cabezas reinantes de casi toda Europa, o sus representantes. Lo hemos leído así según Chateaubriand. Sabemos que entender la Europa del siglo XIX es en alguna medida poder representarse este evento. Si hubiéramos vivido en París en 1814 no hubiéramos querido estar ausentes del acontecimiento y, en algún momento, nos hubiera significado el momento. Para usar una expresión de Ludwig Wittgenstein: de alguna manera, el evento se hace “criterio” de la historia donde aparece, esto es: le confiere una identidad frente a otras historias y la singulariza. Reconozco una historia porque a ésta le pertenece tal evento y no otro. El “evento” como criterio en un marco histórico-social hace de foco de significación. Otras cosas hacen sentido cuando se refieren al evento y fuera del ámbito del evento carecen de significado. Todo esto puede revestir interés filosófico y metafísico de muchas maneras, aunque deseamos destacar sólo la referente a la hermenéutica y la metapolítica.

Para los lectores afiliados o consumidores de la hermenéutica filosófica, “evento” es en primer lugar la traducción española del alemán “Ereignis”. En su uso filosófico-político podemos remitirnos a la interpretación de Martin Heidegger por el filósofo italiano Gianni Vattimo. “Evento”, en términos muy generales, forma parte de una constelación terminológica muy compleja, que podemos omitir. Nos interesa en cambio que Vattimo relacione “evento” con la idea de verdad. Se trata de una concepción de la verdad que se halla presente en la obra del “segundo Heidegger”, esto es, el Heidegger posterior a la obra Sein und Zeit (1927). Esta concepción es particularmente manifiesta en los ensayos recogidos en la obra Holzwege (Sendas perdidas, 1935-1943), y muy en especial en el ensayo El Origen de la obra de arte (1935). Aunque la idea de “evento” no se halla propiamente en los textos de Heidegger que sirven a Vattimo de referencia, la interpretación que sigue es muy sugerente.

En 1935 Heidegger habría insinuado que la verdad debe ser entendida como una realidad histórico-social, como una experiencia, como la experiencia histórica, inclusive. La verdad entendida de esta manera presupone también que ésta no es dada, sino que es realizada, que es llevada a cabo por los agentes históricos, esto es, como un contexto amplio de formas de conducta y significaciones colectivas en un determinado contexto social. Si definimos a los agentes históricos sólo como seres humanos, no estamos comprendiendo lo que Heidegger quiso decir en un texto que pertenece a una serie más bien antiilustrada, cuyo énfasis mayor no recae en la capacidad humana de intervenir en la historia, sino en la presencia de otros factores concomitantes, que por desarrollar efectos en una historia humana, bien podemos llamar agentes, aunque ya no serían agente humanos. El autor de la obra “no es XXX”, sostiene de pasada Heidegger: no debe atribuirse la verdad de la obra (el evento) a un ser humano en particular o a un determinado agente humano en general. Las formas de conducta y las significaciones colectivas tienen su verdad desde un ángulo en que el acontecer incluye la intervención no humana. El significado del momento (histórico) es evento en gran medida por la manifestación de esa agencia no humana. Esa agencia no humana caracterizaría en buena medida la verdad de la obra de arte: mientras XXX es el autor, su agente, como una realidad histórica, es particularmente lo no humano puesto e instalado como humano: es, pues, su origen.


El Heidegger de 1935 hace de la verdad la procedencia de la obra, esto es, la procedencia, el origen de una realidad histórico-social. Esta procedencia es a la misma vez su fuente y su significado. Este significado se realizaría, se transformarían en la experiencia social en instituciones. Mejor sería decir: acontecerían como instituciones. En la interpretación que hace Vattimo de El Origen de la obra de arte, y más en particular en los textos de Vattimo de finales de la década de 2010, insiste en la expresión “envío histórico” para referirse a esto. Este envío no es un “mensaje” abstracto, sino que es una realidad social que tiene lugar en el mundo humano, aunque realizada no principal ni necesariamente por agentes humanos. La idea del envío del mensaje que viene del origen remite a esta otra: los agentes del evento envían, son aquellos de donde la verdad procede.

Vattimo-Heidegger hacen de la verdad, antes que lo que es, lo que ha venido siendo desde el origen. Con esta estrategia, la verdad pasa de ser entendida como “un ser” a ser entendida como “un acontecer”, un llegar a ser de algo desde el origen que envía. En una obra de arte, sólo se puede acceder a su verdad si se es capaz de asociarse, de integrarse al contexto histórico social del que la obra forma parte. Comprender la verdad es una asociación con aquello de donde la obra ha procedido, lo que la ha hecho nacer, esto es, el acontecimiento de la obra como un registro histórico-social. En esta interpretación de Heidegger, el autor de Holzwege habría pensado que la verdad, como un significado dentro de un contexto histórico-social, se plasma de manera particular en las instituciones políticas. Una lectura entre líneas del texto orienta al lector a pensar que el tema de la verdad es en realidad el tema de la fundación histórica de los envíos, esto es, del inicio o la fundación de las instituciones sociales. En analogía con las obras de arte, la verdad más fundamental para el hombre sería dada en un contexto más amplio de incorporación y actuación en el contexto histórico del fundar, en el sentido de instaurar un origen. La verdad se presenta en el origen de la obra, en el origen de los acontecimientos histórico-sociales. Heidegger hace una analogía entre la obra de arte y “la fundación de un Estado”.


La idea de “evento” en Vattimo no debe ser separada de la concepción de la verdad en el texto de Heidegger de 1935. No importa si el propio Heidegger pensó o no en estos términos, sino que, si se relaciona la idea de evento con la concepción de la verdad expuesta en El Origen de la obra de arte, nos hallamos en la situación de definir el evento como en acontecimiento histórico-político de la fundación, cuya verdad es un haber venido-a ser. Hemos acudido a una idea heideggeriana según la cual el “evento” puede ser entendido como una intervención de agentes no humanos en la historia. En un cierto sentido, estos agentes intervienen desde la nada. Fundan desde la nada. Hacen que la nada sea fundadora. Si uno se pregunta dónde está el sentido de la fundación, del acto inaugural, del evento que hace posible el envío, la respuesta es que de ninguna parte. Es simplemente un aparecer y un llegar a ser. Justamente eso es lo que queda manifiesto en las ideas de que el evento es indisponible para el hombre. Esta idea puede ser mejor acogida desde el ángulo de la metapolítica, y más en especial desde la teología política.

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