3—
¿Qué opina sobre los libros de los distintos intelectuales y académicos que dan
su diagnóstico sobre el COVID 19?
En el tiempo del Mar de Cristal, cuando la
opinión lo era todo, el twitter, el Instagram, la opinión retuiteada de un
asalariado del Estado o de una transnacional, la gente escuchaba a los
filósofos en el rango de antaño, en el transparente rango de verse sí mismos
cada vez. Los filósofos del Mar de Cristal eran los grandes guardianes de la éndoxa. En la medida en que ascendieron
hacia sus propios espejos, de sus trozos hablante de apertura, pienso de ellos
(no de todos y cada uno, ciertamente) que, como los caminantes, pertenecen al
mundo transparente que ha muerto. No doblan la mirada al evento sino, como los
obispos del Apocalipsis, miran al piso, y se humillan el ver en él su imagen
repetida y estéril.
4— ¿Algún
comentario sobre nuestra realidad peruana, así como su mundo académico y
pensante entorno a la pandemia?
No me es permitido ver en la opinión,
ciego como estoy ahora inefable ante el evento. Pero la luz nueva e inefable ha
fundado un mundo, quiero decir, está en este preciso instante diseñando la
organización, el lenguaje y los valores en un mundo cuya anticipación son todo
lo que no reconocemos nuestro hoy: La cuarentena inestable y constante, la
imposibilidad de curar una enfermedad viral, de cuya voluntad hay que
precaverse, la ruina definitiva de un régimen global de gobierno basado en la
idea de que el Cristal, por ser bello, y por decir a cada quien quién es, es,
por eso mismo, eterno. Hay en nuestro medio, más intensamente que en otros
lugares, una intensa resistencia a ver fuera del espejo pequeño en que cada uno
desea renunciar al saber. El Perú es un país impresionantemente imitativo, es
en una sociedad del espejo, en el Mar de Cristal, como el espejo del espejo. Su
mundo académico es especular, pero no en el sentido hegeliano, sino en el más
triste de ser imagen de la imagen, en este caso, imagen de la imagen destruida.
Los peruanos, incluso con interés
paritario los que entre ellos son filósofos, básicamente seres humanos antes
que imágenes. Y seres que especulan antes que reflejo del reflejo de lo que
otros quizá son con más plenitud. Y como humanos, podemos ser filósofos
renunciando a la gran Caverna que la luz del virus ha invadido. No para salir,
sin duda, sino para acoger.
5—
¿Podría darnos algún comentario entorno a nuestra situación en el país y las
medidas del gobierno?
Hoy el Perú se ubica en número sexto de
contagios por debajo de grandes potencias superpobladas en una totalidad de
reinos y repúblicas de alrededor de 180 en el mundo, todo lo cual es un gran
mérito tanto del gobierno que el pueblo se ha dado, como del régimen político
que así se lo ha permitido. No como un modesto filósofo, sino como ser humano
gregario como casi todos creo suelen ser, tengo un asombro metafísico no ante
el gobierno que nos ha encumbrado entre las peores grandes potencias, sino ante
la inocente e infantil creencia que tiene el pueblo, de que merece la tragedia
humanitaria que está sufriendo. Somos casi los primeros, somos famosos, somos
punteros, se diría, y la triste conformidad de todos en este mérito grandísimo,
que antes que político, es ontológico, quizá algún día nos sustraiga del afán
de repetir, esa enfermedad que contrajimos desde que llegaron entre nosotros
las menos afortunadas de las ideas modernas.
Las cifras de la Gran pandemia en el Perú
se darán, en su rango metafísico, en el aniversario de su fundación como Estado
moderno. Sin duda los filósofos tienen mucho qué pensar, y espero que no se
espere aquí que nuestra situación metafísica sea pensada primero en Estados
Unidos, el más metafísico hoy de todos los países, para luego de su trabajo
hacer aquí un pequeño espejo de cristal.
6— ¿Qué nos depara el futuro? ¿Nos podría dar su último comentario o mensaje a nuestros lectores, que considere importante trasmitir?
Ludwig Wittgenstein, la mente más notable del Imperio Austro-húngaro dijo una vez, hace justamente cien años: “De lo que no se puede hablar, mejor es callarse”.
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